Medianeras

Crítica de Lorena Azurmendi - Cinevivo

Grata sorpresa tendrán aquellos que se acerquen a ver Medianeras, la película de Gustavo Taretto. El comienzo amaga con ser una suerte de documental sobre los distintos edificios que proliferan en la ciudad de Buenos Aires, la ciudad que “le da la espalda al río”, sin embargo, encuentra relacionar la forma de estos edificios con el estilo de vida de sus habitantes.

Todos los que vean esta película sabrán que luego de pensar en estos minutos iniciales, ya nunca más van a ver el edificio de enfrente de sus casas, o incluso al propio edificio donde vive, de la misma manera.

Así en un departamento pequeño, sobre la Avenida Santa Fe, vive Martín. Un diseñador web, un poco fóbico, un poco hipocondríaco, bastante solitario. Pese a eso no vive solo, vive con Susú, una pequeña perra “eslabón perdido entre un perro y un peluche”. A los dos los abandonaron en el mismo momento en un aeropuerto.

A unos pocos metros de ahí, en otro pequeño departamento sobre la Avenida Santa Fe vive Mariana. Separada, de profesión arquitecta, aunque aún no construyó ningún edificio. Vive armando vidrieras, por lo tanto su casa siempre está llena de maniquíes, como si se trataran de personas a los que les habla, los viste, los desnuda, los baña. Mariana también tiene sus cosas, odia los ascensores pese a vivir en un octavo piso y va por la vida buscando a su “Wally” (sí, el de Where's Wally?).

Mariana y Martín tienen todo para estar juntos, sin embargo no es posible que puedan encontrarse. En el medio, pasan varias personas, con sus respectivas fobias e historias, sin embargo los dos siguen solos.

Buenos Aires tiene eso, que dos personas que viven prácticamente al lado, puedan estar hechos el uno para el otro, pero la vorágine y la arquitectura de la ciudad hace que tal vez nunca lleguen a conocerse.

Buena apuesta de Gustavo Taretto con la española Pilar López de Ayala, Javier Drolas, Carla Peterson, Inés Efrón , Rafael Ferro y Adrián Navarro. Además participan Alan Pauls y Jorge Lanata.