Medianeras

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Encerrados en el monoambiente

Fóbicas, solitarias y peleadas con la vida dos almas se encuentran, medianera de por medio, después de varios vínculos en falso. Un gran cortometraje excedido en sus pretensiones que divaga en una medianía sin salida.

Años atrás hubo un gran corto-mediometraje que contaba una historia de amor, concisa y de detalles mínimos, de aspectos supuestamente irrelevantes que describían a dos personajes solitarios en medio de la gran ciudad. Como otros trabajos breves previos al largo, Gustavo Taretto ganó premios por Medianeras, algo menos de media hora a puro talento. Ahora, aquella historia de sólo dos personajes, junto al cemento y las medianeras de la ciudad, se expande y narra subtramas con ocasionales parejas de los protagonistas. Pero no sólo se extiende la trama desde otras voces, sino que la voz en off, precisa y necesaria en el corto, cobra un protagonismo relevante, revelando otros secretos, más detalles ocultos, dejando casi todo resuelto y sin enigmas a descubrir. Esa catarata de voces en off, contradictoras o seguras de sí mismas, paradójicas y afirmativas al mismo tiempo, opinan en exceso y se alejan de la ambigüedad y de la duda. Revelan la psiquis solitaria de sus personajes: husmean, olfatean, investigan, desentrañan todos los problemas.
La historia es parecida a la del corto: fóbicos, solitarios y peleados con la vida, Martín y Mariana cargan con sus pesares a cuestas encerrados en monoambientes. Él aferrado a su compu, y ella, rodeada de maniquíes y viviendo una ruptura de pareja luego de cuatro años. Se comunicarán con el mundo exterior de manera azarosa o casual y tendrán la posibilidad de salir de esas cuatro paredes conociendo a otras personas, acaso parejas a futuro. Y es en ese punto donde Medianeras prolonga su ambición, bienvenida que la tenga, pero que resuena refractaria, excedida en sus pretensiones. En esas múltiples subtramas donde surgen los personajes satelitales jugados por Navarro, Peterson, Ferro e Inés Efrón como probables parejas o vías comunicantes con el mundo para Martín y Mariana, la película divaga en una medianía sin salida, estrangulando al relato central, el de los dos protagonistas, sometiéndose a la apostilla y a la anécdota, al excesivo pie de página, al love bonus story.
Por allí anda Jorge Lanata como actor, interpretando un rol secundario, casi un cameo, que tampoco tiene demasiada importancia.