Medianeras

Crítica de Diego Lerer - Clarín

El amor en la ciudad de la furia

Comedia romántica, sobre un premiado cortometraje, acerca de lo difícil que es conocer gente real en estos tiempos virtuales.

Otro debut se suma hoy a la cartelera local. Un debut “tramposo”, en realidad. Gustavo Taretto es, a los 45 años, un experimentado director publicitario y premiado cortometrajista. Y Medianeras , de hecho, es la versión largometraje de un corto del mismo título que recorrió el mundo a partir de 2004. Al realizador le tomó casi siete años poder transformar esa historia (que coincide con la primera parte del largo) en un filme en el que esos mismos personajes pudieran tener mayor desarrollo. Y, pese a algunos deslices y excesos, logra un producto efectivo.

Medianeras son tres películas en una. Por un lado, es una serie de reflexiones “woodyallenescas” del propio Taretto puestas en la boca de los dos protagonistas (una chica y un chico que viven a metros de distancia, pero jamás se encuentran) acerca de Buenos Aires, su arquitectura y cómo esta influye en el comportamiento de la gente, aislándolos en lugar de unirlos, generando espacios cerrados de conexión virtual en el que conocer gente “real” se vuelve difícil. Esas reflexiones “hipocondríaco/geográficas” son por momentos muy divertidas y, en otros, reiteran clisés vistos en decenas de películas.

Lo mismo sucede con la trama. Por un lado está Martín (Javier Drolas), un fóbico que casi no sale de su “caja de zapatos” y se la pasa todo el día frente a la computadora desde que una novia (Romina Paula) lo dejó. Algo no tan distinto sucede con Mariana (la española Pilar López de Ayala), que se está recomponiendo de una relación que fracasó (con Alan Pauls) y que acarrea también sus miedos y obsesiones.

Entre infinitas referencias a la cultura pop (algo bienvenido por lo inusual en el cine nacional: personajes que consumen películas, discos y programas de TV como el común de los mortales) y complicados intentos de “conocer gente nueva” (él, con Inés Efron y Carla Peterson; ella, con Adrián Navarro y Rafael Ferro), las historias se van desarrollando paralelamente con el modelo de la comedia romántica estadounidense de fondo.

Con algo de Amélie , de 500 días con ella y hasta de Sintonía de amor , Medianeras se construye como un peculiar Buscando a Wally que toma situaciones de la realidad y las convierte en material de comedia pop. Como con las reflexiones, las situaciones pasan de graciosas a intrascendentes, pero con un gran acento puesto en una voz en off que construye esa otra película que no se puede contar en las imágenes y viñetas que dispone Taretto. Una voz que es más angustiada y angustiante que lo que el tono de la película parece hacernos creer.