Medianeras

Crítica de Casandra Scaroni - ¡Esto es un bingo!

Love, actually

Medianeras cuenta una historia de amor de dos que desde el vamos, se sabe, tienen que estar juntos. Nos damos cuenta por pequeñas cosas que la película nos va haciendo conocer de uno y del otro, nada demasiado grande ni evidente: canciones que los dos sienten la necesidad de cantar, Manhattan de Woody Allen, chistes y cierta ingenuidad que desentona con el ritmo incomodo y acelerado de los que los rodean. Pero esta también es la historia de dos personas que viven en una ciudad que, en algún punto se les puso en contra. Con departamentos construidos sin la mínima posibilidad de que entre un rayo de sol, y con miedos que les impiden enfrentar esas pesadillas que son los colectivos, ascensores y demás hacinamientos nuestros de cada día.

La fuerza de Medianeras, o el porqué de que sea una película sumamente querible, es que Mariana y Martín (los dos a quererse) nos importan. Los vemos pasarla mal, sufrir citas con tipos y minas, que si bien no tienen nada terriblemente malo (Carla Peterson en un cameo como una tilinga medio snob que no para de hablar en francés es lo más grave de la galería de fracasos amorosos), simplemente no son los adecuados para ellos. Acá, al igual que en Sintonía de amor, no vemos idas y venidas, histeriqueos típicos o malos entendidos que lleven a que el-chico-conoce-chica tenga un momento de separación, sino que el único obstáculo a sortear es que todavía no se conozcan, porque una vez que lo hagan, llamémoslo arbitrariedad, género o destino, ya va a estar todo dicho.

Con una estructura parecida a la de 500 días con ella, fragmentada en las estaciones del año y con las voces en off de ellos contando quiénes son, Medianeras tiene mucho de cuento para chicos que, con la dulzura de la voz de Pilar Lopez de Ayala y Javier Drolas, nos va llevando a un estado de ensoñación en el que siempre queremos escuchar un poco más. Pero que también demanda nuestra entrega, que por un rato creamos que la vida es más fácil, y como le dice Tracy a Woody Allen en Manhattan, que confiemos un poco más en la gente.