Mecánica popular

Crítica de Iván San Martín - Cinergia

Yo contra el mundo

Después de su última película en Argentina ya hace 12 años, Alejandro Agresti vuelve al cine nacional luego de su paso por la experiencia de dirigir en Hollywood.
Mario Zavadikner (Alejandro Awada) es el editor en jefe de una prestigiosa editorial, está sumido en una intensa depresión y ya es un alcohólico sin remedio. Una noche de lluvia decide suicidarse en su oficina pero el acto es interrumpido cuando descubre que se metió en la editorial una joven llamada Silvia Beltrán (Marina Glezer), una escritora que le pide que lea su manuscrito que ha sido rechazado varias veces y si no lo hace se va a suicidar ahí mismo.
Los dos personajes tendrán un duelo dialéctico durante toda la noche que se verá interrumpido por las apariciones del guardia de seguridad nocturno (Patricio Contreras), un hombre más simple y poco instruido pero que absorbe los conocimientos por medio de los libros que le otorga la editorial para hacer más amena la noche.
La conversación hará a Zavadikner reflexionar sobre su pasado y el tiempo que pasó con su esposa Silvia (Romina Richi) en las épocas más oscuras de la historia argentina, el límite entre las mujeres se va diluyendo y no puede distinguir cuál es la que fue su esposa.
A pesar de tener un argumento bastante interesante y de que Agresti logra crear un clima, no logra mantenerlo del todo ya que se queda en eso y la mayoría de los diálogos son citas a escritores, intelectuales, pensadores y filósofos. Por lo que hay que tener cierto conocimiento para entenderlas a todas.
Todo el elenco es sólido, pero Alejandro Awada saca al frente a su personaje y ante tantos diálogos cargados lo hace convincente y de lo mejor de la película, Marina Gleezer cumple como la contraparte femenina y otorga momentos interesantes. Diego Peretti es el principal colaborador del personaje de Awada y aunque tiene pocos momentos está para aportar calma. También entre las grandes interpretaciones hay que nombrar a Patricio Contreras, quien será importante a medida que pasa la historia.

Técnicamente correcta se complementa con la experiencia de Agresti y aunque en guion deja algunos baches y se hace algo pesada, es bueno volver a ver algo de uno de los directores que marcaron una época en el cine argentino.