Mecánica popular

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

En pleno auge de su carrera, Alejandro Agresti decidió encarar rumbo a Hollywood luego de la menospreciada Un mundo menos peor allá por 2004. En la meca del cine industrial, Agresti filmó uno de los mejores dramas romántico/fantásticos de los últimos años, La Casa del Lago, y no se supo mucho más de él hasta siete años después con la extraña y concéntrica No Somos Animales a mitad entre las estrellas hollywoodenses y los escenarios locales.
Con Mecánica Popular, presentada en el último Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, el realizador dice presente nuevamente en su tierra; y lo hace como si quisiese barajar y dar de nuevo, como si la tentación del reset fuese demasiado fuerte.
Una película pequeña, cerrada, de pocos personajes, y diálogos abarcadores. Sí, es de esas que están a un paso de mostrarnos un telón cerrándose y los actores agradeciendo al culminar.
Mario Zavadniker (Alejandro Awada) es un editor con una vida apagada, de vuelta de todo, descreído de cualquier encanto. Una noche, decide llevar a cabo una maniobra para terminar con su vida, pero en la escena interrumpe Silvia (Romina Ricci), una joven escritora que asegura se suicidará si no lee su manuscrito y publican su novela.
En el medio, se cruzan distintos personajes y anécdotas o hechos. Principalmente el portero del edificio, interpretado por Patricio Contreras que entra y sale de cuadro haciendo aportes con comentarios temáticos; y Marina Glezer interpretando la ex mujer de Mario, también escritora, u otra visión de Silvia.
La historia entrecruza la vida y las pesadillas de Marío con un trasfondo profundamente literario. Los personajes, especialmente el portero, debaten sobre literatura, el mundo artístico, arrojan guiños constantes, y no esperan a que el espectador entre en el juego. En ciertos momentos, como si viviesen en un mundo abstraído.
A diferencia de los films que le dieron un nombre (Buenos Aires Viceversa, Valentín), aquí Agresti se aleja de lo mundano, de lo social, o hace que sus personajes hablen de la historia reciente del país, pero desde ese punto de vista que los caracteriza.
El modo que encuentra el director para que esto no sea una obra de teatro, más allá de algún aireo, son los planos y la fotografía con un correcto uso de luces.
Por el resto, se confirma lo que ya sabíamos de su persona, es un gran director de actores, aquí está el punto fuerte del film. Todos aportan lo necesario para que sus personajes sean creíbles y los diálogos, que van de una punta a otra, tocando todo tipo de temas, son fluidos y con un ritmo especial. Alejandro Awada es quien se lleva los laureles con otro de esos personajes apesadumbrados que parecen escritos para él, alcanza una mirada (y un primer plano a ella) para que todas las palabras sobren, sus gestos son expresivos, su modo de hablar, de decir, todo encierra algo.
Mecánica Popular hace rece referencia a una conocida revista que intentaba acercar el mundo de la mecánica al ámbito popular y hacía un aporte con varios “”experimentos” o creaciones que uno podía hacer desde casa. La Película de Agresti, conserva de eso, solo el título, habla para los suyos, esboza críticas e ironías, y para quienes penetren puede ser delicioso, el resto puede necesitar de un manual explicativo, o simplemente disfrutar de un buena puesta y una maravillosa interpretación.