Me casé con un boludo

Crítica de Javier Vogel - La Voz del Interior

Una comedia que funciona pero no sorprende

Tiene una fórmula efectiva, pero corre el riesgo de parecerse demasiado a otras.

Desde su título, Me casé con un boludo apela al efecto para llegar al público más amplio posible con una fórmula que reencuentra a Adrián Suar y Valeria Bertuccelli, con guion de Pablo Solarz y dirección de Juan Taratuto, el mismo equipo de Un novio para mi mujer. El filme llegó a los cines apoyado por una campaña novedosa, con acciones en redes y fotos hasta con el presidente Macri y su esposa en la première.

Me casé con un boludo cuenta cómo Fabián Brando (Suar) y Florencia Córmik (Bertuccelli) se enamoran durante el rodaje del filme que protagonizan, se casan sin conocerse y cómo a los pocos días ella descubre que su príncipe azul es en realidad un perfecto estúpido. Él escucha cuando Flor relata entre amigas su decepción y decide actuar como el de la ficción.

Además de un eficaz comediante, Adrián Suar es desde hace dos décadas uno de los productores más prolíficos de la TV local, con algunas incursiones en cine. Su desembarco en el detrás de cámara, o detrás de los escritorios, coincide con el nacimiento de lo que se conoce como la Nueva Comedia Americana (NCA), que reunió interpretes novatos con otros consagrados, directores respetados y libros en los que todo puede ser objeto de un chiste y en los que hasta los comentarios escatológicos se integran sin ofender a nadie.

A Bertuccelli se le ocurrió la idea, Suar convocó a Solarz para que redondeara el guion y más tarde a Taratuto para dirigirlo con esos detalles que buscan respetar el canon que instaló la NCA en Hollywood. También incorporaron guiños burlones al cine de las décadas de 1970 y 1980, clips musicales al estilo de las películas de Palito Ortega y con eje en un protagonista masculino que repite una y otra vez “Yo”, “Yo”, “Yo”. Un ególatra que maneja un auto deslumbrante y viste camperas llamativas que remiten al Johnny Tolengo de Calabró, grita como Daniel Tinayre a Mirtha Legrand, o tira frases como “Subí que te llevo”, igual que Sandro a María del Carmen Valenzuela en la película que llevó ese nombre.

Así como en Un novio para mi mujer, “el Tenso” contrataba al Cuervo Flores para seducir a su mujer y sacársela de encima, en Me casé con un boludo, Brando recurre al guionista, un Cyrano de Bergerac moderno para que le ayude a ser quien no es. Los carriles van en dirección opuesta pero la ruta es la misma, se repite, o se copia y eso conspira contra la posibilidad de sorprender.

Los gags divierten y el resto del elenco (Norman Brisky, Gerardo Romano, Marina Bellati) no decepciona, pero las versiones argentinas de la NCA muestran signos de agotamiento y la tentación del conservadurismo está a la vuelta de la esquina.