Me casé con un boludo

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

La película de Juan Taratuto, ambientada en el mundo del cine, permite el lucimiento de Adrián Suar y Valeria Bertucelli, y de los actores secundarios. El amor, el egocentrismo y la parodia están en primer plano.

La misma dupla protagónica de Un novio para mi mujer, Adrián Suar yValeria Bertucelli, regresa a la comedia romántica de la mano del director de esa película, Juan Taratuto, quien tiene en su haberNo sos vos, soy yo y ¿Quién dice que es fácil? dentro del género. EnMe casé con un boludo, título directo si los hay, se sumerge en el mundo del estrellato, sus consecuencias y en las mentiras que llevan adelante los personajes.Adrián Suar es Fabián Brando, una estrella del cine que debe trabajar con una actriz de poca experiencia, Florencia -Bertucelli-, novia del director -Gerardo Romano- de la película de turno que están rodando -no sin dificultades- y ella se termina enamorada de su "salvador". Cuando deciden casarse -noticia informada a través de los medios-, Florencia se dará cuenta que en realidad ella se enamoró del personaje -un boludo- y no de la persona.Como un de juego de "ficción dentro de la ficción", Taratuto aprovecha la pareja de opuestos y los estilos de vida diferentes para instalar la parodia: Brando tiene un auto flamante, una casa gigante donde realiza fiestas, un representante que se duerme en todos lados -Norman Brisky- y una vida en la que las apariencias están a la orden del día. Ella es una chica insegura en su momento de estar frente a una cámara y vive en del departamento de su actual pareja.La película, pensada para el consumo mainstream -Suar conoce perfectamente el paño- permite el lucimiento de sus protagonistas y de los personajes secundarios como Marina Bellati en el rol de la hermana del campo a quien Florencia acude cada vez que tiene un problema y el cameo de figuras, periodistas famosos y hastaVicentico y Grisela Siciliani. Nadie quedó afuera.La historia de amor encuentra momentos disfrutables, escenas bien jugadas y un ritmo que no decae con un guión de Pablo Solarzque transforma el disparate de algunas situaciones y las encamina hacia la parodia pero donde también juega un papel importante la emoción. Brando toma una decisión impensada para salvar su pareja, y ahí la película ofrece nuevas aristas que se disfrutan sin demasiadas complicaciones. En definitiva, lo que ellos hacen es intentar conservar a quien aman pese a todas las dificultades que se presentan en un medio competitivo, donde el egocentrismo y las apariencias están en primer plano.La acertada música de Darío Eskenazi crea los climas adecuados, tanto en la ficción que se filma como en la historia que se cuenta, rindiendo homenajes. Suar utiliza sus probados -y reiterados -recursos en la audiencia -ahora habla en francés mientas maneja- y Bertucelli ofrece morisquetas y lloriqueos frente a cámara. Fueron a lo seguro con un producto entretenido gracias a la mano de una dirección eficaz.