Me casé con un boludo

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

Mintiendo llegó el amor

Retorna el equipo completo de la muy festejada “Un novio para mu mujer”. Y el resultado es por demás auspicioso. “Me casé con…” es una comedia menos graciosa, pero más trabajada argumentalmente y con algunas puntas emotivas que le dan otra perspectivas a las idas y vueltas del amor.

Fabián es un actorcito famoso y farolero, una estrellita arrogante y vacía. Y Florencia es una actriz primeriza, amante del director del film que están rodando. Se conocen, él se enamora, ella se presta al juego y se casan. Y allí empieza la cosa. Porque Florencia se dará cuenta que ella ama al personaje y no a ese marido insoportable y egocéntrico. Cuando Fabián descubre que Flor está desilusionada y a punto de marcharse, decide dejar de ser quién es para empezar a ser el personaje. Está enamorado y el amor siempre da piedra libre para poder conseguir lo que se quiere. Fabián sólo aprendió a mentir. Y ahora necesitará ser otro para retenerla. En el camino, el film va encontrando apuntes risueños, enredos, buenos momentos y un ritmo que no decae. Florencia se presta al juego y decide construir ella misma otro personaje. Es una pareja de fingidores que desde la impostación van encontrando al amor que buscan. La historia deja ver entre enredos y revelaciones que al final todos a la hora de la seducción jugamos a ser otros. Como dice Lacan, el amor no tiene nada que ver con la verdad.

Comedia simpática y llevadera, ágil, bien escrita y bien armada, con ideas y chispa. Un par de notas falsas no llegan a estropear el puntaje final. Está por encima del estándar de un género que a falta de ideas derivó en notas de mal gusto y tonterías. Y aquí funcionan muy bien todos los resortes. Suar está en lo suyo y le saca buen rédito a su criatura de siempre, simple, chanta, agrandado y vulnerable. Y Valeria Bertucelli brilla otra vez con luz propia. Incluso cuando se pone seria (que es donde menos rinde) su imagen atrapa por su sinceridad, su presencia y su frescura. Hay buenos secundarios (Brisky, Romano), caras famosas, un final inspirado y hasta un banda sonora que le suma puntos. Empieza jugando a la exageración, va virando hacia el costumbrismo hogareño y termina apostando a la comedia romántica, entradora y emotiva. Este boludo nos recuerda que un poco de ficción y unas mentiras no le vienen mal a las parejas.