SUPERANDO EL MURO La ciencia ficción y los universos distópicos al parecer están teniendo un renacer en las nuevas generaciones de lectores y espectadores. Siguiendo la línea de Los juegos del hambre (tanto el libro como las películas) Maze Runner: Correr o morir (2014), basado en el libro The Maze Runner (2009) escrito por James Dashner toma elementos de la ciencia ficción clásica para convertirse en un producto de las nuevas generaciones. Estos libros, muchas veces trilogías, y a veces series de muchos más ediciones, prueban la vigencia de los temas que angustiaban a los lectores desde antes del nacimiento del cine. El protagonista de Maze Runner despierta en una especie de montacargas junto con un montón de provisiones, asciende a toda velocidad hasta llegar a la luz, donde un grupo de jóvenes como él, lo están esperando. El lugar al que llega es un campamento. Su primera reacción es correr, pero pronto descubre que está rodeado de gigantescos muros de piedra. Una sola salida abierta es lo que hay, y dicha salida conduce al laberinto. Laberinto que abre una vez al día y que al anochecer se cierra, dejando sin esperanzas a quien no haya vuelto al campamento donde todos están prisioneros. Las reglas son claras y todos las cumplen. Pero la llegada del nuevo cambiará las cosas. Solo los corredores tienen derecho a salir y explorar el laberinto, pero Thomas –que ha recordado su nombre, aunque no más que eso- está dispuesto a ir más allá que ningún otro. Sin duda hay algo que, para bien o para mal, lo hace diferente. El gran mérito de esta buena película de ciencia ficción es que arranca rápido, que avanza sin problemas y establece todos los conflictos de forma veloz. No se sale ni un milímetro de la narración clásica, pero tampoco se distrae ni abandona al espectador. Desde el comienzo y hasta el final, la película ofrece novedades, sorpresas, no necesariamente vueltas de tuerca, solo cosas nuevas que ocurren y mantienen el interés de una punta a otra del relato. Toda la mirada paranoica y desencantada de la ciencia ficción aparece aquí como en los mejores exponentes del género. La condición de saga, sin embargo, no permitirá desarrollar al máximo todos los temas y como siempre quedará esa sensación de que falta algo propio de estas construcciones. Mientras esperamos más, queda claro que estamos frente a una gran historia, donde los que se quedan quietos, no sobreviven. Donde lo que está realmente a prueba es el espíritu humano para salir, o no, del laberinto.
Plan de escape Un ascensor mecánico eleva a un joven. La desesperación de encontrarse en un lugar desconocido lo angustia hasta hacerlo vomitar. Finalmente, lo deposita frente a un puñado de rostros adolescentes que lo observan satisfechos. Él es el nuevo. Lo primero que hace es correr frenéticamente, luego, desplomarse en medio del verde césped. El lugar adonde nuestro protagonista (Thomas) llega está rodeado por una inmensa muralla. Esta prisión es mecánica, el paredón es un laberinto (el maze del título). Una compleja red que cada día se reconfigura, y que cada noche, oculta la muerte en forma de terrores nocturnos. El terreno al que están confinados, y cuya única salida posible es atravesando ese maze, tiene agua y un bosque. La convivencia en ese sitio recuerda a El Señor de las Moscas del británico William Golding. Hasta parece un guiño que haya un gordito llamado Chuck que juega las veces del Piggy de aquella novela. Los jóvenes (todos hombres) viven en la naturaleza, como si tuvieran que aprender la civilización desde cero. Pero este estilo de vida agreste esta signado por el futuro. Todos los habitantes solo saben su nombre, el resto de sus recuerdos han sido borrados. Es a través de las pesadillas de Thomas, el clásico elegido, que se van a incorporar al relato científicos, experimentos y una visión fragmentada de la tecnología que justifica lo que los rodea. Adolescentes, muerte y un mundo distópico. Acertaron, estamos frente a otra trilogía de novelas young adult americana. Como Los Juegos del Hambre y Divergente, esta vez le toca la adaptación a la serie de novelas The Maze Runner. El primer tramo de la película, la introducción al universo, no está ejecutada de manera cinematográfica. El cuestionario (con el respectivo tour por el lugar) trae aparejado un juego de preguntas y respuestas que afectan la narración. En ese momento, el esquema de recién llegado para representar nuestra mirada es bastante burdo. Una exposición para despejar las dudas que uno pueda tener sobre ese universo. Cuando el centro de la historia vira hacía la acción, con lucha de poder y la decisión de salir o quedarse, es donde logra mostrar nervio. Ese futuro distópico presentado por Maze Runner: Correr o Morir es un enigma. El mecanismo de develarse de forma fragmentada nos brinda el gancho suficiente para que sigamos interesados. Las piezas van marcando el recorrido para nunca mostrarse del todo (hasta el final, obvio). Ese es uno de los aciertos del relato. Otro, que la misión de escapar a través de un laberinto habitado por monstruos no intenta ir más allá del material con el que tiene para trabajar. La sencilla propuesta y la clara demarcación de su espacio permiten una cercanía que favorece la empatía. No hay búsquedas profundamente filosóficas o éticas, entiende con que material cuenta y se define como una película simple (por ahora, lo que viene parece ser otra cosa). Su extensión quizás le juegue en contra. Ese futuro distópico presentado por Maze Runner: Correr o Morir es un enigma. La premisa de escape y acción se anula cuando queda girando sin lograr romper la barrera narrativa establecida por el laberinto. Pero cuando entra en la recta final, incorporando ese “correr o morir”, gana en interés y vértigo. Principalmente porque no duda en matar si es necesario, aunque lamentablemente, sin la sangre ni brutalidad correspondiente (el nefasto PG-13). Aún cuándo los mejores exponentes de la ciencia ficción son los que logran cuestionamientos del humano, de su tiempo y la sociedad misma, que Maze Runner: Correr o Morir funcione como entretenimiento, no es algo para menospreciar.
Los niños perdidos El fenómeno de la literatura para jóvenes adultos, y su eventual transposición a tanques hollywoodenses, es un proceso popular que ya tiene varios años y exponentes en su haber. Dentro de este movimiento, el género de ciencia ficción, y más específicamente el de la ficción distópica parece ser el favorito. Basada en el best seller de James Dashner, Maze Runner: Correr o Morir (Maze Runner, 2014) intenta presentarnos un futuro calamitoso, en el que la civilización se encuentra subyugada al desafío de la supervivencia en su estado más puro. Vale la pena aclarar que la palabra clave es “intenta”. Arrojados a una primera escena dinámica y oscura, conocemos a Thomas (Dylan O'Brien), un adolescente que llega de buenas a primeras a un espacio natural alternativo llamado “The Glade” sin recuerdo alguno más que su nombre. Allí, Thomas es recibido por una mini sociedad de jóvenes igualmente amnésicos, que lo adoptarán e instruirán en el arte de sobrevivir a un ambiente hostil: La tribu se encuentra rodeada por cuatro paredes que dan lugar a un inmenso y letal laberinto. Atrapados sin salida, los muchachos han formado a lo largo de los años sus propias reglas, oficios y hasta celebraciones. Cada mes reciben un nuevo miembro, y la convivencia es pacífica/cuasi idílica. En The Glade, sin embargo, el único pecado es la curiosidad: está terminantemente prohibido pasar la noche en el laberinto. Como es de suponerse, el personaje de Thomas viene a romper ese orden, y se desarrolla a través del film como un líder carismático que empuja a los otros hacia lo desconocido. Como contracara, el laberinto responde a sus transgresiones, avivando así una creciente puja de poder entre los chicos. Las cosas se complican aún más con la llegada de Teresa, la única y misteriosa integrante femenina. Con la ayuda de un “corredor”, Thomas termina guiando a sus compañeros hacia la verdad y, en definitiva, hacia el escape de esa prisión. Si bien el desarrollo de personajes es más bien superficial y las interacciones resultan endebles, hay que reconocerle un mérito al autor y a los guionistas: Alejándose de sus predecesoras - por ejemplo Los juegos del hambre (The Hunger Games, 2012) y El dador de recuerdos (The Giver, 2014) - Maze Runner: Correr o Morir evita el lugar común del romance joven y del triángulo amoroso, y esto se agradece infinitamente. Con la exuberante cantidad de best sellers YA (Young adult – jóvenes adultos) que existen hoy día, es refrescante ver una trama que se destaque con tópicos más ricos en un mar de hormonas revolucionadas. Sobre todo porque es claro que la narrativa no necesita esta muleta, y más allá de sus desaciertos es una historia atrapante que no deja espacios a rellenar. El film también cautiva en sus momentos de acción, y es llevadero en su mayoría gracias a dos pilares que lo sostienen: la hermandad y la curiosidad como un fuerte rasgo humano. Ambos temas son sin duda referencias al género de la utopía negativa o distopía, ese futuro imperfecto e inhumano, donde la vida queda rehén de la evolución científica y tecnológica. De hecho, el film tiene varios guiños a El señor de las moscas (Lord of The Flies, 1963), mientras que combina una pizca de Lost con un dejo de Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979). El plato final es controvertible, pero al menos hace un intento de auto-superación. Y es que las falencias de la película vienen, no muy sorprendentemente, del texto base: El secreto alrededor del cual se despliega la trama termina siendo vago, inestable y confuso. Resulta paradójico que las respuestas que se vienen anticipando desde el principio y que tanta expectativa causan, sean lo que derriba la calidad del film. Esto provoca que personajes como el de Ava Paige (Patricia Clarkson) y las escena finales caigan chatas a la hora de la verdad. De todas formas, Maze Runner: Correr o Morir es una agradable sorpresa dentro de su subgénero: Tiene escenas dramáticas logradas, y un reparto de jóvenes actores que logran estar a la altura de lo que el film les pide. Cabe aclarar también que este es el primer largometraje para su director, Wes Ball, y es un muy buen debut: La escasez de recursos tecnológicos y la sensación artesanal de la estética del film dan cuenta de un director al cual conviene seguirle los pasos en sus próximos proyectos. En definitiva, Ball hace lo que puede con un material más bien débil, y nos deja un blockbuster entretenido, que sienta un buen precedente y un poco de expectativa por el prospecto de la inevitable secuela.
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Tensión y suspenso en una nueva saga Los estudios de Hollywood se sabe buscan éxitos comerciales, pero tienen una obsesión aún mayor: las sagas; es decir, la posibilidad de generar una franquicia de larga duración. En ese sentido, las expectativas de Fox con el lanzamiento de The Maze Runner - Correr o morir no se remiten sólo a cómo le vaya a esta ópera prima de Wes Ball, ya que de su resultado comercial dependerá la viabilidad de adaptar también las secuelas (y precuelas) escritas por James Dashner (Prueba de fuego, la segunda parte, ya está en producción a la espera de los primeros números de Maze Runner en todo el mundo). Así se maneja la industria hoy y, por eso, la gran incógnita pasa por desentrañar si éste puede ser o no el inicio de una lucrativa serie de películas. En principio, Maze Runner parece tener elementos (atractivos) similares a los de varias sagas recientes: algo de Divergente, otro tanto de Los juegos del hambre (y bastante de clásicas novelas como El señor de las moscas). Un grupo de jóvenes queda atrapado entre unos muros altísimos y debe sobrevivir a partir de la autogestión y de unos pocos víveres que los promotores del experimento (sobre el final se verá quiénes son y por qué lo motorizan) les proveen. A ese misterioso ámbito llega desde el subsuelo y dentro de una jaula el protagonista, Thomas (Dylan O'Brien), quien pronto demostrará que tiene pasta de líder y de corredor. ¿Correr para qué? Es que la única conexión que podría haber con el mundo exterior es a través de un intrincado laberinto vigilado por unos poderosos robots (con caras que remiten de los monstruos de la saga de Alien y estructuras similares a los skitters de la serie Falling Skies). Los corredores, entonces, son los encargados de encontrar las posibles salidas y, claro, de eludir esas amenazas. Más allá del reciclaje de elementos y conflictos ya vistos en otras películas, Ball maneja con buen pulso (es decir, construyendo tensión y suspenso) tanto la dinámica interna del grupo (con las inevitables alianzas y enfrentamientos de bandos) como la acción (los intentos de fuga). Si bien el desenlace luego de la batalla final luce un poco abrupto y confuso, se debe no tanto a carencias de la película como a la necesidad de abrir el camino para las futuras entregas. Exigencias de esta era del cine dominada por las sagas de largo aliento. La impecable fotografía del ecuatoriano Enrique Chediak (Exterminio 2, 127 horas), el logrado diseño de la prisión a cielo abierto y la utilización (siempre económica y funcional, nunca ostentosa) de los efectos visuales son otros hallazgos de esta distopía que está en línea con otros exponentes recientes de una ciencia ficción quizá menos espectacular, pero al mismo tiempo más humanizada y reconocible.
Los jóvenes perdidos en su laberinto Basada en una serie de novelas del escritor estadounidense James Dashner, la alegoría, un poco en la línea de Los juegos del hambre, excede el límite de las sagas para adolescentes y se vuelve un digno exponente de la ciencia ficción. Las sagas literarias fantásticas dedicadas al público infantojuvenil surgidas a partir del gran éxito de Harry Potter han tenido una evolución acelerada en el universo de las adaptaciones cinematográficas. El inicio de la serie Los juegos del hambre marcó un nuevo piso de calidad dentro de la categoría. En esa misma línea de la ciencia ficción distópica, lejos del terreno del fantasy en donde se desarrollaban las aventuras del mago adolescente y más lejos todavía del romanticismo puritano y pegajoso de los vampiros de Crepúsculo, Maze Runner: correr o morir, dirigida por Wes Ball y basada en una serie de novelas del escritor estadounidense James Dashner, parece haber aprendido bien todas las lecciones que ese recorrido previo fue dejando. La idea de enfocarse sobre una comunidad adolescente que vive encerrada en el centro de un laberinto gigante y en donde la memoria de cada uno de los miembros se limita al momento en que despertaron confinados ahí se ha desarrollado de tal modo que, como pasa con Los juegos del hambre, el producto excede el límite de las sagas para adolescentes, convirtiéndose en un digno exponente de la ciencia ficción. Y lo hace con buen criterio narrativo, proveyendo al espectador de la información justa para que la intriga se sostenga hasta el final, donde un giro deja la puerta abierta a la segunda parte. Apenas se sabe que los chicos fueron dejados ahí dentro de a uno, incorporando a un nuevo miembro cada mes, y que ellos solos han tenido que aprender las reglas del laberinto que rodea al gran bosque en donde viven. Así le fueron dando forma a una aldea casi medieval, tanto en su arquitectura como en su organización social, en la que los trabajos se reparten para que cada individuo sea útil al objetivo final: resolver el desafío de un laberinto que todas las noches modifica su diseño y libera unas criaturas monstruosas que operan como guardianes, haciendo que sea virtualmente imposible salir de él. Uno de los puntos que vuelven interesante a esta primera entrega de Maze Runner es la variedad de referencias (tal vez influencias) que pueden detectarse en ella. Por un lado, el hecho de que los protagonistas ignoren los motivos por los que permanecen cautivos en ese espacio paradójico amplio pero cerrado, asfixiante y misterioso, remite a la serie Lost, la creación de J. J. Abrahams que hoy parece prehistórica, pero que marcó un antes y un después en la elaboración de contenidos de la televisión norteamericana. Por otro, la forma organizada en que estos adolescentes van creando de la nada un entramado social primitivo recuerda la alegoría de El señor de las moscas, la novela de William Golding. También es imposible pasar por alto el mecanismo que cada mes incorpora un nuevo chico amnésico a esa comunidad, ciclo que reproduce el carácter sacrificial que poseían los siete jóvenes y las siete vírgenes que, según el mito helénico, eran confinados cada nueve años en el laberinto de Creta para saciar al Minotauro. Algún memorioso podrá trazar líneas entre los planes de escape de estos jóvenes y los de Fuga en el siglo XXIII, olvidada película protagonizada por Michael York y luego devenida producto televisivo, que a su manera representa un antecedente de este tipo de sagas distópicas. Y si de resolver laberintos se trata, Maze Runner también convoca la imagen de las ratas de laboratorio obligadas a aprender en un espacio que las supera intelectualmente. Aunque ese cúmulo de citas ayuda a engrosar los sentidos del relato, su eficacia no sería la misma si aparecieran de manera pretenciosa o subrayada. Dirigida con solvencia por el debutante Wes Ball, hasta ahora experto en efectos especiales, al mando de un elenco de jóvenes casi desconocidos, más allá de algunas escenas pasaditas de rosca dramática, Maze Runner es un film equilibrado, que no abusa del efectismo y confía en la historia que tiene para contar. No es poca cosa.
Para perderlos Otra adaptación de una saga juvenil con protagonistas que son "elegidos" puestos a competir contra un poder supremo. Esta vez se trata de un grupo de jóvenes que ignoran por qué están en un gran campo rodeado de altas murallas, con una única salida que da a un gigantesco laberinto. El último en llegar es Thomas. Pronto demuestra ser decidido y bien dispuesto a investigar que tan imposible es sortear el laberinto. Obviamente estamos ante el héroe de la historia, el que liderará al grupo y brindará la info necesaria para desentramar el motivo por el cual esa muchachada terminó ahí. La estructura del relato es absolutamente previsible y se nutre de elementos propios de una generación criada a base de video games. Las pistas aparecen de a poco mientras toma foma la certeza que solo obtendremos una explicación parcial de lo que realmente sucede. El resto queda para las próximas entregas, que al fin y al cabo de eso se trata esto; crear una nueva saga con la que facturar a merced de jóvenes poco exigentes.
Crítica emitida por radio.
Crítica emitida por radio.
Hace minutos acabo de salir del cine de ver "Maze Runner" y sí, imaginate lo copado que quedé que quería sentarme a escribir que me pareció cuanto antes... ¡¡¡ESPECTACULAR!!! ¿Buscas una peli de aventuras, suspenso y con buena historia? Ok, está es tu opción. Desde la propuesta, compré hace varios meses con su tráiler... y ahora, desde que arranca, desde el minuto 1, que no se detiene... Todo el trayecto hasta sumergirnos en el laberinto propiamente dicho es tan interesante como los mismos pasillos. Los efectos especiales se ve tan reales que ni hacen ruido, todo lo que pasa es creíble. Te vas a alterar, sabelo... Una de las cosas geniales que suceden es que vas a sentirte parte de ese grupo de sobrevivientes... ¿sobrevivientes a qué? Eso no pienso decírtelo. Hoy día, este laberinto, este rompecabezas, abre sus puertas y te aseguro que te va a encantar perderte en él... Diversión asegurada.
Stephen King fue el pionero en contar este tipo de historias, con un conflicto más interesante, en su excelente novela "La larga marcha", que publicó en 1979 bajo el pseudónimo de Richard Bach. La trama se desarrollaba en un futuro distópico donde Estados Unidos estaba controlado por un gobierno totalitario. Una vez al año se hacía una carrera donde un grupo de adolescentes tenían que correr una larga distancia para salvar sus vidas. No había paradas y el que se quedaba en el camino era ejecutado por los soldados del ejército. El ganador recibía como premio cualquier cosa que deseara por el resto de su vida, si es que llegaba a completar la carrera. Una joya de King que lamentablemente ningún estudio de Hollywood logró adaptar en el cine en las últimas décadas. Se hicieron varios intentos y el director Frank Darabont estuvo cerca de hacer la película, sin embargo el proyecto luego se pinchó. Una lástima porque queda claro que estas historias despiertan interés en el público. Así lo demostraron los recientes clones literarios como "Los juegos del hambre" y "The Maze Runner", que más allá de algunos cambios argumentales, no hicieron otra cosa que refritar el mismo concepto que King desarrolló a fines de los ´70. Futuro distópico, gobierno totalitario y adolescentes que luchan por sobrevivir en alguna competencia, mientras enfrentan al sistema. The Maze Runner es una adaptación de la novela de James Dashner que combinó un poco "La larga marcha" con "El señor de las moscas", de William Golding. La película representa la ópera prima de Wes Ball, quien hasta ahora venía trabajando en Hollywood en el campo de los efectos especiales. Con este film brindó una propuesta que logra ser amena y entretenida gracias a un reparto decente de actores jóvenes y su labor a la hora de construir la intriga que se gesta alrededor del conflicto. Dylan O´Brien, protagonista de la serie de MTV, Teen Wolf, interpreta con convicción al héroe de esta historia y en términos generales el resto del reparto también brinda un buen trabajo. La película del director Ball consigue ser entretenida por el suspenso que tiene la trama y el misterio que se genera alrededor del peligroso laberinto que le impide a los protagonistas recuperar su libertad. Las secuencias de acción son buenas y desde los aspectos visuales The Maze Runner está muy bien hecha. El inconveniente de este film es que decae hacia el final cuando se revela la situación en la que se encontraban los protagonistas. Sin embargo, esto no es culpa del director sino que es así la historia original de James Dashner. En lo personal el giro que tiene la trama me pareció bastante trillado y esperaba que el misterio en torno al laberinto fuera un poco más interesante. Es obvio que el estudio Fox intentó capitalizar el éxito de Los juegos del hambre con una propuesta que está dirigida al mismo target juvenil de espectadores. Habrá que ver ahora que pasa con el público. La película deja la puerta abierta para la continuación que esperemos se realice así no queda todo en la nada como ocurrió con la trilogía de La brújula dorada.
Una aventura adolescente realmente sobrecogedora A diferencia de otras sagas sobre distopías adolescentes del tipo de "Los juegos del hambre" o "Divergente", esta "Maze Runner" logra momentos de tensión y detalles visuales propios de un verdadero film de terror. Sobre todo en la primera mitad del film hay escenas que ponen los pelos de punta y que marcan una diferencia notable con otros exponentes de este nuevo subgénero del cine fantástico. La primer escena es realmente sobrecogedora. Entre náuseas y pánico, un adolescente despierta en una especie de vertiginoso ascensor enrejado que lo conduce a un lugar extraño en una especie de campamento de chicos todos varones- rodeado de enormes paredones sombríos: un laberinto que todas las noches, entre horribles chirridos, cambia de forma, por lo que es verdaderamente insorteable. Para colmo, el laberinto está habitado por unos seres espantosos, los "penitentes", por lo que todos los jóvenes que estan ahí encerrados desde hace varios años saben que nadie que haya intentado pasar una noche en el laberinto pudo volver con vida. Por supuesto, el protagonista, un muy correcto Dylan O'Bryen, será el encargado de demostrar que tal proeza es posible, en una escena antológica que justifica por sí sola la visión de esta película. El director Wes Ball, un técnico que trabajó tanto en fotografía como en efectos especiales, conoce todos los resortes del cine de terror y también del cine de acción y los pone en juego en esta secuencia y otros momentos realmente intensos de "Maze Runner". Luego de esta hazaña del protagonista, las cosas cambian en esta extraña especie de prisión futurista, empezando por la aparición de la primera chica en el lugar. A partir de ahí el guión va aclarando lo que el espectador ya adivinaba por la naturaleza misma de este tipo de historias, es decir que éste es un plan de una sociedad futura para hacer alguna clase de test en su población de jóvenes, pero sin embargo la película logra mantener bien el hermetistmo, y sobre todo la acción y el suspenso hasta el final donde, por supuesto, ya se hace referencia a la segunda parte.
Adolescentes sin salida Basada en el primer libro de una exitosa saga escrita por James Dashner, la historia muestra a adolescentes y niños que luchan por sobrevivir en una aldea que han construído y que los mantiene presos en un mundo que también les deparará sorpresas. Maze Runner: Correr o Morir comienza con Thomas (Dylan O`Brien, de Aprendices fuera de línea), un joven enviado a una comunidad de varones en la que despierta sin recordar su nombre. Ninguno de ellos sabe de dónde viene ni tiene noción del mundo exterior. Para escapar de esa comunidad que han organziado con esmero, también deben atravesar los paredones de un laberinto gigante que puede tener la respuesta a sus grandes interrogantes. La historia tiene su costado atractivo y espectacular, sin dejar de lado el tema de una juventud librada al azar y desconcertada ante una sociedad que muestra cambios constantes. El director Wes Ball focaliza además en los focos de poder que se generan dentro de la misma comunidad y lo mal que tratan a Thomas cuando descubren que puede ser el causante de todas sus desgracias. El espectador se encontrará con un film de aventuras que tiene sus mejores momentos cuando se traspasan los accesos de un laberinto que va cambiando de forma todas las noches y esconde a los Penitentes, criaturas mortíferas que se deslizan por los pasadizos llenos de musgo y lianas colgantes, y que persiguen a los valientes sin descanso. Las pesadillas sobre una misteriosa organización llamada CRUEL; la llegada de Teresa (Kaya Scodelario), la misteriosa muchacha que rápidamente conecta con Thomas (aunque a diferencia del libro no lo hace telepáticamente); jóvenes "transformados" por las picaduras de los Penitentes y un rebelde como Gally (Will Poulter, de Quíenes son los Miller?), conforman el unviverso de este bienvenido producto pensado para adolescentes que combina aventura, acción, ciencia-ficción y terror en dosis justas como para mantener en vilo al espectador durante casi dos horas. Allí están Thomas, Newt, Chuck o Alby, los chicos que se animan al cambio, y también los que esperan respuestas que nunca llegan luego de tres años. El film tiene todo como para convertirse en una saga cinematográfica repleta de más obstáculos y desafíos como los que imponen los límites del Laberinto.
NO por dios no! Otra adaptación de saga de libro teen. Basta por favor! Eso es lo que pensé cuando me senté a ver Maze Runner, pero vaya sorpresa, la peli me termino gustando más de lo que esperaba. La comarca, dentro de un laberinto La historia arranca en un montacargas, que deja al protagonista en una especie de pedacito de bosque en medio de un laberinto gigante. En el, Thomas como en un nacimiento, llega a la luz sin ningún recuerdo de quien era antes. Sera recibido por una comunidad de jóvenes de distintas edades, quienes le explicaran que viven en una sociedad a lo Señor de las Moscas. Cada uno cumple un rol, y Thomas, en pocos días, dada su curiosidad y algunos flashes que aun conserva, querrá ser un Maze Runner, o mejor dicho un Corredor del Laberinto, miembros de la comunidad que durante el día recorren el laberinto mapeándolo desde hace 3 años sin encontrar salida aun. Thomas cambiará todo para siempre. Hasta aquí la historia, con dejos de Lost y mucho de Los Juegos del Hambre. Un poro de pasto y mucho chroma The Maze RunnerEl chroma es lo que llamamos como pantalla verde, donde los actores actúan en un set, y después en la pantalla verde meten todo hecho por computadora. Eso es lo que vemos en Maze Runner, los muchachos están de campamento en un espacio verde, y todo lo demás es chroma, nada es real, muy poquito es realmente practico y tangible. Ojo, no por eso esta mal hecho ni mucho menos. Todo lo contrario, los efectos, y sobre todo el arte es realmente muy bueno. Hay efectivamente sensación de estar inmerso en un laberinto. Es verdad, por razones calculo que temporales, el laberinto, no es tratado como tal. No esperen a Sarah y a Jarreth con Hoggle y compañía resolviendo el laberinto. Acá el laberinto representa otra cosa, porque ademas, como nos enteraremos mas adelante, no es TAN laberinto este laberinto intrincado. Y como para añadir un “otro”, el laberinto por las noches esta habitado por unos bichos llamados Grievers o Penitentes en su horrible traducción. Son una especie de bichos biomecanicos que se morfan todo lo que encuentran. Y si no llegan a morfar, son portadores de una toxina que vuelve locos a los habitantes de The Glade, nombre demasido, DEMASIADO similar a The Shire… En fin. Estos bichitos simpáticos, parecen a priori no tener importancia, pero pueden ser la clave de todo el asunto. La “labertinidad” al palo Algo muy bueno de la película es su dinamismo y velocidad que marcan un excelente ritmo que no decae en ningún momento. Ojo no se confundan, no es vertiginosa e inentendible como una pelea de Jason Bourne. Si no que el ritmo que tiene ayuda a la narración y sobre todo a un guión algo básico y poco condimentado. La peli va a adelante sin problemas gracias a una trama sencilla como efectiva: Salir de un lugar. Como la película El Cubo, pero a cielo abierto. Las actuaciones están bien, y se destaca el rubio Thomas Brodie-Sangster quien fue el hijastro de Liam Nesson en Love Actually. Thomas encarnado por Dylan O’Brien no desentona en un papel no demasiado jugado. Otro aspecto a destacar es el papel de Teresa, una muchacha que aparecerá en cierto momento de la historia dentro de The Glade. Y contrario a TOOOODO lo que podía esperar de una mujer inserta en una comunidad TOOOODA de hombres, la historia no hace la obvia, y lo toma con cierta naturalidad. NADIE hace demasiado espamento por ella y su condición de mujer, si no por las implicancias argumentales de su presencia en el grupo. Ergo, nada de historia de amor pedorra. NADA. Bien. Gol. Conclusión Si la querés pasar bien, anda a ver Maze Runner, es una buena opción. Buen exponente de adaptación de libros juveniles que tan de moda están, tanto fanatismo despiertan, y tan como vomito salen unos atrás de los otros. Se que ciertos fanáticos se han quejado por cosas de la peli las cuales me importan poco y nada por no haber leido el libro. Lo cual al momento de sentarse a ver la película, fue una buena decisión. Acción, pochoclo, conspiración y algún que otro subtexto social blandito para una buena experiencia en cine. A correr!
En MAZE RUNNER el joven Thomas despierta en un lugar rodeado de altísimos muros con dos portones que todas las mañanas se abren y dan paso a un inmenso laberinto. Un aterrador lugar en el que convive con un grupo de adolescentes que intentan encontrar una salida. Una sólida adaptación del Best Seller de James Dashner, con una trama atrapante, plagada de misterios y de personajes bien construidos. Una fábula de supervivencia, narrada de manera sencilla pero contundente. Sin abusar de los efectos, funciona como un entretenimiento de alto vuelo.
VideoComentario (ver link).
Maze Runner: Una nueva trilogía para disfrutar en el cine De entre todos los logros que se le puede adjudicar a la saga de películas de Harry Potter, sin dudas una de ellas es haber abierto un mercado enorme para el desembarco de las adaptaciones de la literatura juvenil -o infantil- a la pantalla grande. Por supuesto que no todas pudieron alcanzar el éxito de la del niño mago, pero es indudable que vemos con más asiduidad la llegada de estas obras para captar al público adolescente (que, en definitiva, son los que más le interesan a la industria porque son los que más consumen). Ahora le llegó el turno a "Maze Runner- Correr o Morir", una trilogía ambientada en un mundo distópico escrita por James Dashner, un autor especializado en el género. La novela, publicada por Dell Publishing en octubre de 2009, rápidamente se convirtió en un éxito y fue bastante aclamada por la crítica especializada. Las continuaciones, que se pueden conseguir en las librerías, son Maze Runner - Prueba de Fuego (The Scorch Trials, 2010) y Maze Runner - La Cura Mortal (The Death Cure, 2011). Y, por si faltara algo, existe una precuela de nombre Maze Runner - Virus Letal (The Kill Order, 2012). Todo un combo perfecto. Thomas (Dylan O'Brien) despierta en un ascensor en movimiento. No recuerda ni su nombre ni porqué está ahí. Al llegar a su destino, es recibido por jóvenes de su misma edad. Todos están atrapados allí, en un lugar al que llaman el Área, que se encuentra rodeado por unos muros gigantescos. Ninguno de ellos tampoco recuerda cómo llegaron, ni quién los encerró. La única certeza es que todas las mañanas se abren unas puertas que dan paso a un laberinto (custodiado por criaturas llamadas "Penitentes") y que cada 30 días un chico nuevo llega con provisiones al igual que él. Cada uno tiene asignada una función (constructores, jardineros, enfermeros) para poder hacer de ese sitio un lugar para (sobre)vivir. Thomas se interesa por los Corredores, que todos los días se meten al Laberinto para poder investigarlo y hallar una forma de salir. Pero hay algo con él que es diferente, un halo de misterio que lo envuelve. Siente que es la clave para saber y resolver lo que pasa allí. Su arribo, la llegada en menos de una semana de Teresa (Kaya Scodelario), la única chica entre todos ellos, los cambios que se producen en el Laberinto, hace que se decida a buscar una salida sea como sea para averiguar la verdad. El libro de Dashner fue comparado entre una mezcla de El Señor de las Moscas y la serie Lost (2004-2010), y algo de eso hay, salvando obviamente las diferencias. El equipo de guionistas logra mantener la curiosidad y atención del espectador sobre lo que pasa, y ponerlo ansioso por saber qué es lo que se oculta detrás de los muros. A esto hay que sumarle el gran trabajo del debutante Wes Ball, que logra una dinámica narrativa excelente, proporcionándole mucho ritmo al film. Otro punto a favor es la elección de los actores, sobre todo del protagonista, Dylan O'Brien, a quien los más jóvenes tendrán de la serie Teen Wolf (2011- ), en donde encarna a Stiles Stilinski. El único adulto de este elenco es la gran Patricia Clarkson, cuyos 10 minutos en pantalla son sublimes y tiene una de las mejores e intrigantes escenas de la película. Casi con seguridad habrá una secuela de esta sólida e interesante primera parte y que, si lo hace bien, puede consolidarse como una de las mejores sagas juveniles adaptadas al cine. No lo duden y piérdanse en este laberinto. Lo van a disfrutar.
Juventud perdida. Todo parece indicar que el target adolescente es el nuevo gran negocio de Hollywood y Maze Runner: Correr o Morir es un nuevo exponente de esta situación. Basada en una serie de novelas de James Dashner y pronta a tener secuelas, esta ópera prima del director Wes Ball -otrora encargado de efectos especiales y departamento de arte, y sin ningún parentesco con el también director Uwe Ball- vuelve a centrarse en un futuro distópico, tan de moda en las ficciones actuales y en particular en este nuevo subgénero teen. Thomas llega sin saber cómo ni quién es a una especie de campamento juvenil rodeado por cuatro muros gigantescos, que cada tanto se mueven para dar lugar a un inmenso laberinto. Organizados como pueden y todos en la misma situación de incertidumbre, estos jovencitos deben sobrevivir a las adversidades (entre las cuales se destaca la presencia de unas terribles alimañas cada vez que los muros se abren y volver con vida de las expediciones antes de quedar atrapados en ellos), pero la llegada del valeroso Thomas hará que las cosas comiencen a cambiar. Los puntos altos del filme de Ball son la dirección artística y un guión con pocas fisuras, que dosifica la información de manera estupenda, brindando solo lo justo y preciso para mantener al público expectante. Por momentos puede resultar exasperante la manera en que los propios personajes parecen no querer enterarse de lo que alguien les está por develar, pero es innegable que el mecanismo funciona para sostener el interés. Por otra parte, resulta destacable que la historia carece de las cursilerías gratuitas y diálogos vacuos que suelen rebosar en este tipo de propuestas. El elenco completo cumple con un buen trabajo, encabezado por Dylan O’Brien (Aprendices Fuera de Línea), Will Poulter (¿Quiénes son los Miller?) y Thomas Brodie-Sangster (el pequeño baterista enamorado en Realmente Amor). Maze Runner: Correr o Morir es una buena propuesta, dinámica, entretenida e inteligente, que no solo cautivará a los adolescentes, sino que también puede llegar a agradar a más de un adulto gracias a ese respeto que tiene por el espectador y la manera en que presenta su intrigante trama.
Cuando en su momento compré y leí Maze Runner: Correr o Morir, no tenía idea que se convertiría en una futura saga juvenil. En la sequía de ideas que transita Hollywood, no era impensado el plan de que el mundo de James Dashner salte a la gran pantalla. Mi mayor miedo era que, al terminar la novela, la cantidad de misterios para continuar la trilogía no fueran suficientes como para querer empezar la segunda entrega, cosa que no sucede en la película de Wes Ball, rellena de acción y con un ritmo adrenalínico que satisface las ansias de una nueva saga adolescente. Dominada de forma asequible por un director novato, y exprimiendo al máximo un presupuesto ínfimo en comparación con este tipo de propuestas, Maze Runner lucha mucho por salir de la larga sombra que generó The Hunger Games y, si bien no es tan potente en su alegoría social, le juega cabeza a cabeza en cuanto al manejo de la acción y la creación de un mundo distópico. Una amalgama entre Lost y El Señor de las Moscas como grandes exponentes, el mundo donde transcurre la historia es uno sencillo, que utiliza sus debilidades presupuestarias y las convierte en fortalezas, donde el minimalismo ayuda a la sensación de abandono que sufren los jóvenes dejados a su suerte en el centro mismo de una pesadilla laberíntica. La fuerza, la entrada del espectador hacia la aventura, recae en los hombros de Dylan O´Brien, ese secundario que tanto fervor provoca en la serie Teen Wolf, y que finalmente deja de ser el mejor amigo para convertirse en un señorito protagonista, audaz y curioso por demás, comandando a un grupo de jóvenes actores que se van destacando y dando matices interesantes y algo oscuros. Dejando de lado la exasperación de todo producto apuntado a las masas púberes y la manía de tener que sobreexplicar todo para que no se pierda detalle alguno, la adaptación de la novela -a cargo de Noah Oppenheim, Grant Pierce Myers y T.S. Nowlin- no se siente como si seis manos hubiesen trabajado en la misma, hay coherencia y elipsis donde las tiene que haber, creando un producto de fácil digestión. Recuerdo algún que otro detalle clave de la trama, pero las escenas finales claramente han sido adulteradas para atraer a los sectores que no han leído el libro y se sientan cómodos con que algunas respuestas han sido contestadas, y la semilla de un futuro ha sido plantada de manera efectiva. Es más que obvio que este fin de semana Maze Runner logrará una victoria en la taquilla, que le asegurará llevar a buen puerto la saga hasta el final de la trilogía. De momento, tenemos entre manos una digna saga juvenil, vertiginosa, con un buen elenco joven, que augura buenos momentos de aventura y tensión.
Allá por 2004, llegamos a una isla desierta y misteriosa, sin saber cómo ni por qué habíamos terminado ahí. Hoy, diez años más tarde, nos encontramos de repente dentro de un área rodeada de muros, sin memoria y con menos pistas. Los interrogantes son los mismos, pero esta vez parecen tener respuesta. Con elementos de “Lost” y otros íconos de la ciencia ficción, llega esta nueva adaptación de una saga para jóvenes adultos. Si bien el panorama es -sí, adivinaron- otra vez el futuro distópico, la historia es bastante innovadora y fresca dentro de su género. Todo comienza cuando Thomas es enviado a formar parte de un grupo misterioso de supervivientes, que está tan desorientado como él, sin ningún indicio sobre su pasado o quién los puso ahí. El novato no estará tan dispuesto a aceptar vivir sin respuestas, y se empeña en tratar de desentrañar los secretos que se esconden tras su nueva y desconcertante realidad. Pero la curiosidad no es siempre un don, sobretodo cuando viene de alguien que de un día para el otro puede alterar el panorama conocido y seguro de un grupo ya establecido, por uno nuevo e incierto. La premisa del (o la) joven mesías que llega para cambiar todo porque es especial parece bastante quemada a esta altura, pero “Maze Runner” nos cautiva con tantos interrogantes de entrada que es difícil no engancharse con los misterios de la historia. En su búsqueda de respuestas, el grupo de protagonistas deberá enfrentarse permanentemente a situaciones de logrado suspenso y acción, que le dan a la película un ritmo frenético y sin baches. El director Wes Bell debuta en este largometraje con un currículum de efectos visuales a sus espaldas, y se las ingenia para sostener una superproducción sin abuso de CGI ni grandes estrellas. La elección del cast se apega a la filosofía de usar caras poco conocidas para asociar a los actores directamente con los personajes, y no con sus trabajos anteriores. Siendo tal vez la única excepción Thomas Brodie-Sansgster en el papel de Newt, famoso desde niño por su trabajo en “Love Actually” (2003) y recientemente en la serie “Game of Thrones” como Jojen Reed. La elección del protagonista es impecable, y fundamental para sostener un elenco en el que no todos brillan. Si bien Dylan O’Brien (Thomas) ya contaba en su carrera con un popular rol como el mejor amigo del protagonista de la serie “Teen Wolf“, en esta película rompe absolutamente con el personaje que lo hizo famoso entre los adolescentes y nos entrega a un Thomas tan creíble que se come la película, convenciendo a adultos y jóvenes por igual. El no lector podrá disfrutar de esta película sin información previa, y el lector encontrará una adaptación bastante fiel. Con los cambios necesarios en la historia para llevarla a la pantalla grande, los guionistas fueron asesorados por el mismísimo James Dashner, autor de la saga que hace unos meses visitó nuestro país. Habiendo tenido una repercusión nunca antes vista para un escritor invitado a la Feria del Libro en Argentina, cabe esperar como mínimo la misma recepción para la primera entrega de la saga en cines. Veremos si la historia logra seguir sumando filas a su ejército de fans y teorías sobre los misterios sin resolver.
La edad de piedra Un grupo de jóvenes se encuentran aislados en un área verde y rodeados por un gran laberinto dinámico. Insectos biomecánicos, sus principales enemigos. El universo distópico que Gary Ross llevó a la pantalla grande con Los juegos del hambre tiene otro compañero de batallas: Maze Runner, el best seller de James Dashner (furor en la Argentina), que aterrizó en Hollywood con el inicio de la trilogía, Correr o morir. Todo comienza con la abducción de un joven (Dylan O’Brien) que despierta en La Caja (un elevador subterráneo) y no sabe qué hace allí. Con el tiempo sólo recordará su nombre: Thomas. Pero el lugar al cual arriba también le es ajeno. Es el Area, un gran espacio verde en donde varios muchachos crean sus refugios, reciben alimentos (también vía la Caja, su único contacto con el exterior) y desarrollan destrezas para sobrevivir. Los más aptos son los corredores. Pero no están solos, los rodea una imponente muralla, el núcleo de un gran laberinto circular compuesto por moles de piedra y placas de acero que por las noches cambian de posiciones. Los accesos al laberinto se abrirán a la misma hora de la mañana y cerrará por la noche. En ese lapso los corredores estudiarán sus sinuosos pasadizos y volverán al Area. Si este filme al principio mantiene un cierto halo de intriga, luego tiende a repetirse. Como si fuese un oráculo -y los jóvenes sus fieles-, la peregrinación hacia el muro es diaria. El laberinto también puede mostrar la incertidumbre del camino adolescente. El último en llegar al Area es... una chica, y estos muchachos encerrados parecen sujetos asexuados, jamás ni un atisbo de interés por la novata, quien traerá un mensaje inquietante: Thomas es la llave para descifrar el porqué están ahí. Algo más que esperable. La estética de este filme parece más un tributo al difunto H.R. Giger que la original recreación de un futuro apocalíptico con el surrealismo biomecánico a cuestas (vean a los Penitentes, unas arañas ciegas y bien dentadas que pueden picar o exterminar). Para aquéllos que les gustan las películas de aislación y experimentación del comportamiento humano, ya se prepara la segunda parte.
El regreso de los protagonistas masculinos Tal como expresa el título, Maze Runner, no es una novela más adaptada al cine, sino que retoma con fuerza el protagonismo masculino que tanto se perdió con propuestas similares como Los Juegos del hambre, Divergente o Cazadores de sombras. Correr o morir se destaca por la cantidad de testosterona sin que se convierta en una historia sólo destinada a hombres, contiene aventuras de todo tipo que consisten en persecuciones, que a los adolescentes les van a gustar y a su vez serán disfrutados por las chicas, contemplando cuerpos en forma que se lucen como si posaran para una foto. Dylan O´Brien (el protagonista de la serie Teen Wolf) es el que carga sobre sus hombros la historia con su personaje Thomas, se nota que el joven se preparó muy bien y los que lean el libro seguramente lo imaginarán en cada escena que se presente. Mientras que Will Poulter, aquel joven que hace unos años interpretara al insufrible primo Eustrace en Las crónicas de Narnia: La travesía del viajero de Alba (The Chronicles of Narnia: The voyage of the dawn Treader, 2010) logra un personaje muy convincente que juega con la dualidad de villano y héroe. Esta versión futurista de El señor de las moscas, aquel clásico donde unos chicos náufragos formaban su propia sociedad encuentra similitudes conceptuales con la novela de James Dashner, autor de esta ficción de acción y suspenso, aunque la trama va hacia otro lado. El relato transcurre en un futuro no muy definido en el que un chico llega por azar a un lugar llamado El Área, espacio que está cubierto por gigantescos muros de vegetación.Lo particular es que quienes llegan son hombres y ninguno parece recordar nada de su vida pasada. Thomas es el protagonista de esta saga, quien rápidamente llega a recordar su nombre y jugará un rol importante cuando llegue la única chica. La forma de escaparse está a la orden del día, donde el laberinto promete revelarle al espectador mucho más de lo que imagina en las futuras secuelas. Caras bonitas, un elenco de caras frescas y un director no muy conocido como Wes Ball, quien había dirigido cortos como Ruin (recomendable que puede verse en youtube) o A work in progress, hacen de Maze Runner una película especial y atractiva de ver. Esperemos que no corra la misma suerte que Soy el número 4, donde la secuela quedó en la nada.
Lost Boys. Hace ya bastante tiempo que la decadencia de la raza humana y el Apocalipsis han comenzado. Sin que nos demos cuenta, y sin ser necesarios los días sin luz como indica la Biblia, las tinieblas han empezado a cubrir nuestra visión, mientras el mundo se distorsiona a cada paso. Como siempre, el cine saca provecho de todas esas manifestaciones, y comienza a crear fantasías que no tardarán en ser superadas por la realidad misma. Léase: Sector 9 (District 9, 2009), Los Juegos del hambre (Hunger Games, 2012), La Huésped (The Host, 2013) Divergente (Divergent, 2014), y demás etcéteras de universos distópicos y/o seres hostiles que en pantalla simulan ser una exagerada ficción para reír, llorar, o ambas cosas, cuando en verdad se trata de una crítica al tipo de sociedad que nos espera si esto sigue así de loco. En ese contexto llega una nueva adaptación dispuesta a quebrar una vez más los cánones de “paz” que aparentamos tener. Porque al adolescente adulto de hoy ya no le van las aventuras de Los Goonies, Los Pequeños traviesos o Nuestra pandilla, sino que prefieren la invasión de diferencias sociológicas, políticas, religiosas, y hasta “cuestiones de piel”, en donde nos matamos los unos a los otros por sobrevivir. ¿Sobrevivir a qué? No estamos seguros. cuerpo The Maze Runner – Correr o Morir es otro planteo de esos, con varios púberes como protagonistas indiscutidos, por ser la generación que nos salvará o nos hundirá según se den los acontecimientos. Esta vez, Hollywood encerró a un montón de varones con diversas capacidades, dentro de una suerte de ‘microclima’ cuyos muros son las paredes de un peligroso e impredecible laberinto. Claro que para el espectador, la película empieza con la llegada del Mesías; del héroe que ha sido enviado como último recurso a ese rústico campamento de ‘Boy Scouts’ que han pasado por un montón de cosas que no logran recordar (¡ni a sus padres recuerdan!), pero que están a punto de descifrar en cuanto el novato de Thomas (Dylan O’Brien) se anime a entrar al callejón prohibido y desafíe todas las reglas previamente establecidas. En el medio obviamente van a sucederse un montón de hechos violentos, discusiones morales, rituales de bienvenida y escenas de suspenso muy al estilo Lost, que por suerte están prácticamente exentas de los lugares comunes en que todas estas historias suelen aterrizar. cuerpo1 Luego de ver el tráiler ustedes dirán: “Llega una mujer al baile y bam!! Se acabó lo que era bueno”. Pero no. En ningún momento la historia acude a ese costado clichero, logrando que el film sume estrellitas y se asegure un éxito de taquilla, a base de un protagonista que le hace la guerra a Jennifer Lawrence y su heroica Katniss Everdeen, más actuaciones convincentes, villanos necesarios y sorprendentes, criaturas horrorosas que se encargarán de otorgar la dosis de sobresaltos, una mezcla de sonido impecable y un final abierto que te deja sediento. Sé que puede haberte cansado el boom del género ‘teenager’, pero la acción laberíntica de The Maze Runner y algunos de sus inteligentes guiños, no defraudan. Gran labor de todo el equipo para construir un relato que en poco menos de 2 horas, resume perfectamente todas sus intenciones. Entretenimiento garantizado… ¡Corré a buscar tu salida! ¡Digo tu entrada!
Una pesadilla con forma de laberinto Los universos distópicos (término que alude a una sociedad ficticia indeseable en sí misma) son la nueva obsesión de Hollywood. Después del éxito alcanzado por “Los juegos del hambre” y la más reciente “Divergente”, llegó a las salas tucumanas una nueva historia que aspira a convertirse -como las anteriores- en una saga de ciencia ficción bien plantada. Y, para ser sinceros, tiene con qué. Basada en la novela de James Dashner “Maze Runner: correr o morir” atrapa de principio a fin con una narración precisa y exenta de los vicios típicos del cine para adolescentes. De hecho, en la primera mitad del filme hay escenas que ponen los pelos de punta y que marcan una diferencia notable con, por ejemplo, “Los juegos del hambre”. Entre náuseas y pánico, un adolescente despierta dentro de un vertiginoso ascensor enrejado que lo conduce hasta un extraño campamento de chicos, rodeado de enormes paredones sombríos. Esos paredones ocultan un insondable laberinto que todas las noches cambia de forma. Para colmo, ese entramado de pasadizos está habitado por unos seres espantosos, los “penitentes”, que amenazan con matar cruelmente a aquel que se atreva a cruzar. Pero el recién llegado Thomas (atención con el trabajo del joven Dylan O’Bryen) revierte este miedo y rápidamente se convierte en líder del grupo. El director Wes Ball se esmeró hasta el delirio por pulir las imágenes y otorgarle a la narración una fluidez inusual. Incluso se aleja de fórmula que establece que para ganar la atención de la platea adolescente hay que plantear romances y escenas amorosas. Nada de eso sucede en esta película. Ni siquiera cuando aparece la primera chica que pone de cabeza al grupo de renegados, algo que se agradece con énfasis. Los que busquen ciencia ficción de la mejor, encontrarán en esta película un entretenimiento que los mantendrán atados a la butaca. Tal vez lo más flojo sea el final abrupto que deja abierta la puerta hacia una segunda parte. Pero el disfrute está asegurado.
Mucha pierna, poca sustancia Quizá lo que más llama la atención de Maze runner: correr o morir son los efectos sonoros. Sobre el tablero hay un grupo de chicos lanzados a una planicie verde, rodeada de un laberinto gigante que cambia día a día. Incapaces de recordar cómo llegaron, llevan tres años tratando de salir de ahí cuando los encuentra el héroe del relato, quien va a romper esa incapacidad. Suena antipático, pero una de las primeras preguntas que surgen después de ver la película es: ¿Qué le falta? La respuesta es otra pregunta: ¿Le falta sustancia? Puede ser. Veamos por qué: los personajes tienen muy poca vida propia en la pantalla. Por poco y se comportan como lo que se supone que son: conejillos de Indias. Sus personalidades son pobres. Parecen responder solamente a una cuestión de estímulos y respuestas, sin pensamientos propios o sentimientos. Esto se ve muy claro en los diálogos que mantienen entre sí, que es el modo con que cuentan para expresarse, comunicarse y modificar la realidad. Son conversaciones básicas, del tipo de disputar jerarquías, dar órdenes o ejecutar tareas. Además, carecen alarmantemente de humor. La risa es la contracara de la tragedia. Se ríe para no llorar, para no enloquecer. En este tipo de productos para adolescentes es llamativo que haya sido dejado de lado. La acción es de buena calidad. Los efectos convincentes. Sin embargo, la presencia de una única variante de criatura confeccionada para aterrorizar a los chicos sabe a poco, comparado a estos universos para niños y adolescentes imaginativamente tan ricos. Por último, el final. Con esto de pensar siempre en historias que se desplieguen en forma de secuelas puede ocurrir lo que aquí, donde no hay ningún planteo de fondo, una razón por la cual las cosas suceden. Se estira tanto el suspenso que se vuelve especulación. Termina el filme y no sabemos qué ocurría. La ciencia ficción como género es lo opuesto. Fue y es el vehículo para que el pensamiento humano vuele hacia el futuro y se haga preguntas que nos involucran como raza, como seres vivos. Aquí de eso nadie se ocupó.
Basado en la novela de James Dasher, la película sigue los pasos de un joven que es llevado a una comunidad de niños que estan atrapados en un gigantesco laberinto en el cual son cazados. La acción transcurre en un futuro post apocalíptico y si tiene éxito en taquilla será el origen de una nueva saga al estilo "Los Juegos del Hambre". Con reminiscencias a "El Señor de las Moscas", "Fuga en el Siglo 23" y "Carrera contra la Muerte", la película es un intenso ejercicio sobre la violencia, la perdida de la inocencia y el desconcierto.
Basada en la novela homónima de James Dashner, The Maze Runner es la primer parte de una saga que consiste en tres secuelas y una precuela. El film fue dirigido por el debutante Wes Ball, quien formó parte del equipo de efectos visuales en trabajos como Beginners: Así se siente el amor. Esta película entra en la serie de adaptaciones de novelas categorizadas como Young Adult (Joven Adulto). The Maze Runner está situada en un futuro distópico en donde un grupo de jovenes se encuentra aprisionado en un lugar cuyo área más peligrosa es el laberinto que los rodea. El largometraje recuerda a obras de la literatura como Lord of the Flies o El Laberinto del Minotauro por momentos. De la larga lista de adaptaciones de libros para jóvenes, The Maze Runner es el film más ajustado, con una estructura más clara y precisa. La película comienza abruptamente y no pierde el tiempo en una lenta explicación/exposición o construcción del mundo apocalíptico que habitan los protagonistas con la mera excusa de crear secuelas. El producto peca de tener un tono solemne, pero lo compensa con un clima tensa y un tanto misterioso, lo cual logra que la película sea entretenida a pesar de que por momentos se tome demasiado en serio a sí misma. Uno de los puntos menos distintivos de la película es sin dudas su fotografía en la que todo termina pareciéndose y llega a aburrir al espectador. Por suerte el film no comete los pecados de tener una premisa imposible de explicar o toques excéntricos como la vestimenta de la clase gobernante en Los Juegos del Hambre. The Maze Runner no logra ser algo más que un producto cuidado, que se destaca dentro de las recientes películas basadas en best-sellers en el hecho de ser narrativamente eficiente (dura 113 minutos), lo cual no es poco. Los jovenes protagonistas no despuntan en sus performances, pero tampoco se alejan demasiado de lo que se espera de ellos, quizás sea necesario desarrollar todo su potencial en la próxima entrega que por lo pronto no es más que un proyecto
Un minotauro apocalíptico Si bien el éxito literario de las obras para “jóvenes adultos” ha sido desde hace varias décadas el foco de los best sellers, en el cine este parece ser su momento, con numerosas sagas que encuentran aceptación masiva en el público y estudios dispuestos a explotar la gallina de los huevos de oro. Maze Runner: correr o morir es la nueva propuesta y, aunque uno se siente inclinado a vincularla a otros títulos, lo cierto es que el tono de tragedia y oscuridad que le da marco al relato está lejos del aggiornamiento juvenil de otros títulos como Los juegos del hambre. La opera prima de Wes Ball es efectiva más allá de sus irregularidades y contiene en el suspenso y la intriga mejores argumentos que cuando se pretende un relato de acción. Sin lugar a dudas es la forma en que plantea incógnitas como el relato gana fuerza: un muchacho se levanta en el medio de la nada enfrentándose a un lugar extraño y gente que no ha visto en su vida, encontrándose con que no puede recordar cómo llego allí ni su nombre o pasado, además de estar rodeado por una enorme estructura que le genera curiosidad a pesar de su amenazante aspecto. El acierto está en cómo el guión dosifica estas preguntas que, en realidad, una vez conocemos sus respuestas, llevan a nuevos giros hasta el final en el que se da el puntapié para que exista una secuela. Sí, es cierto que es un recurso que fácilmente puede resultar frustrante, pero aquí es sólido más allá de las respuestas que, se presume, responderán en la secuela. Es el suspenso, la búsqueda de conocer la verdad, uno de los atractivos que llevan a que la película no aburra. Ball se permite desde la puesta en escena alguna diferencia respecto a otros títulos del mainstream dirigidos a un público joven. Antes que focalizarse en la acción, el director hace énfasis en el tono descriptivo de lo que está sucediendo, a menudo deteniéndose en el extrañamiento que provoca en los personajes la situación. Esto compensa en algunos segmentos la pobreza del perfil psicológico de cada personaje y la convencionalidad (después de todo, de qué nos queremos convencer, esto es mainstream) con la cual se construye el héroe (el Thomas interpretado por Dylan O’Brien), a pesar del giro final que no consigue darle mayor riqueza. Por otro lado, también es en la acción donde a menudo encuentra su punto más débil: si bien las persecuciones con steadycam a lo largo del laberinto consiguen dar vértigo al recorrido por su estructura, la edición en las secuelas de impacto físico es inentendible y le quitan intensidad al clímax del film. Donde triunfa no sólo el relato que da origen a la película, sino también el film y el guión, es en darle al relato mitológico del laberinto una dimensión distópica y moderna, un tanto superficial, pero conveniente para conocer el tipo de monstruo, el minotauro, que esta entrega para jóvenes adultos nos ofrece. Por desgracia es un monstruo que aquí sólo conoceremos a través del suspenso y que solamente en las secuelas conoceremos con mayor profundidad. Por lo pronto, un entretenimiento efectivo con algún matiz de oscuridad que la hace más osada que otras películas dirigidas a “jóvenes adultos”, aunque cae en la medianía debido a los convencionalismos hollywoodenses.
Una mezcla de ciencia ficción, aventuras e intriga. El corredor del laberinto, sigue casi la misma línea de “Los juegos del hambre” y “Divergente, entre otras. Esta otra propuesta de ciencia ficción para jóvenes, contiene mucho ritmo pero mantiene un equilibrio y aporta elementos de la mitología. Todo comienza cuando vemos a Thomas (Dylan O´Brien, "New Girl" Series de TV) que despierta en una especie de jaula que va ascendiendo y cae en una aldea habitada por adolescentes y niños desconocidos, en un principio su memoria ha sido borrada. Ambientada en un mundo post apocalíptico, Thomas, en un principio sufre de amnesia que terminará siendo transitoria, el resto de los pobladores hace tres años que viven allí y tampoco saben como llegaron a ese lugar. Buscan sus alimentos, crían su ganado, aún no han encontrado la forma de escapar, todos los días se esmeran para ello, deben transformarse en importantes corredores y ser buenos estrategas. Cada tanto se abren esas enormes paredes de rocas, los corredores deben logar traspasarlo, siempre se encuentra con obstáculos, pero una vez allí se lucen otros escenarios, lugares extraños, con criaturas raras, otras con enormes pinzas por todos lados y tienen algo de robot no se sabe bien pero las pueden manejar desde otro lugar. Otros de los personajes de la historia son: Teresa (Kaya Scodelario), Gally (Will Poulter), Alby (Aml Ameen), que van aportando y la actriz Patricia Clarkson aparece poco pero su participación es correcta habiendo logrado una buena composición . La película se encuentra basada en el primer libro de una exitosa saga escrita por James Dashner, y todo indica que se encuentra realizada para que se convierta en una saga cinematográfica. Es una historia llena de: aventuras, sorpresas, suspenso, monstruos y criaturas escalofriantes, contiene un contexto político, generan algunos interrogantes que el espectador deberá resolver, con buenos efectos especiales. La complementa la ciencia ficción, algún que otro toque de terror y mucha acción. Tiene algunos errores narrativos, falta el amor adolescente, y no todas las actuaciones son parejas.
Maze Runner, correr o morir, es una buena y entretenida propuesta en la cartelera de cine como para no dejar escapar. El joven elenco realiza un creíble y brillante trabajo. El guión tiene buen ritmo y te mantiene enganchado durante toda la proyección. Pero el desenlace quizás no conforme a todos, aunque de todas formas te deja enganchado con ganas y buena predisposición como...
Atletas de laberinto La llegada a las salas de Maze Runner – Correr o morir generó, de movida y por la información con la que se contaba, una especie de murmullo generalizado entre todos aquellos que no suelen comulgar con este tipo de adaptaciones convertidas en sagas cinematográficas juveniles. Más allá de las similitudes que se puedan encontrar entre esta proyección y otras obras también ubicadas en un futuro distópico en el que los adolescentes son los encargados de tomar el mando, vale destacar que la citada aquí, dirigida por Wes Ball, sale airosa y gana puntos extra por su notable realización y por unos cuantos buenos momentos de nervio. Dylan O’Brien encarna a Thomas, quien despierta ante el recibimiento de un grupo de muchachos. No recuerda cómo llegó hasta allí ni quién es. De a poco se va asociando al conjunto de chicos que habitan en ese extraño lugar caracterizado por poseer un inmenso laberinto cuya salida no han sabido hallar ni descifrar hasta ese entonces. Existen cuestiones y modos en que estas se desarrollan que hacen pensar que el film no aporta nada nuevo. No es neta y completamente más de lo mismo aunque sí tiene algo (o bastante, dependiendo de qué tan fino hilemos) de lo que estamos acostumbrados a ver en este tipo de sagas, con la distinción de que aquí las ejecuciones están mejor llevadas al valerse de un poder de atracción más fuerte y una dosis suficientemente menor de pomposidad, por decirlo de alguna manera. Salvando las diferencias entre la trama de una y otra cinta, en Maze Runner, al igual que en Los Juegos del Hambre, el factor supervivencia cobra importancia en cada uno de los jóvenes que conforman la historia. Algo parecido ocurre, volviendo a establecer un parangón entre las mencionadas proyecciones, en lo que respecta a las consecuencias que pueden desprenderse de un enfrentamiento: la sensación de que nadie está a salvo reina por momentos y en unas cuantas resoluciones en las escenas de mayor intensidad que se exhiben. Es factible que a la película, más allá de lo llevadera y entretenida que resulta, le sobre metraje. Los personajes, si bien localizan buenas actuaciones por parte de sus intérpretes (en especial Dylan O’Brien y Will Poulter, este último en un papel totalmente opuesto al que le había tocado personificar en We’re the Millers), no terminan de generar un elevado grado de empatía con el observador. El film de Wes Ball funciona por su capacidad de engancharnos gracias a su interesante comienzo y a las apreciables instancias en las cuales la tensión quiebra el simple asomo para presentarse finalmente en cuerpo y forma, con esplendor. LO MEJOR: el arranque, la manera en que está narrada la historia. Los momentos de acción. LO PEOR: menos minutos le hubiesen quedado mejor. Resoluciones algo discutibles. PUNTAJE: 6,5
"Vi con Maze Runner con el prejuicio de que se tratara de un refrito de ideas (y en varias formas lo es). Pero lo cierto es que se disfruta mucho. La narración atrapa, seguís con curiosidad el interrogante de saber qué hay detrás del laberinto y está filmada con solvencia. Un entretenimiento más que aceptable". Escuchá el comentario. (ver link).
Sé que debo escribir sobre cine, pero llegados a este punto es necesario aclarar las ideas y ordenarlas un poco para poder ver el bosque que tapa el árbol. La literatura de ciencia ficción pensada para adolescentes está teniendo algunas dificultades con la originalidad, y en un par de casos (“El huésped” -2013-, “Soy el número 4” -2011- , la colección de “Crepúsculo” completa – 2008, 2009, 2010, 2011-) para plantear lecturas profundas sobre ellos, al menos algo que vaya un poco más allá de si está bien o no enamorarse de alguien distinto o las tribus urbanas determinadas sólo por su forma de vestirse. Es increíble que no haya una oleada de juicios por plagio a esta altura. En el caso de la ciencia ficción futurista el escenario se plantea luego de algún evento apocalíptico (se rompió el sol, se tiró la bomba, etc.) y con una sociedad eminentemente violenta que intenta volver a organizarse empleando métodos poco democráticos. O los autores, presionados por los ceros del cheque, pierden la brújula en la mitad del segundo libro, o simplemente la idea está agotada. Algunos salen bien, claro, pero cuando pasa eso ¿quién puede ceder ante la tentación de seguir escribiendo a cambio de una islita en la Polinesia? ¿Se imagina si se escribiera hoy “La naranja mecánica”? ¿Cómo hace Anthony Burguess para explicarle al editor que ya está? Que es un sólo libro. Ni a palos podría enfrentar a la caja registradora. Terminaría firmando para escribir “La banana a pedal”, “La sandía eólica” y el final de la saga se desdoblaría en dos: “Aguante la mandioca: la fruta es mentira” y “Aguante la mandioca 2: el retorno del melón digital”. Si tomamos los planteos básicos de “Divergente” de Verónica Roth, “Los juegos del hambre”, de Suzanne Collins, y “Maze Runner”, de James Dashner, por mencionar las sagas más exitosas entre el público joven, todos se parecen en algo, o al menos tienen el mismo esqueleto. Futuro desesperanzador, la humanidad (en especial los adolescentes) está dividida en grupos según sus “aptitudes”, y los chicos puestos a prueba con distintos experimentos ya sean para convertirlos en algo más de lo que son, para ensayar sistemas de gobierno o para prolongar a los detentadores del poder. Por alguna razón casi implícita se clasifica a los pibes estilo Jardín de infantes. Salita verde, amarilla, azul, etc. También son aislados o separados en grupos comunes. Como se ve, no abundan las ideas nuevas. Lo que sí abundan son adaptaciones cinematográficas de libros que se venden por millones, razón por la cual no alcanza con uno. Hay que escribir cuatro o cinco más y, por supuesto, al último hay que desdoblarlo en dos películas. Si no, no vale. Se estrena “Maze Runner: correr o morir”. El autor lo ha definido como una cruza entre “El señor de las moscas” (1990) y “Lost” (serie TV 2004/2010), pero esto es cierto en la epidermis de la historia. Se parece a otras cosas en las capas más profundas. En la primera escena, Tommy (Dylan O’Brien) es subido a la superficie en un ascensor. Llega confundido, amnésico y mal dormido, a una suerte de chacra rodeada por cuatro paredes gigantes, cada una de las cuales ostenta unas compuertas. Cuando decimos gigantes es en serio. A ojo de buen cubero estamos hablando de 30 ó 40 metros de alto. No hay adultos en éste lugar. Sólo chicos varones de una edad promedio de 15 años. Hay un líder al que todos siguen, y están divididos en grupos según sus….. ¡Adivinó! Aptitudes, igual que en “Divergente” (2014). Así tenemos a los corredores, los granjeros, los constructores, etc. Pero esto no importa mucho porque todo se focaliza en los corredores que día a día salen al laberinto para tratar de trazar un patrón que les permita saber qué hay más allá. Miguitas no pueden dejar porque a la noche se cierran las compuertas y dentro del laberinto quedan los Penitentes, Una mezcla de arañas mecánicas con bofe de vaca, muy malas por cierto. Siempre hay un elegido. Esta vez Tommy, que pese a su condición reúne valores como coraje, sentido común, osadía y curiosidad. Suficiente para comenzar la aventura y “desordenar” el orden establecido por los chicos en ese lugar en donde hay reglas a cumplir a rajatabla. De todo el grupo se desprenden Newt (Thomas Brodie-Sangster), un chico con habilidades físicas; Miho (Ki Hong Lee), un corredor, Chuck (Blake Cooper), casi un niño al que asignan el seguimiento de Tommy, y Gally (Will Poulter), típico malcriado con más músculo que cabeza. Por supuesto nadie sabe nada. El espectador se irá enterando de todo a medida que el protagonista pueda averiguarlo. La supervivencia durante una noche en el laberinto, con rescate del líder Alby (Aml Ameen) incluido y el envío de sopetón de Teresa (Kaya Scodelario), una chica, la única, del grupo, serán los disparadores para acelerar la aventura. Tommy tiene pesadillas recurrentes con imágenes en un laboratorio, las mismas que ella. Allí estará la respuesta pues. Es indudable la calidad de factura de “Maze Runner: correr o morir”. Todo funciona acorde a la millonada que costó y nada está puesto por azar. El debutante Wes Ball agarró el fierro caliente de la dirección con mucha solvencia para amalgamar los rubros técnicos en los cuales la banda sonora y la composición digital se llevan los mayores aplausos. El elenco cumple con creces, en especial el chico Blake Cooper. En cuanto a la fidelidad como adaptación, los guionistas Noah Oppenheim, Grant Pierce Myers y T.S. Nowlin, dejaron de lado a los fans ortodoxos y se tomaron varias licencias de mayor o menor envergadura, como por ejemplo la forma en la que Tommy y Teresa se comunican Por supuesto que todo queda abierto para la siguiente entrega (de cuatro novelas más y una sexta parte que se está escribiendo), mientras tanto este buen entretenimiento funciona y entretiene.
En las puertas de lo inesperado En el contexto de la denominada “literatura juvenil”, además de la llamada fantasía épica (o épica fantástica, como le gusta decir a Liliana Bodoc), que suele estar vinculada al amplio apelativo al que referíamos, se han expandido en los últimos años otras temáticas. Éstas incluyeron la vampírico-demoníaca en las sagas “Crepúsculo” (Stephenie Meyer) y en “Cazadores de sombras” (Cassandra Clare), y una línea que tiene que ver con cierta rama de la ciencia ficción distópica, cuyo mayor exponente es la trilogía de “Los juegos del hambre” de Suzanne Collins, pero en la que también revisten “La huésped” (también de Meyer), “Divergente” (Veronica Roth), y “The Maze Runner”, de James Dashner (recomendada por Tiffany Calligaris a su paso por Santa Fe). Como es de esperar, la fidelidad y el entusiasmo de los públicos de estas sagas las han convertido en tentadoras franquicias para la industria cinematográfica, y a todas les ha ido llegando el turno de pasar a la pantalla grande. Y la primera novela de “The Maze Runner” no iba a ser la excepción. Lo interesante del planteo inicial de la película (tomada del libro original) es que partiendo de la base de que la amnesia es uno de los elementos clave de la historia, vamos acompañando al protagonista en su descubrir de la (nueva) realidad que lo rodea. Recién venido La historia comienza con un muchacho despertándose en un ascensor de carga, entre provisiones, y algún animal vivo. A diferencia de los ascensores individuales de “Los juegos del hambre”, que se abren a la luz diurna de la sangrienta arena, éste lo deposita en el medio de un lugar que pronto sabrá que es conocido como “el Área” (“the Glade”); allí lo recibe un montón de otros jóvenes, todos varones, quienes le dicen que en un par de días recordará su nombre de pila, pero nada más. Veremos cómo este “novato” se reencuentra con su nombre (Thomas) y empieza a conocer las particularidades de su nuevo hogar. Allí todos desconocen su pasado, todos los meses llega un novato junto con la provista que trae “la caja” (el ascensor). El Área está rodeada por los muros internos de un laberinto, al cual se accede por unas paredes que se abren durante el día y se cierran al atardecer. En el marco de esa nueva sociedad creada en tres años, se han generado grupos por actividades, y los Corredores son los encargados de explorar el laberinto para averiguar si hay una salida. Allí habitan peligros (en principio) nocturnos. Adentro y afuera Toda comunidad necesita líderes, y el principal es Alby, el primero en llegar, secundado por Newt. Minho es el jefe de los Corredores, y Gally es una figura de cierto ascendente sobre la amnésica gurisada. Otro elemento de interés reside en cómo retoma la vieja idea de “El señor de las moscas”, de William Golding: cómo un grupo de jóvenes desarraigados puede forjar desde cero una nueva civilización, con sus estratificaciones, sus jerarquías y sus reglas fundantes. Pero en este caso todo ese mundo va a ser puesto en cuestión con la llegada de Thomas, a quien se sumará “alguien más” que será otro detonante de una serie de cambios que apresurarán la búsqueda de una salida, dejando al mismo tiempo algunas revelaciones sobre el afuera. Quizás los fans de la saga literaria extrañarán cosas, como el desarrollo de los personajes, cosa que suele suceder en estos casos, en general en favor de la acción, que el debutante Wes Ball conduce con buena mano, sobre el guión de Noah Oppenheim. Las tensiones entre la “seguridad” del adentro y los peligros del “afuera” (y los argumentos “conservadores” para evitarlos) funcionan, como así también el crescendo hacia un final que trae muchas explicaciones... aunque no todas (abriendo las puertas a la próxima entrega). Buenos muchachos El juvenil elenco tiene la particularidad de incluir algunas figuritas promisorias de origen británico, además de estadounidenses como Dylan O'Brien, el encargado de conducir el relato como el decidido Thomas. La bonita Kaya Scodelario no tiene tanto margen de lucirse como Teresa (guarda, se nos está escapando un dato) pero seguramente tendrá su oportunidad en la próxima, de ahí que sea la número dos de la lista. A. Ameen (Alby) logra transmitir algo de ese rol de anciano sabio de veintipocos, pero Thomas Brodie-Sangster (Newt) impone una presencia mayor, con su aspecto de secuaz de Peter Pan y sus miradas de refilón. Will Poulter (el Eustace de Las Crónicas de Narnia, ya crecido) vuelve a hacer un personaje contrera y le sale bien. Poco espacio tiene Ki Hong Lee como Minho, un personaje que tal vez queda más unidimensional de lo que los lectores esperarían. Blake Cooper como Chuck tiene a su cargo el toque emotivo. Y para el final dejamos a Patricia Clarkson como la misteriosa Ava Paige: lo suyo es de taquito, pero también esperamos más para lo que viene. Es que más allá de los callejones sin salida parece haber un mundo más complejo: quizás el verdadero laberinto.
Ya es momento de otra adaptación más de una saga literaria juvenil, de esas que parecen ser ya pensadas en el texto para ser llevadas a la pantalla grande. Esta vez, hablamos de la saga de "Maze Runner" escrita por James Dashner y que, por supuesto, se convirtió en u best seller inmediato. El asunto recae en manos del director debutante en el largometraje, Wes Ball, con mayor experiencia en el departamento de arte, y se nota en el resultado. Una mezcla de varios formatos, de variadas fuentes, allá está una atmósfera similar a la de Los Juegos del hambre, pero es imposible no recordar a "El Cubo" o "La Habitación de Fermat", y no tanto a aquella preciosura ochentosa y glam de Jim Henson llamada Laberinto. Un joven (Dylan O’Brien) que en un principio no recuerda su nombre pero luego sabrá que se llama Thomas, llega mediante un ascensor de carga aun territorio cuasi selvático, despojado de todo aspecto de civilización actual, habitado por un grupo de jóvenes, todos varones, en la misma situación que él. No recuerdan cómo ni por qué están ahí, pero en cierta forma, en esa desolación están encerrados. Unos enormes bloques d cemento los mantiene rodeados y entre ellos un laberinto formado por los mismos bloques con un mecanismo que cambia todas las noches y vigilado peligrosamente por unos seres llamados los Penitentes. Esa es su única forma de salir de ahí, pero nadie se atreve a desafiarla, o casi nadie, entre ellos hay un grupo llamado “los corredores” que noche tras noche se adentran hasta donde pueden y trazan un mapa del lugar, inútil porque al día siguiente cambia. ¿Hace falta decir que Thomas viene a cambiar las reglas? ¿Qué él no está dispuesto a quedarse en el molde y que quiere entrar al laberinto para salir? ¿Hace falta aclarar que Thomas es un joven especial y que en su pasado hay más de un secreto así como que en el lugar hay más de un secreto? Sí, "Maze Runner" tracciona a fuerza de clichés, de una fórmula establecida para este tipo de relatos que tanta pasión despierta en los jóvenes. Pero en un punto redobla la apuesta y supera esa barrera. Ball dota al argumento, bastante lineal y hasta previsible, de mucho dinamismo, ritmo y vértigo. Es una de esas películas que podemos decir, no decae nunca. El espectador se mantiene atento y entretenido durante todo el metraje y logra que nos interesemos en el destino de esos jóvenes. También esos personajes, aunque estereotipados, se ven con carnadura y hasta varios matices y capas, permitiendo cierta identificación. Una puesta en escena correcta, al igual que la fotografía abundante en tonos verdes sucios, ayudan a crear esa atmósfera de encierro en aire libre. La musicalización también realiza un aporte inteligente remarcando ahí donde mayor tensión se necesita, para focalizar y enfatizar. Por último, una mínima pero fundamental presencia de esa gran dama de la actuación que es Patricia Clarckson hace que todo nos termine de cerrar. Una aventura de manual pero sin que eso nos resulte molesto, "Maze Runner" ofrece más de lo que uno podría esperar de un producto de este tipo, y eso sólo ya es demasiado. Logra diferenciarse con buenas armas y sale airoso aun cuando el proyecto pareciera comenzar a derrumbarse. Definitivamente, un desafío en el que vale la pena prenderse. Por supuesto, hay garantía de saga cnematográfica.
Una nueva adaptación de saga literaria juvenil, y ante el evento uno ya no sabe que es lo que le deparará el destino. Por suerte "Maze Runner: Correr o Morir" (USA, 2014) se ubica en un lugar positivo y logra un producto de calidad con toque nostálgico, asemejándolo a filmes clásicos familiares y de aventura de los años ochenta. Mezcla de “Costa Mosquito” con “Los Juegos del hambre” en "Maze Runner" se plantea una comunidad de jóvenes aislados que deberán luchar por su vida en un espacio abierto y que periódicamente reciben la incorporación de un miembro al equipo. Por obra de un grupo de científicos inescrupulosos, encabezados por Ava Page (Patricia Clarkson), los jóvenes no solo llegan al lugar en estado de inconsciencia, sino que además no recordarán cualquier estadio previo a su desembarco. La acción en "Maze Runner…"comienza cuando Thomas (Dylan O’Brien) es abandonado en el lugar y trata de entender primero su situación y luego en quien debe confiar y con quien aliarse del resto de jóvenes. Imposibilitado tratará de encontrar algunas respuestas en Chuck (Blake Cooper) o Alby (Ami Ameen) quienes no sólo le mostrarán los secretos del lugar, sino que lo introducirán en la filosofía y lógica de convivencia. Fuera del “claro” en el que habitan los jóvenes, y siguiendo la lógica que le imparten de “Haz tu parte. No hagas daño a otro. Nunca vayas más allá del muro.” Thomas se preguntará el porqué de su llegada ahí y alguna vía de escape. Pero no hay respuestas, o sí, pero las mismas las comenzará a buscar por sí solo atravesando esa inmensa muralla que lo separa de algo que nadie sabe qué es, pero que a través de un grupo de “valientes” que corren diariamente en el inmenso laberinto cambiante que circunda el lugar, seguramente está. La división entre los jóvenes, que se identifica con la tarea asignada, será lo que luego genere cierto “motín” ya que el más nuevo, el recién llegado, comenzará a abrirle los ojos a aquellos que hace tiempo están aislados y que nunca han podido pensar por sí mismos. Enfrentado a Thomas se encontrará Gally (Will Poulter), alguien tan irracional y empecinado en seguir reglas que nunca llegará a comprender la visita del primero como una posibilidad de cambiar su presente para así poder salir a la vida real. La película, dirigida por Wes Ball, profundiza sobre las relaciones humanas que penden de un hilo principalmente en situaciones extremas y se apoya en escenas de gran impacto visual para lograr sostener una narración que, de un planteo simple y ya visto en sagas juveniles anteriores, hace un discurso verosímil y concreto. La nostalgia que impera en toda la cinta es también posible gracias al espíritu aventurero de “Maze Runner…”, porque en el tratar de encontrar una salida a la opresión del presente, corriendo a través de los oscuros pasillos de los laberintos se arma una épica dinámica y ágil. En el laberinto está lo oculto, lo que no se dice, lo que justamente en su ausencia mantiene el sentido de las reglas iniciales, abriendo el juego a un estadio onírico en el que la empatía con los jóvenes hace que todos queramos escapar con ellos. Entretenida. Una sorpresa.
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Correr o morir "El desnivel acecha. Cada paso puede ser la caída. Soy el lento prisionero de un tiempo soñoliento que no marca su aurora ni su ocaso. Es de noche. No hay otros. Con el verso debo labrar mi insípido universo". Jorge Luis Borges, El Ciego. Entre el universo distópico y sádico de Los Juegos Del Hambre, y la historia de barbarie versus inocencia del cásico de William Golding "El Señor de las Moscas", se asoma The Maze Runner: Correr o Morir -filme basado en el homónimo bestseller juvenil del 2009 de James Dashner- que adapta para la pantalla grande un relato plagado de misterio, incertidumbre y enigmas. Y la película no deja que el espectador despegue los ojos de la pantalla ni por un segundo. Desde que Thomas (Dylan O'Brien) se despierta en un ascensor –empapado y sin ningún recuerdo de su vida pasada-, y llega a una colonia de chicos que fueron misteriosamente abandonados en el medio de un laberinto, la historia sólo mejora. Los jóvenes deben vivir de las pocas provisiones que "alguien" les da por mes, e investigar el laberinto que los rodea, tratando de no morir en el intento. Es que las paredes de concreto que se bifurcan en todas direcciones, y que cada noche cambian su diseño, esconden mucho más de lo que ellos se imaginan. Pero el laberinto es precisamente la clave para poder escapar. El debut direccional de Wes Ball –que hasta el momento se dedicaba a los efectos visuales y hasta tiene su propia compañía- es una película atrapante que hace un uso sutil del CGI para darle lugar más preponderante a la narrativa fílmica de The Maze Runner y al nuevo talento de O'Brien, que tiene una larga carrera cinematográfica en su futuro actoral. Con una premisa irresistible, y un ritmo punzante y consistente, The Maze Runner logra establecerse como algo más que un filme distópico adolescente, y se suma a la larga lista de largometrajes juveniles que llegan a superar las expectativas, y más.
De James Patterson, llega a las librerías este nuevo bestseller juvenil acerca de una sociedad utópica y futurista, donde un puñado de chicos son enviados a sobrevivir en un lugar extraño, rodeado por un enorme laberinto y criaturas de lo más extrañas, sin recordar apenas mas que su nombre. Se verán obligados a vivir de la naturaleza, y empleando sus mejores habilidades, hasta la llegada de Thomas, y de otra chica, quienes serán portadores de un mensaje que cambiará todo, pues será él el indicado para resolver el misterio de por qué están ahí y qué es es el lugar en donde los tienen recluidos, y convertirse en un corredor del laberinto. Animados por encontrar a la nueva gallina de los huevos de oro, esta vez de la mano de la 20th Century Fox y Wes Ball, cuyo debut en pantalla grande le ha valido ser elegido para dirigir la secuela, próxima a estrenarse en el transcurso de 2015. El Corredor del Laberinto es una adaptación para fans, pues por mucho que los puristas se quejen de los cambios que han introducido en el largometraje, no sirve para atrapar a muchos más fans a la historia, al menos no durante la mayor parte de la película. Es hasta la secuencia final, cuando parece que toma ritmo y abruptamente termina con una frase que, obviamente, deja enganchado para esperar la secuela. No podemos criticar el libro pues no lo hemos leído, pero lo poco que vimos, realmente parece que este tipo de filmes "arriesgados" necesitan un poco más de talento. Por que el actor principal, Dylan O Brien no conecta, no transmite nada, y el resto del elenco (bastante desconocido, por cierto), tampoco aporta nada al género. Plana, aunque con tomas bastante bien logradas con ayuda de los efectos especiales, la historia de The Maze Runner guarda lo mejor para la segunda parte. Al menos eso esperamos.
A esta altura estoy harto de todas esas utopías de cuarta que saturan el género de literatura para jovenes adultos - o novelitas de aventuras y romance para adolescentes cachondas -, las cuales se cuentan por decenas y son demasiado parecidas entre sí. Esos mundos desbordados de reglas ridículas en donde los adultos son malévolos y es necesario el surgimiento de un joven rebelde y de cabellos lacios al viento, el cual acabará con el régimen de tiranía de turno. Ok, hay excepciones - como Los Juegos del Hambre -, en donde los componentes están mejor cocinados y son mas interesantes que la previsible historia; pero en otros casos - como Divergente o El Dador de Recuerdos - las coincidencias (y la chatura) de la trama son tantas que, a los cinco minutos de comenzada la proyección, uno empieza a bostezar de manera interminable. The Maze Runner (título textual: El Corredor del Laberinto) tiene el mérito de ser diferente. En el fondo esconde otra de esas utopías, pero al menos parte de una premisa apasionante y, durante el 99% del tiempo, se dedica a desemarañar el misterio que ha planteado, sumando nuevas preguntas a lo largo del relato. No es un filme perfecto - el final no resuelve todas las incógnitas y se siente como una película partida al medio - pero, a medida que transcurre, es apasionante y está construida como los dioses. En el fondo The Maze Runner no es mas que el clásico El Señor de las Moscas, mezclado con gotas de Dark City. Chicos dejados a su albedrío, los cuales forman una sociedad munida de reglas propias, y lo que deviene en criterios y comportamientos no siempre encuadrados dentro de lo que uno entiende como normal. Al fin y al cabo son supervivientes que carecen de la supervisión de un adulto, con lo cual tienen que criarse solos. Como el libreto les da la excusa de una amnesia temporal, son mucho mas civilizados de lo que aparentan - vienen ya re educados -, aunque hablan su propio slang y poseen su propio sistema de reglas y leyes. Está el fortachón, el racional, el líder, el sentimental... y el héroe, el cual está espectacularmente encarnado por Dylan O'Brien. El chico combina osadía con fragilidad, destila inteligencia y posee carisma como para llevar adelante el relato. La gran virtud del héroe es que cuestiona todo y, aunque se orine encima por el miedo, sabe que hay que correr riesgos para poder salir de semejante situación. Es sagaz e inconformista pero, a su vez, un individuo que se complementa muy bien con la fortaleza del resto de los miembros - los que conocen de armas, los que investigaron el laberinto, etc -. Hay una chica - inevitable para darle en algún momento un trasfondo romántico - la que por suerte es mas activa y práctica de lo que uno podría esperar, y se transforma en una compañera de gran valía para el protagonista. Y si el escenario es fascinante, la gracia reside en tener personajes bien construidos e interesantes. No hay demasiado melodrama sino decisiones de pura lógica, empujadas por la desesperación mas que por la valentía. Como Dark City, la película se monta sobre un misterio: ¿quién construyó el laberinto y para qué sirve todo esto?. Es un mundo artificial, creado por mentes superiores que desean experimentar con los chicos pero, ¿con qué propósito?. Al final el filme elabora algunas respuestas - mas tortuosas que satisfactorias -, presagiando que los chicos terminarán en un escenario similar y mas complicado. (alerta spoilers) A mi se me antoja que esto no es una rebuscada prueba de entrenamiento para un grupo de guerreros (inmunes al virus que ha arrasado la Tierra y ha provocado innumerables mutaciones como los Penitentes), los cuales serán enviados a algún escenario apocaliptico plagado de peligros y donde deberán rescatar algún tipo de cura milagrosa para toda la humanidad; dicho esto sin haber investigado en la Wikipedia la naturaleza de los libros de James Dashner (fin spoilers). Aun con ello, The Maze Runner me ha resultado tan intensa y satisfactoria que termino obviando su tosco final, quedando a la espera de una nueva entrega que comience a resolver las incógnitas de una historia tan apasionante. Oh, si, es un filme diferente y bien hecho, y uno de los mejores titulos que hemos visto en los ultimos tiempos, lo cual lo hace ampliamente recomendable. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/maze-runner.html#sthash.QJ0ax0c3.dpuf
Hollywood sigue buscando franquicias para el público adolescente; busca una nueva saga como Crépúsculo y no logra encontrarla, busca dentro de novelas populares con un toque fantástico y busca también en los cómics. Dentro de esa búsqueda se han producido completos fracasos como Cazadores de Sombras, y grandes éxitos como Los Juegos del Hambre. Y ahí entra Maze Runner, un filme que llegó silenciosamente para ser un gran éxito y quedarse como una saga. Afortunadamente el filme es interesante, creativo en cierta medida, y atrapa al espectador en su misterio. Escuchá la crítica radial completa en el reproductor debajo de la foto.
El laberinto de la muerte "The Maze Runner" es una nueva película basada en una saga para jóvenes adultos al estilo "Los Juegos del Hambre" o "Divergente". Debo decir que le tenía cero confianza y realmente pensé que iba a ser un fiasco, pero la verdad es que terminó resultando bastante entretenida y me pareció muy bien realizada. No conozco las novelas, o mejor dicho, no las he leído, pero parece que la historia de fondo es interesante o al menos te mantiene expectante. La trama nos presenta al protagonista, Thomas (Dylan O'Brien), aunque gran parte de la película no sabemos que ese es su nombre ya que se despierta sin recordar quien es. Cuando abre los ojos se encuentra con un grupo de jóvenes increpándolo acerca de quien es y si recuerda algo de antes de despertar, pero él no tiene idea de lo que ha pasado o donde está. Cuando se incorpora al grupo, se da cuenta de que está un lugar muy extraño rodeado por muros laberínticos que se abren y cierran cada cierto período de tiempo. Los demás jóvenes llaman al lugar El Área. Un campamento donde vive un gran número de adolescentes, que al igual que Thomas, no recuerdan cómo llegaron ahí. A medida que van pasando los días, nuestro protagonista cae en la cuenta de que están presos en ese lugar y que la única manera de escapar es a través del intrincado laberinto que está después de los muros, algo que por supuesto nadie ha logrado superar hasta el momento. Todo lo que sigue está centrado en cómo Thomas trata de encontrar una salida para él y todos sus involuntarios compañeros de campamento, con todos los peligros que esta empresa implica. En sí "The Maze Runner" es un entretenimiento de aventuras adolescente con toques de drama para adultos y un buen tratamiento de la violencia, sin endulzar demasiado los momentos de tensión como lo harían otras sagas juveniles como la ya mencionada "Divergente" o "Twilight". En el film hay muertes y algunas no son muy tranquilas que digamos. Este enfoque me pareció valioso, sobre todo en estos tiempos en los que muchas historias cinematográficas son censuradas por los productores para poder llegar a un público más familiar. Otra cuestión positiva me pareció el manejo del suspenso y la intriga. Los acontecimientos que se van sucediendo atrapan y mantienen atento al espectador pero a su vez le van revelando con cuenta gotas el trasfondo de la historia que se le está exhibiendo. No se si les pasó lo mismo, pero al final del metraje pude sacar bastante pocas conclusiones acerca de lo que estaba pasando. Hay algunas vueltas de tuerca interesantes relacionadas con el estudio del comportamiento humano que espero se amplíen en las secuelas futuras. En el reparto van a poder encontrar algunas caras conocidas como Thomas Brodie-Sangster, el ex niño enamorado en "Love Actually" y actual personaje de la serie "Juego de Tronos", Will Poulter, el joven comediante de "We're the Millers" que acá se pone bastante más serio, y Kaya Scodelario, futura protagonista femenina de la quinta parte de "Piratas del Caribe". En general todos hacen un buen trabajo y llevan con gran profesionalismo el film. Una propuesta entretenida que mantiene en vilo durante los 113 minutos que dura y deja al espectador con muchas ganas de seguir ahondando en este mundo de jóvenes oprimidos que busca sobrevivir a una peligroso cautiverio.