Maze Runner: Correr o morir

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

Mucha pierna, poca sustancia

Quizá lo que más llama la atención de Maze runner: correr o morir son los efectos sonoros.

Sobre el tablero hay un grupo de chicos lanzados a una planicie verde, rodeada de un laberinto gigante que cambia día a día. Incapaces de recordar cómo llegaron, llevan tres años tratando de salir de ahí cuando los encuentra el héroe del relato, quien va a romper esa incapacidad.

Suena antipático, pero una de las primeras preguntas que surgen después de ver la película es: ¿Qué le falta?

La respuesta es otra pregunta: ¿Le falta sustancia? Puede ser. Veamos por qué: los personajes tienen muy poca vida propia en la pantalla. Por poco y se comportan como lo que se supone que son: conejillos de Indias. Sus personalidades son pobres. Parecen responder solamente a una cuestión de estímulos y respuestas, sin pensamientos propios o sentimientos.

Esto se ve muy claro en los diálogos que mantienen entre sí, que es el modo con que cuentan para expresarse, comunicarse y modificar la realidad. Son conversaciones básicas, del tipo de disputar jerarquías, dar órdenes o ejecutar tareas.

Además, carecen alarmantemente de humor. La risa es la contracara de la tragedia. Se ríe para no llorar, para no enloquecer. En este tipo de productos para adolescentes es llamativo que haya sido dejado de lado.

La acción es de buena calidad. Los efectos convincentes. Sin embargo, la presencia de una única variante de criatura confeccionada para aterrorizar a los chicos sabe a poco, comparado a estos universos para niños y adolescentes imaginativamente tan ricos.

Por último, el final. Con esto de pensar siempre en historias que se desplieguen en forma de secuelas puede ocurrir lo que aquí, donde no hay ningún planteo de fondo, una razón por la cual las cosas suceden. Se estira tanto el suspenso que se vuelve especulación. Termina el filme y no sabemos qué ocurría. La ciencia ficción como género es lo opuesto. Fue y es el vehículo para que el pensamiento humano vuele hacia el futuro y se haga preguntas que nos involucran como raza, como seres vivos. Aquí de eso nadie se ocupó.