Maytland

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

La elegía del porno argentino

Hay varias aristas que atraviesan y recorren el universo de esta ópera prima de Marcelo Charras (más conocido como guionista de televisión de ciclos como Sorpresa y media, por ejemplo) que no logran pulirse nunca: la relación padre-hijo; las obsesiones y contradicciones de un director de cine porno; la aniquilación de un modelo de industria cinematográfica pequeño a causa de la piratería y el auge de internet; y por último, el retrato en primera persona de uno de los pioneros del cine condicionado argentino llamado Roberto Sena pero comercialmente conocido como Víctor Maytland.

La primera falla que acusa Maytland (así se llama la película) es la falta de criterio cinematográfico a la hora de señalar un rumbo para abordar a un personaje rico, rústico, cuya vida estuvo marcada por el sello de lo clandestino o marginal por elección propia al haber cruzado la frontera del cine político y militante –de ahí su vínculo directo como meritorio de producción de La hora de los hornos- hacia la del cine condicionado y artesanal que comenzara allá por los tempranos ochenta con más de 120 títulos a lo largo de su carrera y que hoy prácticamente ya no existe al haberse vista desplazada por el amateurismo que encontró su ventana al mundo a través de internet.

Del bastardeado subgénero del porno pueden decirse muchas cosas y sobre sus hacedores otras tantas pero lo que es indudable es que el sello de Maytland puede encontrarse en algo que podríamos definir –con permiso de los lectores y del propio autor por esta licencia que me tomaré- como un neorrealismo del porno al haber introducido en sus películas temáticas sociales como las villas miserias en Secuestro exxxpress o la lucha entre una multinacional y el campo en Cosecha de lujuria, por citar dos de sus producciones más emblemáticas sin olvidarnos de su debut con Las tortugas pinja.

Esos pequeños hallazgos, como el hecho de haber pensado alguna vez un reallity show porno para tv llamado Expedición sex -cuando la moda de los formatos del reallity recién desembarcaban en nuestro país- hace de Víctor Maytland una persona que siempre vio en el género del porno un puente para innovar sin por ello desplazarse un ápice de los códigos, convencionalismos y limitaciones propias. Todos esos rasgos si bien aparecen en la estructura narrativa del film no logran tener el peso adecuado para construir acabadamente al personaje, quien pese a su buena predisposición y naturalidad frente a cámara transparenta las coordenadas de un guión con demasiados subrayados.

Caso contrario ocurre con el clima crepuscular y melancólico que lo rodea: desde esos cines olvidados donde se proyectan sus películas hasta su propia casa en la que aún se conservan los ya extintos vhs.

Por eso Maytland como proyecto documental hubiese sido más atractivo que como la ficción que termina siendo. El relato focalizado en el director recorre el ocaso de un realizador que sueña con su película más ambiciosa y no encuentra el apoyo para producirla (buena elección de casting el facha Martel como productor oscuro) ya que el paradigma reinante del cine porno no contempla historias ni argumentaciones y mucho menos contextos políticos.

De ahí el término Exxxterminio (asi se llamaba su último proyecto) no sólo para contextualizar una historia de amor y sexo en la época de los años de plomo con una militante torturada por un grupo de tareas que es rescatada por otro compañero que la había conocido en la proyección clandestina de La hora de los hornos, sino el del cine porno argentino que con esta elegía fallida e irregular le dice adiós a un director diferente.