Maytland

Crítica de Miguel Frías - Clarín

Un mito de la triple X

Ficción sobre el “rey” del porno nacional, con él como protagonista.

Si dijéramos, por ejemplo, que Maytland es una elegía al porno nacional , ¿cómo sonaría? Las palabras elegía y porno, combinadas, dan una idea de extrañeza, de incompatibilidad. Elegía alude a algo lírico y melancólico; porno (nacional), a algo grueso, prosaico, casi humorístico, bizarro. Bueno: la opera prima de Marcelo Charras, centrada en la vida de Victor Maytland, pionero y mito del género triple X argentino, combina todos estos componentes y tiene un resultado diverso: no desdeñable.

En principio, Charras iba a hacer un documental y, para esto, se metió en los rodajes de las películas clase C de Maytland. Luego el proyecto se transformó en una ficción, con el propio Maytland como protagonista y algunas historias reales de su vida convertidas en centro de la trama. Un riesgo grande: las autointerpretaciones y las reconstrucciones ficcionales no suelen llevar a buen puerto. Y sin embargo, la peculiar historia del personaje, su carisma, el ambiente (decadente) en el que se mueve y el clima de final de época generan una atracción que atenúa las zonas fallidas.

En esta ficción, Maytland está en decadencia terminal como realizador porno, tratando de hacer su último filme, con más voluntad que esperanza. Quiere hacer, él asegura que como siempre, una porno “con argumento”. Su productor, interpretado por el Facha Martel, lo desestima. Maytland retruca: “Yo no hago películas para pajeros. Hago películas para pajeros y tipos pensantes”. La relación de él con su hijo Luciano (buena actuación de Francisco Trull) nos introduce (mil disculpas por el verbo, tratándose del mundillo del porno) en la vida íntima del prolífico director.

Luciano, que busca el VHS de Las tortugas pinjas , un clásico perdido de su padre, indaga a Maytland sobre temas diversos. En esos diálogos, se siente el artificio estructural. Maytland dice: “Tu madre no se bancó lo que yo hacía. Le daba mucha vergüenza todo”. Y uno siente que ese párrafo corresponde, en realidad, a la cabeza parlante de un documental.

Hay, también, decisiones de mal gusto, aunque respondan a la realidad: como la de Maytland de hacer una porno sobre una detenida-desaparecida durante la dictadura. La película funciona mejor en sus cruces entre lo sórdido, lo hilarante, lo nostálgico y lo voyeurístico : el espiar no qué se hacía, sino cómo se hacían los productos triple X.