Máxima precisión

Crítica de Mariano Ojeda - El Lado G

Sin importar lo agotado que está el tema, las películas sobre la guerra entre Estados Unidos y organizaciones terrorista ubicadas en Afganistán, Pakistán o Yemen, no dejan de estrenarse, pero siempre con algo diferente por ofrecer. Máxima precisión (Good Kill, 2015) es el nuevo film del director de Gattaca, Andrew Niccol y que vuelve a tener como protagonista a Ethan Hawke interpretando a Tom Egan.

El título original de la película remite a la frase que repiten los operadores cuando el misil que acaban de lanzar da en el blanco previsto y arrasa con los enemigos de turno. Tom, un nostálgico ex-piloto, trabaja en el centro de la CIA en Langley, Virginia, y su trabajo consiste en disparar estos misiles desde unos cubículos ubicados en las afueras de Las Vegas. La jornada laboral del protagonista comienza a molestarle de manera acentuada. Comienza a replantearse su trabajo y a sentirse disconforme con su presente. De este modo, su estado afecta la rutinaria vida que posee con su familia, y sobre todo con su mujer, la hermosa Molly (January Jones).

Una película correcta que por momentos pesa lo estructurado y silencioso de la narración. El director intenta reflejar la psiquis del personaje y lo logra a costa del ritmo narrativo. Sin dudas es uno de los mejores films de Niccol; Simone, El señor de la guerra, El precio del mañana y La huésped e completan su irregular carrera de este realizador.

No está nada mal la interpretación de Ethan Hawke. Después de haber volado tres mil horas en un F-16, de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, el Major Tommy Egan está comprometido con su nueva tarde de combatir las fuerzas hostiles. Exhibiendo su destreza en los controles, el empuje de sus pies y la frialdad para ejecutar su trabajo, se podría decir que Hawke está en racha y “Good Kill” es un nuevo buen desempeño a su carrera.

Bruce Greenwood, como el Coronel Jack Johns y Zoë Kravitz, su indignada co-equiper, se mueven todo el tiempo como iniciadores de situación para que el personaje de Hawke tome la posta. Desde un lado y el otro, desde el deber de ejercer el trabajo encomendado sin cuestionamientos por el lado del Coronel, hasta el de cuestionar por qué y hasta cuándo, proveniente desde los reclamos de su compañera. Todo sucede en una misma cabina donde el silencio es casi ensordecedor.

Un film que no es malo, pero tiene sus deficiencias. Honesto, provocador y comprometido que se sostiene en la buena madera de Hawke para estos papeles donde el interior del personaje suele ser lo más perturbador e inestable.