Matrix 4: Resurrecciones

Crítica de Francisco Mendes Moas - Cine Argentino Hoy

“Matrix Resurrections” de Lana Wachowski. Crítica. Matix for Dummies.
Warner Bros sigue apostando a sus sagas clásicas.

El próximo jueves 23 de diciembre, llega a todas las salas de cine y a streaming, la nueva entrega de la saga Matrix. En esta ocasión, “Matrix Resurrections” está dirigida solamente por Lana Wachowski, rompiendo con la dupla que formaba junto a su hermana en la trilogía original. Por supuesto que vuelve parte del elenco, Keanu Reeves y Carrie-Anne Moss vuelven a entrar al mundo digital. Una cuarta parte que nadie esperaba y que posee el encanto de un abuelo twichero.

En lo que pareciera ser una especie de reboot, Neo se encuentra trabajando de programador de videojuegos. Sus juegos sobre Matrix lo convierten en alguien muy exitoso, pero aun así la presión la abruma. Tratando de aplacar sus penas, visita semanalmente a su psicólogo el cual le receta unas pastillas azules. Al igual que en 1999, llega Morfeo para hacerle abrir los ojos y traerlo a la realidad no digital mediante la famosa pastilla roja.

Podemos dividir la película en dos mitades. La primera, de mayor interés, autorreferencial y con algunos pequeños atisbos de innovación. Se agregan conceptos al ya rebuscado universo y se refrescan algunos olvidados. En cambio, la segunda mitad se estanca en una epopeya de amor insufrible, donde las capacidades sobrehumanas que brinda la Matrix son tan explotadas que pierden el encanto.

Hay algo generacional que deja de funcionar en la actualidad con Matrix. Nuestra relación con la tecnología cambió, la tecnofobia que traía el nuevo milenio ya no existe. Aquel otro lacaniano que figuraba en las primeras entregas desaparece, ya no lo buscamos como al dios de la internet. Entendimos que el internet lo hacemos nosotros y nos alineamos con lo que ello conlleva. Al igual que en las granjas de humanos, dejamos de ser consumidores para convertirnos en producto.

Muy conscientes de todo esto, los guionistas lo toman y lo hacen parte de la trama. Burlándose repetidamente de la automasturbación intelectual que implicaba ver la trilogía original y dejando en claro que esta no seguirá el mismo camino. Lo cual deja a los espectadores que crecieron viendo eso con una extraña sensación de ver algo modernizado a la fuerza. Casi como volver a cruzarse con un amor de la infancia después de muchos años y descubrir que ahora es diametralmente diferente.

Lo mismo sucede con el concepto de las máquinas, ya no son el enemigo. La dicotomía hombre o máquina se transforma en una propuesta superadora. Ahora máquinas y humanos son aliados, colaborando así al crecimiento de ambos. Y al igual que hacen las redes sociales con nosotros, la Matrix entendió que para mantener a las personas cautivas en su realidad digital, debía generar un entorno amigable y adictivo del cual no poder salir. Facilitarle seguir scroleando por horas sin darse cuenta.

Todos estos conceptos se desarrollan en la primera mitad de la película. Que pivota, en un comienzo, entre reboot o secuela. Una vez que deciden ir a fondo con el concepto Matrix, la trama ya pierde toda su fuerza. Ni Keanu Reeves, ni Neo, ni John Wick, pueden salvarla con sus acrobacias vacías y superpoder repetitivos. Lo cual deja un mal sabor de boca para una película, que si bien no pretende ser memorable, se encontraba en el rango de lo interesante.