Matrimonio

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

La vida conyugal con melancólica ironía

Es probable que sólo la fuerte presencia de Cecilia Roth y Darío Grandinetti en la pantalla pueda llevar adelante una película como ésta, hecha de pequeños detalles, alusiones sutiles, momentos absurdos, tono de irónica melancolía y recursos arriesgados (no siempre logrados). Los autores, Carlos Jaureguialzo y su guionista Marcela Silva y Nasute, describen con ellos un día más, o también puede ser un día especial, en la desgastada vida matrimonial de una pareja.

El es un publicitario bloqueado en su crisis personal, ella una compositora depresiva tapada por las sábanas, pero todavía capaz de sobrevivir cuando se arma de cierto espíritu irónico. Esta variación anímica permite a Roth un mayor lucimiento, y al público un renovado interés en la historia cuando a cierta altura ya todo parece tan apagado como el fuego del amor en la pareja. ¿Pero estará del todo apagado? Al final puede que queden algunas brasas para reavivarlo, o quede simple y sinceramente solo el miedo al frío de la soledad cuando llegue la noche. ¿Qué irá a pasar?

Antes de saberlo, y de apreciar mejor los variados sentimientos de estos dos personajes, pasan varias cosas, que cada uno vive por su lado, como la asistencia formal a un entierro, incomodidades laborales, vagabundeos, posibles coqueteos, la visita al analista, un accidente callejero, fastidiosas charlas con parientes cercanos, incluyendo una hija lejana, y otras situaciones naturales, de esas que habitualmente uno olvida al llegar a casa, pero dejan su marca. Y también hay un momento vivido entre los dos: la distendida espera de la noticia de un parto, ambos como recordando sensorial, emotivamente, otros tiempos.

Pequeño detalle: lo de "emotivamente" se da dentro de las reticencias del caso. Cualquier matrimonio maduro entiende esto. Es en la pincelada fina donde la película consigue sus mejores logros. Y es en algunos antojos de estilo donde arriesga perderse. Por su parte, el espectador culturoso, el frívolo cinéfilo solo interesado en minucias de estilo y renombre, también puede perderse de otra forma, con los guiños que la libretista fue diseminando en su relato, y que interesan especialmente a esa clase de distraídos.

Sucede que la reducción de la historia al transcurso de un solo día, algunas andanzas, algún escarceo, la estructura que nos hace ver primero lo de él y luego, volviendo en el tiempo, lo de ella, el uso del monólogo interior, el nombre de alguien, el desconcierto de ir por un lado y aparecer en otro, todo eso, y algo más, remite al "Ulises" de Joyce, que humildemente emplea Silva y Nasute como franca referencia y quizá también como chiste. También se relaciona con ese libro la canción de cierre, "Love's Old, Sweet Song", que puede ser enteramente triste o un poquito alegre, según se la interprete, y en todo caso es tiernamente consoladora, y enteramente hermosa. La versión que se escucha en la película es tierna, hermosa, y un poquito alegre.