Matrimonio

Crítica de Pablo Raimondi - Clarín

Laberintos de una obsesión

La crisis de una pareja de 23 años de casados, con Darío Grandinetti y Cecilia Roth.

Una historia íntima en la rutinaria vida de una “pareja” que lleva 23 años de casados. Esteban (Darío Grandinetti) es un dibujante publicitario que no le encuentra la vuelta (o no quiere hacerlo) en la creación de una campaña para un perfume de mujer. Está estancado, como en su relación con Molly (Cecilia Roth), una compositora musical sumida en una profunda depresión. Desde el vamos, Matrimonio plantea una trama plana, sin profundidad.

Los protagonistas, que en la intimidad casi no se hablan y cuando se encuentran parecen extraños -a pesar de convivir-, sin embargo se extrañan, se buscan, están obsesionados uno con el otro. Desde el nickname del chat hasta la grabación del contestador telefónico figuran de a dos, una simple pantalla de Esteban y Molly. El, siempre se mostrará con un tono monocorde, como si fuese un robot oscuro donde la voz en off (que refleja los pensamientos) empalaga en el recurso. Ella, se refugiará entre las sábanas, no se animará a cortar la relación o a sumergirse en una aventura extramatrimonial. La pareja peca de timidez.

El segundo largometraje de Carlos Jaureguialzo (Tres pájaros, 2002) muestra la tibieza de los que se extrañan, pero no se animan a solucionar las cosas, lo único que los une es el amor por su hija, que reside en Viena. En el filme que se vende como “inspirado libremente en Ulises, de James Joyce” el guión carece de intensidad aunque tiene chisporrotazos de risas (sin llegar a la comedia), el sonido se pierde en la melancolía del piano (parece que Cecilia jamás tocó uno o Fito no le enseñó) y hasta cae en los clichés del desamor como el del peculiar violinista urbano que cita un fragmento de Amor se llama el juego, de Joaquín Sabina.

Es rescatable en Roth la actuación de los síntomas del inefable ataque de pánico (miedo a la muerte, presunta taquicardia, agorafobia, hipocondría, ahogos) como así también -aunque sea un recurso ya utilizado en varias películas- la repetición del día desde la óptica de él y ella donde en algún momento habrá conexión.

Matrimonio navega en lo detallista (planos de manos, objetos, paisajes), lo melancólico y, al igual que la pareja, jamás se anima a jugársela desde la narrativa, ponerle pimienta y tensión al asunto exprimiendo las cualidades actorales del dúo teatral que encarna Una relación pornográfica.