Matar a la bestia

Crítica de Martín Goniondzki - Cinéfilo Serial

Agustina San Martín dirige su ópera prima con una extrema sensibilidad e iluminación, mediante un relato sobre la búsqueda tanto literal como abstracta, el despertar sexual y la forma en que las personas enfrentan y lidian con el pasado. «Matar a la Bestia» es un largometraje particular, ya que, al igual que con Emilia (protagonista de la película), hay una búsqueda y una experimentación de parte de su directora que va delineando la narración sin apuro, con un extremo cuidado desde el encuadre y la puesta en escena, así como también con la implementación de lo sonoro en consonancia con una exquisita dirección de fotografía.

La película se sitúa en la frontera entre Argentina y Brasil con la llegada de Emilia (Tamara Rocca), de 17 años, quien arriba a una especie de hostel que maneja su tía Inés (Ana Brun). La joven anda en la búsqueda de su hermano, quien habitaba por la zona, pero parece haber desaparecido sin dejar rastro hace un tiempo largo. En esta especie de jungla, abundan los mitos y leyendas locales, donde se rumorea que una bestia peligrosa, la cual parece contener el espíritu de un malvado hombre, anda deambulando y amenazando a las mujeres del lugar. A Emilia le preocupa más el paradero de su hermano, y la reciente muerte de su madre en lugar de las amenazas del presente. Amenazas que la pondrán a enfrentarse justamente con el pasado, mientras arranca un viaje en pleno despertar sexual.

El film de la debutante San Martín parece experimentar sobre ciertos opuestos como la fantasía y la realidad, la adolescencia y la adultez, lo dicho y lo no dicho, lo tangible y lo abstracto. Lo interesante es que las líneas se van entremezclando y dotando al relato de un aura de misterio que se sostiene a lo largo de toda la película, aunque por momentos parezca que el norte pueda llegar a perderse o incluso abrazar más la experimentación que el mensaje en sí. Aun así, este relato parece el de una autora madura quien no solo hace gala de una economización de recursos a la hora de narrar, sino que también logra dar con una profunda mirada personal.

No es de extrañar que la película tenga algunos toques de cine de género, algo que está sirviendo de plataforma para varias directoras que están dando sus primeros pasos en el cine nacional (Como Natalia Meta que el año pasado estrenó «El Prófugo», su segundo largometraje, o Laura Casabé y «Los que Vuelven» en 2020, su tercer largometraje con el cual «Matar a la Bestia» tiene algunos puntos de contacto) y que encuentran en las convenciones genéricas mucho para jugar o decir respecto a temáticas como el deseo femenino, los abusos y otras cuestiones muy debatidas en marco de la sociedad moderna que buscan ser visibilizadas y/o profundizadas.

«Matar a la Bestia» es una propuesta intrigante, que aborda distintas temáticas y que demuestra que Agustina San Martín es una narradora eficaz con un futuro prometedor. Un viaje lleno de dudas, reflexiones, contradicciones e intrigas que no hacen más que reflejar el complejo devenir que atraviesa la protagonista durante toda la película.