Masterplan

Crítica de Juan Pablo Ferré - A Sala Llena

Historia de amor de un hombre y su auto

Cuando Masterplan se exhibió en el BAFICI 2012 causó una impresión interesante y dejó un reguero de buenas críticas en los medios especializados que la cubrieron. Esta comedia de los hermanos Levy –que se habían presentado por primera vez en el mismo festival el año anterior con el también halagado documental Novias - Madrinas - 15 años– es una historia de enredos de un joven de clase media que intenta una estafa con una tarjeta de crédito y termina perdiendo su querido Siam Di Tella en el camino.

Con un guión bien pensado, apoyado fuertemente en diálogos cotidianos, realistas y, por eso, muy cercanos, empáticos y divertidos, los Levy presentan esta historia protagonizada por Mariano (buen trabajo de Alan Sabbagh), un muchacho que se deja enredar por su cuñado en un chanchullo y luego no puede soportar vivir alejado de su preciado automóvil. Se está por mudar con su novia Jackie (Paula Grinszpan), una chica de familia judía, sumisa, paciente y que soporta todo su malhumor, el cual se potencia cuando el coche se aleja de ellos. Durante esos días de incertidumbre, en los cuales Mariano busca sostener sus mentiras para zafar de la investigación que lleva a cabo el seguro de la tarjeta de crédito, lo vamos a ver rodeado de unos compañeros de trabajo con los que no se lleva bien, en un noviazgo que no puede sostener por culpa de los inventos y las sospechas, y acercándose por un capricho del destino a un hombre que vive en la calle. Este vago (Andres Calabria, figura descollante de Novias - Madrinas - 15 años) se convierte en un personaje importante dentro de la trama y termina siendo el alma de la película, y avanza y entretiene gracias a sus alocadas intervenciones, a pesar de que a veces cueste entender lo que dice.

El elenco, completado por un grupo de personas retratadas en la ópera prima mencionada anteriormente, más un par de actores que hemos visto en TV y en cine (Martín Campilongo y Carlos Portaluppi), es completamente dispar. Los realizadores se encaprichan en hacer participar a gente sin experiencia en la gran pantalla y esas escenas se destacan por su falta de ritmo y naturalidad. Esto sucede constantemente, con una escena de una señora mayor que habla sola, con una mujer de un restaurante chino que recibe un pedido (¿acaso habrán pensado que era gracioso escuchar hablar a una señora que no conoce el idioma?) o con el niño y el policía en la comisaría. En contraposición, las mínimas apariciones de Campi y Portaluppi le aportan a ese guión tan dialógico una cuota de calidad notable.

El otro aspecto irregular es el apartado técnico: es un filme plagado de imágenes estáticas, de planos fijos y de escenas que se alargan por demás. Los momentos en los que se intenta innovar con cámaras movedizas y planos arriesgados (los de la ventana del departamento, por ejemplo) también tienen inconvenientes, con fuera de foco involuntarios y algunos movimientos de cámara extraños que no aportan nada a nivel narrativo.

No sucede lo mismo con la música, muy bien seleccionada, que acompaña los climas planteados de forma natural y armónica, empuja las escenas dramáticas pero, más que nada, colorea las cómicas (por ejemplo, cuando Mariano abandona torpemente su auto en medio de una calle oscura).

Con un final esquivo, que resume algunos inconvenientes planteados en la trama sin darles la menor importancia, Masterplan es un filme que, a pesar de presentar a unos realizadores frescos, con un guión entretenido, tiene algunos vicios que la desequilibran. Una comedia simpática, con algunos personajes queribles y muy poco más.