Más allá del cielo

Crítica de Romina Gretter - A Sala Llena

Espejito, espejito: I see dead people

Otra vez sopa: Burr Steers, que el año pasado realizara 17 Otra Vez con Zac Efron, vuelve a aventurarse con el joven actor como protagonista, en una película tan boba e insípida como la nada misma. Si la producción anterior estaba pensada para un público adolescente, y se inscribía casi en su totalidad en el género de comedia, Más Allá del Cielo opta por un público más amplio, y equivocadamente decide intrometerse en un drama lacrimoso, que lejos de conmovernos termina dándonos risa.

Charlie (Zac Efron) pierde a su hermanito Sam (Charlie Tahan) en un terrible accidente de autos. A partir de ese momento su vida queda suspendida. Trabaja en un cementerio para poder estar más cerca de su hermano muerto, con el cual se encuentra cada tarde en el bosque para charlar y jugar béisbol. Todos en el pueblo, comentan el personaje extraño en que se ha convertido Charlie con el devenir de los años (ellos no lo saben pero él puede ver y charlar con los muertos). Un día conoce a Tess (Amanda Crew) y el amor que nacerá entre ellos lo llevará a retomar las riendas de su vida.

La historia como ven es bastante trillada: joven con problemas emocionales, a raíz de un suceso trágico de su pasado, vuelve a la normalidad cuando se enamora de alguien. Este igual no sería el problema de la película, sino esa extraña “capacidad” de Charlie de comunicarse con los muertos, que no agrega ni suspenso, ni dramatismo, ni intriga. A diferencia de lo que ocurría en Sexto Sentido con Haley Joel Osment, que cuando decía: “I see dead people” nos helaba la sangre, aquí lo que Charlie pueda ver se nos antoja una absoluta fantochada. Su “sexto sentido” está jugado como pretexto, como elemento catalizador para que a lo largo de la película, la trama cierre con sus acertados y milimetradamente efectistas puntos de giro.

Burr Steers pareciera creer que drama es sinónimo de llanto. Entonces, no tiene mejor idea que hacer llorar como un condenado al pobre Zac Efron, y a su personaje hostigarlo con muertes y más muertes de las personas a las que ama. Eso sí, aunque todos sabemos que Efron es un tipo guapo, el director necesita refregárnoslo en la retina- sólo hace falta ver el afiche de la película- y nuevamente opta por dedicarle los más tremendos y estéticos primeros planos, como lo hiciera en 17 Otra Vez. Sólo que allí, esa decisión estaba justificada –ya sea por target, género, tono y tratamiento del film- aquí por el contrario, queda desubicada, aparece como elección caprichosa e insuficiente en función al desarrollo de la historia. Steers responde sin que nadie se lo pida (y sin asomo de vergüenza) a la pregunta: “¿Espejito, espejito quién es el más bonito?”

Como si lo escrito hasta ahora, no fueran datos suficientes para catalogar a Más Allá del Cielo como una producción regular, la colaboración súper breve (inexplicablemente breve) de Kim Basinger y la desaprovechada participación de Ray Liotta, la convierten en uno de los estrenos más anodinos del año.