Martin Eden

Crítica de Plinio Damonte - Metafilmika

EXPLORACIÓN ABSTRACTA

“Film sobre cómo un simple nombre nos permite explorar el
mundo mismo. Para todas las personas que desean algo pesado,
pero significativo espiritual y artístico”.
Martin Eden, 2019. Sigue a un joven humilde de pueblo que se gana la vida trabajando como marinero. Un día, Martin (Luca Marinelli) defiende de una agresión a Arthur (Giustiniano Alpi), un joven de clase alta. Como agradecimiento, éste invita a Martin a su hogar y poco a poco lo va introduciendo en su estilo de vida. El joven conoce así las ventajas de la educación, y ve esto como una oportunidad para progresar y convertirse en el escritor que ha decidido que quiere ser, mientras aprovecha al máximo el tiempo entre lujos. Martin recibirá un impulso inesperado cuando conozca a Elena (Jessica Cressy), la hermana de Arthur (Carlo Cecchi), de la que se enamora al instante. Al mismo tiempo, por influencia de su amigo Russ, se integra a círculos socialistas. Todo esto lo lleva a asumir un compromiso político y a desarrollar actitudes destructivas, pero al mismo tiempo le genera un conflicto con Elena y su entorno burgués.
La dirección de este filme posee un camaleonismo con un gran nivel
de detalle: No se conforma sólo con entregar una forma de contar
las cosas, sino que introduce diferentes técnicas audiovisuales para
comunicar mensajes, puntos de vista, sensaciones, pensamientos,
etcétera: Imágenes que nos remiten a otras épocas o un uso cuasi
futurista y multiculturalista de la música en un ambiente europeo
clásico son algunos de los ejemplos más comprobables de primera
mano. Simplemente, sublime el ambiente generado.
El guión es la última cara de la moneda: Lo que define por completo
a Martin Eden cómo una obra atemporal, que recorre la totalidad
de su prisma. La narrativa sigue una exploración introspectiva que
toma cómo puntos clave las ideas del arte, la desilusión, la filosofía, la lucha de clases, el libre mercado y el idealismo europeo. Todo está perfectamente hilado, con un propósito mutable respecto a su protagonista y el cómo éste va a relacionarse con su entorno y el espectador. Martin no existe para caernos bien, existe para desarrollar todos los puntos anteriormente mencionados, y lo hace de maravilla.
La música es otro acierto: Recopilando tonadas con un estilo más
oriental semejante al “Pop Ciudad” japonés junto a composiciones
más barroquiales, lo que nos queda es una ambientación sonora
mutable entre el ayer, el ahora y el mañana, algo vital para
terminar de construir la madre del borrego que es el guion. Cada
pieza acompaña el momento por el que pasa el protagonista, con
esto dándole color al elenco y contexto en el que nos encontramos.
"Película muy recomendable sobre cómo los tiempos se unen,
los artistas sufren con o sin el éxito ansiado, y dando un gran golpe
en la mesa sobre temas políticos y culturales aún relevantes a la
presente fecha."