Marte necesita mamás

Crítica de Beatriz Molinari - La Voz del Interior

El amor, esa fuerza intergaláctica

El sólo nombre de Robert Zemeckis introduce en una galaxia creativa maravillosa. En el tablero de una nave, dos seres de rasgos alienígenas, familiares para los espectadores de cine fantástico, buscan algo que no tienen. Para eso enfocan la Tierra, una casa, un niño y su madre. El chico desobedece y ella se impone. La escena breve desata la acción de Marte necesita mamás. Con la técnica de captura de movimiento en 3D, la película que dirige Simon Wells cuenta un día muy difícil en la vida de Milo y su mamá, cuando ella es transportada a Marte. El niño, que disfruta de los videojuegos y delira con simuladores en su compu, ahora entra en una dimensión muy parecida a la de sus juegos. El trasfondo es brutal: los marcianos quieren quitar los recuerdos y el instinto a la mamá que duerme adentro de una campana de vidrio presurizado.

La película pone al espectador en un vuelo alucinante a través de las capas de la atmósfera hasta llegar a Marte, que resulta un planeta habitado por gente que debe resolver problemas de crianza de las niñas. Porque en Marte el matriarcado es bravo y los varones están condenados a los suburbios donde viven en medio de la chatarra. En ese espacio marginal, Milo conoce a un terrícola adaptado a la fuerza (Dan Fogler) y encuentra una aliada de ensueño, Ki (Elisabeth Harnois). Salvar a mamá es un trabajo contrarreloj (antes de la salida del sol), plazo que pone a prueba el ingenio del equipo y la amistad entre de Milo y Gribble.

Marte necesita mamás abunda en analogías, desarrolla comparaciones muy divertidas que los chicos mayores de seis van a disfrutar y que la generación de los ex niños de Zemeckis aplaudirán, como el homenaje a la cultura hippie. El diseño de la película es fabuloso, un festín para 3D, con abismos insondables, valles fosforescentes, montañas de chatarra, ejércitos de niñeras metalizadas, manchas de color impresas en las paredes plateadas de la nave y referencias encantadoras sobre la cultura terrestre, es decir, la de la televisión.

El ritmo y la belleza del cuento de aventuras valen por sí mismos. Funcionan como el mejor envoltorio para hablar de amores intergalácticos y vínculos sin fronteras. Tratándose de Zemeckis, el comentario sobre los valores exaltados y el modelo de civilización propuesto puede esperar.