Marta Show

Crítica de Gastón Dufour - Cinergia

Marta tiene 75 años y hace 14 que vive en la calle. Viajó por toda Latinoamérica como bailarina de cabaret y fue una de las pioneras del striptease en Buenos Aires. A partir de una fuerte crisis emocional que derivó en una internación, se desvinculó de familiares y trabajo quedando así en los márgenes de la sociedad. Pero gracias a su capacidad de lucha y ganas de vivir inventa una nueva tarea que desemboca en la formación de una nueva familia: el “MartaShow”.

Marta Show se trata de un show callejero, mezcla de varieté y happening dirigido por Marta en un sector de la vereda, contra las rejas de una plaza, donde ella tiene su parada hace años. Está formado por coreografías, playbacks, poemas y canciones, remembranzas de los años dorados en que Marta fue bailarina.

Guionada y dirigida por Malena Moffatt y Bruno López, y con producción de Tomás Tomás Lipgot, Marta Show es una fantasía cruda y dolorosa hecha documental. La dureza de la calle, el vínculo sanador con el arte, las peripecias y la no aceptación e incluso, el rechazo de la gente ante, quizás, el miedo a lo diferente, son una muestra de una sociedad que no puede ver en el otro más que una amenaza o, tal vez, el miedo a lo que pueden sufrir en algún momento cuando el sistema los vomite.

La voz (y el cuerpo) cantante se divide en tres y cada una de las protagonistas, en sus diferentes relieves sensoriales y emocionales, llevan adelante un cuento que es ni más ni menos, que el enfrentamiento a la vida diaria de las miles de personas que no son, para muchos, -inclusive para los más voluntariosos y bienintencionados-, más que un número, una estadística. Probablemente porque el miedo les impide ver más allá en esos rostros plenos de una frustración que ganó la partida.

Los secretos de Marta, sus anhelos, el propio miedo a perder lo poco que tiene, en un giro y un despliegue simbólico relacionado con objetos entre brillantes y deslucidos, con una que otra planta colgando ocasionalmente, como contacto entre la fantasía del tener y de la posesión como único significado de la existencia y la sensación de poder perderlo todo, cuando ya casi se lo ha perdido antes.

Malena Moffatt coordinó talleres de artes plásticas en psiquiátricos y de allí el vínculo de comprensión y espejo que establece con Marta, a partir del momento en que se suma a su show y lo convierte en una rareza que a veces cosecha inesperados espectadores, y en otras partenaires que también buscan su espacio, a la deriva, en una ciudad que no los reconoce ni los considera.