Alta tensión Lorena Riposati aborda en Mariposas negras (2015) la problemática que atraviesa una población debido a la contaminación electromagnética y la lucha que lleva adelante para sobrevivir. Una subestación eléctrica de alta tensión instalada en Ezpeleta carga con 170 muertos de cáncer y otros 117 enfermos. Mientras que en Berazategui, a pocos kilómetros del lugar, los vecinos se ven amenazados por la posible instalación de otra subestación. Ante el hecho en cuestión deciden autoconvocarse para evitar que la contaminación electromagnética también acabe con sus vidas, a la vez que emprenden una batalla en busca de una legislación que los proteja. A partir de esta situación particular, Riposati abre diferentes aristas narrativas para centrarse no solo la lucha vecinal de impedir la instalación de la subestación sino también mostrar cuales son los trastornos físicos que provoca, el grado de contaminación ejercida, la ausencia de una legislación que proteja la vida, las complicidades gubernamentales y el poder de las corporaciones económicas en temas tan controversiales pero que a la vez están rodeados de silencios y mentiras. Una de las virtudes de Mariposas negras es que no se queda solo en el foco del conflicto sino que también recorre otras estaciones que se han instalado en centros urbanos sin que nadie se dé por aludido del daño que producen. Mariposas negras es un documental que denuncia pero también investiga sobre una situación de la que mucho no se sabe, retratando una lucha (varias veces reprimida por fuerzas policiales) que visibiliza una realidad concreta: la muerte por contaminación electromagnética.
Letales radiaciones electromagnéticas Unos meses atrás, La jugada del peón bajó a la realidad argentina el mismo tema que documentales como El mundo según Monsanto (2008) trataron en el exterior: el de la contaminación por agroquímicos, verdadero genocidio lento que enferma, envenena y mata gente, aquí y en todas partes. Ahora, Mariposas negras pone sobre la mesa un tema menos conocido y tan silenciado como aquél: el de la enfermedad y muerte ocasionadas por radiaciones electromagnéticas, producidas por instalaciones de tensión alta y media que no cuentan con las debidas medidas de seguridad. No hace falta irse muy lejos para verificarlo: la Subestación Eléctrica Agronomía, ubicada en las esquinas de Nazca y Francisco Beiró, en plena capital, emite –como muestra una escena de este documental dirigido por Lorena Riposati– una radiación tal que ni los testers están en condiciones de medirla.El problema se agrava, como de costumbre, cruzando los límites de Capital. Mariposas negras trata sobre la lucha que vecinos de Berazategui vienen llevando adelante desde hace décadas, con el objetivo de impedir la instalación de una subestación eléctrica, en inmediaciones de la antigua fábrica Rigolleau. No lo hacen de gusto. En las manzanas que rodean a una subestación semejante, instalada en 1980 en el barrio Sobral, de Ezpeleta, se llevan registradas 170 muertes por diversos cánceres, así como más de un centenar de enfermos graves. Las instancias de esa lucha son las habituales en estos casos: indiferencia de las autoridades, avance de las obras, resistencia vecinal, represión policial (además de seguimientos y teléfonos intervenidos, según se denuncia), ampliación del campo de batalla. Tras casi una década en la que lograron frenar las obras, en fecha reciente la resistencia vecinal fue quebrada y los cables se tendieron. Pero los vecinos concretaron, en Córdoba, un Encuentro de Barrios Irradiados, produciendo un documento que aspira a una regulación sanitaria como la que se requiere. La lucha continúa.El documental de Riposati logra hallar una forma acorde con el asunto tratado, utilizando algunas grabaciones con celular de los propios vecinos (un enfrentamiento con la policía, en 2011) y dando cuenta, con sencillez y planos cortos (adecuados para tratar temas “micro”, como éste), de las acciones de éstos. En una vecina de la zona con condiciones de líder, Mariposas negras halla su propia Pasionaria, pero no se cierra al resto de los vecinos. Un mapa casero en el que se marcan con cruces y puntos los muertos y enfermos en cada manzana, al que ellos mismos llaman “el mapa de la muerte”, vale, en su gráfica contundencia, por el documental todo. Lamentablemente a la realizadora parece no bastarle con el registro crudo, viéndose en la necesidad de echar mano de una alegoría visual, la de las mariposas del título, estrictamente digitales, que desde los cables de alta tensión desparraman negras radiaciones, en planos aéreos que parecen de Google View. El otro lastre es una omnipresente musiquita de flauta y guitarra, que parece querer embellecer lo que no tiene nada de bello. La enfermedad, la muerte y la desprotección de los menos poderosos no suelen llevarse bien con los acompañamientos musicales de ocasión.
La contaminación invisible Mariposas negras es un documental de Lorena Riposati que se concentra en la lucha de un grupo de damnificados por la contaminación de los campos electromagnéticos que producen las subestaciones de energía. Esa lucha se remonta a varios años de marchas, protestas pacíficas y un número de muertos a causa del cáncer y la leucemia, que resulta alarmante y que tiene como responsable, entre otros, a la empresa Ede Sur. Esa es la historia que encuentra testimonios a lo largo del documental y que se dividen en las pequeñas anécdotas con final trágico y algunos datos aportados desde la ciencia, la falta de toma de conciencia por parte de otros vecinos de Berazategui, lugar donde ocurren los efectos de la contaminación invisible encuentra en contraste la persistencia de las mujeres y los hombres que procuran defender la salud por encima del negocio y anteponer un futuro sin cáncer para sus hijos y nietos en detrimento de la falsa idea de progreso. Como documental, Mariposas negras es un buen acercamiento a una temática que no encuentra el espacio tradicional en los medios, forma parte del entramado invisible que muchos intereses de diferentes partes procura mantener alejado de la sociedad y queda como reflejo de la importancia de la lucha con antecedentes como el de la ciudad de Famatina, en el norte argentino, en contra de la minería a cielo abierto.
Un documental con justicia y poco cine Documental que parte de la resistencia de un grupo de vecinos de Berazategui frente a la posible instalación de una subestación eléctrica y al peligro de contaminación por electromagnetismo, que afirman que ha generado decenas de muertos y enfermos en Ezpeleta, y que estudios de impacto ambiental concluyen en sus fuertes efectos perniciosos sobre la salud. Mariposas negras, en modo registro cotidiano de la lucha, la preparación de las manifestaciones, los cordones policiales, las declaraciones de quienes investigaron el caso de Ezpeleta y de los afectados, logra eventualmente una cercanía de informe urgente, pero esa realidad que emerge se diluye ante declaraciones de gran insistencia que terminan en estancamiento narrativo. La vida diaria en detalle de los vecinos, las protestas, las murgas, las caminatas y las mediciones de campos magnéticos derivan menos en historias de vida que en cierta redundancia. La búsqueda de justicia e incluso el tener razón no necesariamente elevan un material mayormente periodístico con exceso de musicalización a la categoría de cine, por más que algunas imágenes aéreas y las mariposas negras insertadas logren cierta singularidad.
Errar es humano (a veces) En nuestro país existen muchas asambleas o grupos vecinales que se han enfrentado a multinacionales para impedir los atropellos que estas comenten a nivel ambiental y sanitario. El ejemplo más claro de esta lucha es el pueblo de Famatina, La Rioja, el cual en nueve años expulsó a cuatro mineras que se querían establecer en la zona. Siguiendo esta línea, Mariposas negras es un documental que muestra lo que vienen haciendo, desde hace algunos años, los vecinos de Berazategui, quienes han comenzado a ver mariposas negras sobrevolando sus calles. Así descubrieron que una grave situación amenaza sus vidas: la posible instalación de una subestación eléctrica en el centro de la ciudad. La situación repite lo ocurrido en Ezpeleta, a pocos kilómetros de Berazategui: 170 muertos de cáncer y 117 enfermos son el resultado de la instalación de la subestación de alta tensión Sobral en esa localidad. Desde un punto de vista práctico, este film resulta importante al exhibir una temática no muy difundida ni conocida por nuestra sociedad y representa de gran valía por la muestra de la lucha vecinal. Las imágenes sobre la organización de las manifestaciones, de las represiones que han sufrido y de los distintos testimonios de quienes participan de la Asamblea como de quienes son víctimas de los males que causan estas subestaciones eléctricas, resultan interesantes en ese sentido. Sin embargo, el documental falla en la forma en la cual presenta el relato, ya que su manera “circular”, es decir, comenzar en un determinado punto para finalizar en el mismo lugar, aporta más confusión que certeza en un trabajo que debía ser claro para que se comprenda de manera categórica la problemática por la cual luchan los vecinos. Además, la presentación de personajes resulta un tanto desprolija. La aparición de hombres y mujeres que quizás conmueven con sus palabras, pero que al no ser muy claro sobre cómo conocen aquello que expresan, no terminan de darle un rigor “científico” a un producto que por la temática que aborda se merecía tenerlo. Tal vez esa falla se puede justificar en el hecho de que el documental busca presentar la lucha vecinal, centrándose sólo en su accionar y en sus componentes. Pero aquí vuelve a errar porque nunca termina de definir qué estilo utilizar, si el de la denuncia social o el del simple retrato de la vida de los asambleístas autoconvocados. A pesar de sus fallas como relato, la valía de Mariposas negras se encuentra en la exposición de los daños sanitarios que provocan las diferentes subestaciones que son ubicadas sin el mínimo control ambiental correspondiente. Por eso quizás esta vez los errores pueden ser perdonados, porque como dice el dicho “errar es humano”, aunque a veces pareciera que algunos yerros son inhumanos.
Es verdad, aunque usted no lo crea Muestra el efecto de las radiaciones electromagnéticas, que pueden ocasionar enfermedades. Las radiaciones electromagnéticas pueden ocasionar enfermedades mortales. Los vecinos de Berazategui bien que lo saben. Desde hace décadas vienen bregando contra la instalación de una subestación eléctrica donde estaba la fábrica Rigolleau. Los testimonios de vecinos son más que elocuentes, y además de ellos, se muestra a un entendido con un dispositivo en mano, medir las radiaciones en, por ejemplo, la Subestación Eléctrica de Agronomía. Sí, la que está en Nazca y Beiró. En la calle, en algunos puntos, son seis veces superiores a lo permitido. Mariposas negras tiene más valor por lo que cuenta -el hecho aberrante, la desidia ante el reclamo, la represión que sufren- que por cómo se lo cuenta. La realizadora Lorena Riposati se recuesta, demasiado en un comienzo, en una vecina que podríamos tildar de líder del movimiento, para luego, sí, abrir el juego y ramificar los motivos de la legítima protesta. Hay 170 muertos y más de cien enfermos, muchos de ellos por cáncer, y muchos niños con leucemia infantil. Tampoco ayuda la animación digital de las mariposas negras del título, un toque artístico que sirve como metáfora. Pero que si la primera vez que se las ve -cuando arranca el filme con una niñita correteando y tratando de agarrarla- ya aleja al espectador, el abuso en su uso no suma sino que distancia. La fuerza de los testimonios suenan como una alerta. El Encuentro de Barrios Irradiados, realizado en Córdoba, no hace más que manifestar la indefensión que tiene la gente frente a los avances que serían en servicio público, pero que claramente, no lo son.