Marilyn

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Difícil imaginar un ámbito más hostil para la homosexualidad que un pueblo chico perdido en el medio de la pampa húmeda. Si salir del clóset suele ser complicado, las circunstancias de Marcos son aún más adversas que lo usual: es el menor de los dos hijos varones de un matrimonio de puesteros de una estancia bonaerense. La palabra “gay” no figura en los diccionarios sociales de la zona.

Que esta historia esté “inspirada en hechos reales” -el caso de Marcelo “Marilyn” Bernasconi, que en 2009 sacudió a la localidad de Oliden, cerca de La Plata- tiene poca importancia. Porque no necesita ningún anclaje con la realidad para resultar verosímil. Construida con gestos, miradas y silencios antes que proclamas, la opera prima de Martín Rodríguez Redondo conmueve más allá de que su protagonista haya aparecido en los diarios alguna vez.

Dentro de un sólido elenco, integrado por actores poco conocidos -a excepción de Germán De Silva- la chilena Catalina Saavedra y el debutante Walter Rodríguez son los intérpretes ideales para llevar las riendas de esta tragedia. “¿Por qué me hacés esto?”, le pregunta ella cuando descubre ropas de mujer en el cajón de su hijo. Un diálogo típico, pero la película siempre esquiva el trazo grueso y nunca se regodea en golpes bajos.

El adolescente es hostigado tanto dentro de su casa como fuera de ella, pero está decidido a vivir su sexualidad libremente. Es difícil saber lo que pasa por su cabeza, pero el personaje nunca es apático, sino que comunica con sus acciones. Es una víctima, sí, pero no se busca que le tengamos lástima. Rodríguez Redondo y sus coguionistas -Mariana Docampo y Mara Pescio- consiguieron mostrar con sutileza que en la raíz del odio a Marcos están el deseo y la envidia.

Pero tal vez lo que más diferencie a Marilyn de otras películas de la misma temática sea que el sometimiento viene por partida doble: la intolerancia sexual va a la par de la opresión de clase. Porque Marcos es gay pero, ante todo, es pobre, y ese sí que es un pecado imperdonable.