Maracaibo

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

La culpa detrás de la tragedia

Hay tragedias que marcan un punto de quiebre. Y mucho más para un padre al que le matan a su hijo delante de su cara. Gustavo (Marrale) y Cristina (Morán) son una pareja feliz. El es un importante cirujano, ella es oftalmóloga, tienen un buen pasar y son padres de Facundo, un joven apasionado por las animaciones. La parsimonia familiar entra en turbulencias cuando Gustavo descubre que su hijo es homosexual. No puede superarlo, esa realidad lo tortura. Una madrugada, cuando volvía de yirar por las calles para reflexionar sobre ese tema, un par de delincuentes lo apunta con un arma en la puerta de su casa e ingresa encañonado sin oponer resistencia. Facundo intenta defender a su padre, irrita a uno de los ladrones, que le dispara y lo mata. A partir de aquí, todo se derrumba para la pareja, pero más para Gustavo. Se siente culpable por no haber comprendido la sensibilidad de Facundo y tratará de acercarse a los ladrones, quizá para vengarse o para buscar explicaciones. El pulso del director ofrece una vuelta de tuerca en la historia a partir de que los ladrones también son padre e hijo (Machín y Nicolás Francella). Gustavo tratará de espejarse con esa relación para hallar las piezas que le faltan al rompecabezas que representa el vínculo con su hijo ausente. Y aquí despunta el oficio de Marrale para una composición tan compleja como brillante, que justifica por lejos ver esta película.