Manchester junto al mar

Crítica de Nicolás Ponisio - Revista Spoiler

La pérdida y el proceso del duelo son un tema fundamental que Manchester by the Sea se atreve a tocar de distintas formas. Todas ellas igual de hermosas y profundas, sabiendo hacerlo con respeto, sentimiento y gracia. Todo proceso válido para hacerle frente tanto a la vida como a la muerte. El director Kenneth Lonergan se posiciona en la relación de un tío y su sobrino para echar un vistazo a las distintas maneras en que estos personajes afrontan la pérdida de su hermano y padre respectivamente.

Para lograr ello, se manejan dos líneas narrativas que alternan entre el tiempo presente, en el cual Lee (Casey Affleck) debe hacerse cargo del cuidado de su sobrino Patrick (Lucas Hedges), y flashbacks que ayudan a explorar la vida y el trasfondo de los personajes. Si bien por momentos puede darse un abuso con ese ir y venir de sucesos, la totalidad de los flashbacks van en pos de construir y desarrollar un lazo mayor de intimidad para con los personajes y el espectador. Otorgándole a los personajes (y por lo tanto a los actores) un amplio espacio para lucirse y atravesar plenamente el espectro de sentimientos y dramatismo. Lo íntimo como aspecto compartido.

Y si bien todo actor o actriz en escena cumple con su metido, sobre todo con un notable momento entre los personajes de Casey Affleck y Michelle Williams, es la relación tío/sobrino la que destaca por sobre el resto, incluso en sus escenas compartidas como también las individuales. Un recorrido rodeado por la belleza marítima e invernal de esa Manchester, por la sencillez y la calidad humana que nace del film y complementa sus paisajes. Y a la vez, como todo ello se encuentra equilibrado entre la tragedia y la comicidad, entendiendo que ambas formas parte de la experiencia de vida de estos personajes. Incluso necesitando de ambas para afrontar lo perdido.

El personaje de Lee trabaja en el mantenimiento de hogares. Reparando inodoros, cañerías, pintando y construyendo, repara todo lo posible. La tragedia que tocó a su puerta, con los propios nudillos de Lee, y la futura pérdida de su hermano lo posicionan en parte como causante de ella y también como, a diferencia de su labor, incapaz de reparar nada del daño sufrido. El film se toma el tiempo para procesar cada estado vivido, y para sanar las heridas y conflictos a través de la relación con su sobrino, el cual lo sobrelleva a través de la música, el bote de su padre y manteniendo relaciones con más de una novia.

Sin apresurarse, el film se toma el tiempo necesario para darle su espacio al drama y el humor. Éste segundo no con intenciones de perder el contenido dramático del film, sino con intenciones claras de alivianarlo y naturalizarlo aún más. Manchester by the Sea supone ser un pequeño gran film y una grata sorpresa para todo aquel que lo ve. Un encuentro con el dolor pero también con la caricia y el abrazo que ayuda a superarlo. Un bello acto de amor junto al mar y frente a la butaca.