Mañana Tarde Noche

Crítica de Juan Pablo Russo - EscribiendoCine

Tratado sobre la banalidad del amor

Dirigida a seis manos, Mañana Tarde Noche (2013) retrata un día en la vida de una joven pareja. Atravesando diferentes géneros y lineamientos estéticos, el film se convierte en un ejercicio cinematográfico con resultados más que satisfactorios.

Federico Falasca, Tatiana Perez Veiga y Laura Spiner componen el trío de directores que le dieron forma a un film tríptico. Dividido en los tres segmentos a los que hace referencia el título, Mañana Tarde Noche se compone de episodios dirigidos de manera individual por cada uno de los realizadores con un concepto estético y narrativo diferente pero encausados entre sí por la continuidad de su historia.

Julia (Katia Szechtman) y Tomás (Jair Toledo) son los únicos dos personajes que aparecerán durante los 80 minutos que dura la historia y como única locación veremos el edificio donde viven. Un día en la vida de una pareja que no sabe muy bien porque sigue junta es lo que proponen los directores en esta comedia romántica experimental pero no por eso carente de una historia.

De entrada vemos a dos personas, jóvenes ellas, desenfrenadas sexualmente recorriendo los diferentes ambientes de un edificio hasta llegar a un departamento para finalizar en la cama. Un separador nos indica que llegó la mañana y una cámara en mano determinará el planteo estético de esta historia. Una imagen sucia y movediza seguirá a los personajes por los diferentes lugares de la casa mientras se cuentan sueños nocturnos en los que la infidelidad es vista como algo natural. Los sueños en el comienzo de cada episodio se repetirán, de la misma manera que la infidelidad será el común denominador de cada uno de ellos. La mañana traerá consigo el diálogo banal y rutinario del desayuno junto al misterio de un extraño hombre de gris que nunca aparecerá en escena pero del que sabremos de su existencia.

La tarde se presenta diferente, Tomás chatea con un amigo y los diálogos son reemplazados por textos durante unos cuantos minutos. La sospecha de una infidelidad provoca la violación de la privacidad y en apenas segundos todo parece que va a estallar. Al regreso de Laura se escuchan voces del afuera que vuelven a poner en escena al hombre de gris. El misterio y la sospecha de quienes son y de donde vienen esas voces llevarán a ambos personajes a buscar por el edificio algo que no saben muy bien que es o tal vez se busquen a sí mismos representados en el otro que no es más que el misterioso hombre del jogging gris que actúa como un alter ego omnipresente al que ellos no quieren aceptar.

A la noche una salida los espera, un cumpleaños con amigos los hará escapar de esa extraña sensación de haber pasado el día juntos y ya no saber que decir sin que sea una nimiedad. Pero la noche también encierra un erotismo presente en los cuerpos semidesnudos de los personajes, el agua que cae de la ducha, el calor que emana el verano y lo diálogos de dos conversaciones telefónicas individuales, en donde la infidelidad ya toma otro sentido y sale del sueño para tornarse en un hecho más concreto y real, completan y cierran la historia.

Mañana Tarde Noche podría ser interpretada como una película cíclica que comienza donde termina. La mañana del primer episodio bien podría ser la continuación de la noche anterior, y así sucesivamente. Algo valedero y no descabellado dentro de la experimentación que proponen sus directores en este ejercicio cinematográfica sobre la banalidad del amor y sus consecuencias.