Maléfica

Crítica de Martín Escribano - ArteZeta

VILLANA SOFT

¿Hacía falta? Es la pregunta que muchos nos hacemos después (y a veces antes) de ver una remake. “Maléfica” no es exactamente una remake pero propone una relectura del clásico de 1959 que todos conocemos como “La bella durmiente”. La historia es similar pero ahora la protagonista es la villana. Los antecedentes de estas readaptaciones de cuentos de hadas son recientes y han arrojado resultados dispares: “Hansel y Gretel: cazadores de brujas”, “Espejito, espejito”, “La chica de la capa roja” y “Oz: el poderoso” han fracasado allí donde triunfaron “Blancanieves y el Cazador” y “Encantada”. Por desgracia, “Maléfica” es un nuevo paso en falso… otro de los casos en los que el producto final no está a la altura de su premisa.

Acontece que Linda Woolverton, guionista de la peor película de Tim Burton a la fecha que, vaya casualidad, es también una revisión de otro clásico (hablamos de “Alicia en el País de las Maravillas”) ha pensado a la mala más mala no como una hechicera sino como un hada (!) que busca revancha luego de ser traicionada por un humano. La dificultad mayor reside en que luego de revelarse las razones de su malicia, el hada despechada inicia un lánguido camino hacia la… bondad. Pero si había algo que rescatar de la Maléfica del cuento de Charles Perrault es que no dudaba a la hora de condenar a muerte a un bebé, era mala porque sí, no tenía necesidad de brindar explicaciones. Este intento por averiguar el origen de su crueldad termina subvirtiendo malogradamente al personaje al punto tal de convertirlo en un panfleto a favor de la adopción. No debería resultar tan extraño, después de todo la actriz que la encarna es una experta en la materia.

A Robert Stromberg, director debutante con una notable trayectoria como diseñador de efectos especiales, también le han cortado las alas (quien haya visto la película sabrá entender) y ha desaprovechado el talento de figuras como Elle Fanning, Juno Temple e Imelda Staunton que circulan sin pena ni gloria por una pantalla desbordada de CGI.

Hay una escena que salva a la película del desastre total, aquella en la que Angelina Jolie envuelta en un fuego verde hace su aparición en el castillo y condena a Aurora. Aunque la maldición no sea la misma hay en ella algo de la magia de la obra original. Lo mismo puede decirse de la canción que suena cuando llegan los créditos, que no es otra que “Once Upon a Dream” interpretada ya no por Mary Costa y Bill Shirley sino por Lana del Rey. Entonces, si lo mejor de esta revisión lo encontramos en su fuente, otra vez, nos preguntamos: ¿hacía falta? ¿No será hora de dejar los revisionismos y volver a los clásicos?