Maléfica

Crítica de José Tripodero - A Sala Llena

Estamos re versionando para usted.

Disney comenzaba este año con un regreso a los orígenes formales de los cuentos de hadas, probablemente el factor nostálgico haya sido fundamental para que Frozen se convirtiera hace unos días -con las cifras finales del estreno en Japón- en la película más taquillera de la historia. En ese cuento de princesas, magia y un mundo fantástico, no todo se bañó en clasicismo porque había una intención de readaptar la presencia femenina a los tiempos actuales con una fortaleza inusitada en este tipo de historias, al punto que los personajes masculinos aparecían en un sorprendente segundo plano. Maléfica, de alguna manera, acarrea con este pasado reciente del estudio pero más que nada por girar la historia hacia el lado subjetivo de un villano, en un cuento clásico popular, como lo es La Bella Durmiente. Varias son las fuentes de este cuento, entre ellas la de los hermanos Grimm, pero ciertamente la versión animada de Disney de 1959 es la que se propagó masivamente.

En el inicio, Maléfica es una suerte de ninfa -aunque la voz en off se encargue de aclarar que es un hada- que vive su niñez en el lado mágico de una tierra dividida por dos reinos. Bastará el contacto humano para que esa niña, ahora adulta, se convierta en un ser ávido de venganza por la traición, pero más que nada por el desencanto sobre “el verdadero amor”. La furia desatada es el mejor rasgo que arroja este personaje gracias a la composición de Angelina Jolie, quien aparece con unos pómulos bien puntiagudos (en los que no se advierte nada de CGI). Tal cualidad se diluye proporcionalmente al crecimiento de la princesa Aurora (la bella durmiente, interpretada por la luminosa Elle Fanning), sobre la que pesa la maldición de Maléfica. Lo que parecía imposible en el cuento popular y en su transposición animada, aquí se materializa con un verosímil bien fino, en el intento por unir ambos mundos simbolizados por Aurora (los humanos) y la protagonista (el mundo de la magia).

Lo más decepcionante de Maléfica es el perfil ambiguo de su protagonista, la tibieza del vector que mueve al personaje: nunca es del todo villana ni nunca es del todo heroína. Sólo puede rescatarse esa narración casi de hierro, la del héroe casi abatido que se levanta de las cenizas y logra torcer su destino, pero la pobreza de los matices y el despojo absoluto de oscuridad hacen de esta nueva película de Disney una re versión a medias. Al igual que el andar del hada/ bruja/ ninfa, nunca hay una firme decisión de re versionar, mucho menos de invertir las miradas o de contar la misma historia bajo otras estrategias narrativas, sino más bien hay un intento por sustituir la figura de un héroe por otro. No se pretende contar la historia desde una “perspectiva villana” pero tampoco Maléfica se calza el traje de heroína, es la mitad de ambos caminos. Disney se muerde la cola con sus propias armas.