Maléfica

Crítica de Beatriz Iacoviello - El rincón del cinéfilo

Entre la belleza de un mundo ideal y la violenta realidad

Maléfica, la bruja que infundió miedo a varias generaciones de niños en la película "La bella durmiente" (1959) de los estudios Disney, regresa, en carne y hueso, en una versión no sólo moderna del cuento sino desde la perspectiva de una visión que muestra al bien y el mal como dos caras de una misma moneda. Desde ese punto de vista el hada-bruja recupera "el lado humano" del oscuro personaje.

Con cuernos amenazantes, su bastón y traje negro, sus pómulos puntiagudos, mirada sobrenatural y terrorífica sonrisa, Maléfica, es encarnada por una excelente Angelina Jolie, a quien no se le han escatimado efectos especiales en su maquillaje para que luzca igual a la que creó el legendario artista Marc Davis en el clásico de Disney de 1959.

Según Vladimir Propp (“Folklore y realidad”), el cuento maravilloso es un relato construido sobre la base de un conjunto reiterado de situaciones humanas para explicar aspectos de la vida e incluye, además, hechos extraordinarios que causan maravilla o admiración. Nació en la noche de los tiempos, y se transmitía a través del relato oral a la comunidad, sobre todo en zonas rurales. El tiempo que se toma está fuera del tiempo, sigue una lógica especial que no es cuestionada por el lector o el espectador, en este caso. Los personajes que acompañan al héroe o heroína son brujas, hadas, enanos, animales que hablan, duendes, y otras figuras estrafalarias, que siempre dan a la historia el sutil tono de lo real-maravilloso, en el que siempre aparece el bosque misterioso al cual se lo relaciona relacionado con los ritos de iniciación.

Estos ritos se practicaban en el momento que el niño/a llegaba a la pubertad, en donde moría y resucitaba como un individuo nuevo. Para ello, se construía cabañas en un bosque (o espesura) donde se producían las pruebas y el aprendizaje. De ahí se salía como adulto para contraer matrimonio. El bosque a su vez era la barrera que no permitía acercarse al niño/a en el momento de su preparación para acceder el estadio de adulto (el peine de Baba Yaga, cuento del folklore ruso, Hansel y Gretel, Blancanieves), o una frontera a otro mundo (el de los muertos, en la Eneida, por ejemplo, un bosque circunda el reino de los muertos). Pero a la vez permite ocultar el misterio del espíritu guardián a la maga.

Los cuentos populares toman como protagonistas a representantes de una infancia desprotegida (la hijastra, el hijo menor, el más débil físicamente, el más pobre) y les otorgan a estos anti-héroes una revancha que, desgraciadamente, era poco usual en la vida real. Perrault, que vivió entre 1628 y 1703, en pleno siglo del Rey Sol (Luis XIV), no sólo retrató su propi sino que también dejó constancia del sufrimiento de las clases menos favorecidas.

En el siglo XIX, los hermanos Grimm mostraron en sus cuentos los modelos femeninos y masculinos que se ajustaban a la concepción del mundo de su época: mujeres sumisas, pasivas y obedientes que necesitaban de la fuerza y la inteligencia de un hombre para salvarse.

El poeta alemán Friedrich Schiller escribió: “El sentido más profundo de la vida, y de mi vida, reside en los cuentos de hadas que me contaron en mi infancia, más que en la realidad que la vida me ha enseñado”. (The Piccolomini, III,4). A través de los siglos al ser repetidos una y otra vez los cuentos se han ido refinado y han llegado a transmitir, al mismo tiempo, sentidos evidentes y ocultos: han llegado a dirigirse simultáneamente a todos los niveles de la personalidad humana y a expresarse de un modo que alcanza la mente no educada del niño, así como la del adulto sofisticado.

Los cuentos aportan importantes mensajes al consciente, preconsciente e inconsciente. Actualmente, como en otros tiempos, la tarea más importante, y al mismo tiempo la más difícil, en la educación de un niño es la ayudarle a encontrar el sentido de la vida. Se necesitan numerosas experiencias durante el crecimiento para alcanzar este sentido. El niño mientras se desarrolla debe aprender, paso a paso, a comprenderse mejor, así será más capaz de comprender a los otros y de relacionarse con ellos, tornarse un ser social y desentrañar los significantes y significados del mundo que lo rodea.

Más allá de las apreciaciones de los expertos en la materia como Bruno Bettelhaeim, que se encuentran interpoladas de un modo muy sutil en el filme de Robert Stromber, la trama de ésta película realmente se ajusta más a la tendencia actual de la exploración del anti-héroe que a la concepción de Disney: melodramática y situada en un esquema de extremos, malos o buenos, blanco o negro.

“La bella durmiente” sobre la que se basa la historia de Robert Stromber es la de Parrault, pero a su vez éste se basó en la de Geambattista Basile registrada en el Pentamerone: “Sol. Luna y Talía”. En el siglo XIX los Hermanos Grimm tomaron ambos relatos y crearon su propia versión que llamaron "Dornröschen" (La espina de la rosa). Tanto en la versión de Perrault como en la de los Grimm al comienzo de la historia nos encontramos con la madre, madrina disociada de su aspecto bueno-malo. Según las teorías sobre los cuentos para que pueda existir un final feliz es necesario que el principio del mal sea adecuadamente castigado y eliminado, porque sólo entonces podrá prevalecer el bien, y con él la felicidad. En la historia de Perrault, al igual que en la de Basile, se destruye la maldad, en el caso de “Maléfica” lo que se destruye es la maldad del padre castrador, haciendo así justicia como es característico de los cuentos de hadas. Sin embargo, en la versión Grimm no existe el castigo alguno para lo malo.

Todas las versiones de “La bella durmiente”, según Bruno Bettelheim, con enormes variaciones en cuanto a detalles, el argumento central es que por más que los padres intenten impedir el florecimiento sexual de su hija, este se producirá de modo implacable. En realidad lo que intentan es un retraso en la madurez emocional del niño, y ese retraso está ejemplificado en los años de letargo de Aurora, en este caso.

No obstante, el desafío de Robert Stromber fue narrar el filme desde la perspectiva de un aparente villano, con muchas características de un trágico personaje de Shakespeare, al que se debe comprender porque es la primera víctima de un hombre que no escatima artilugios para conquistar el poder. En “Maléfica” como en todos los esquemas de cuentos o filmes infantiles/juveniles siempre aparece el tema del poder como eje central de la trama. Y es el poder ejercido por los adultos sobre los niños, que en todos los casos la transferencia a un cuento ayuda a éstos a elaborarlo mediante la fantasía.

Pero lo que en realidad nos cuenta “Maléfica” es el despertar de una adolescente a la vida adulta y el tema de la adopción, y la difícil relación entre una madre sustituta y su pequeña hija, impuesta por una realidad que ambas deben superar.

Las tres hadas que juegan el rol de madres sustitutas buenas, divertidas y permisivas, fueron encarnadas por las adorables: Imelda Staunton, Lesley Manville y Juno Temple, que por sus enredos, peleas, y escenas divertidas parecen la versión femenina de los tres chiflados.

El actor Brenton Thwaites esboza al Príncipe Philip, un joven torpe que se inhibe frente a la princesa. Elle Fanning, fue una muy bonita Aurora, con su sonrisa fresca e ingenua. Sam Riley se destacó como la forma humana del cuervo de Maléfica, en el inteligente Diaval. Mientras que el sudafricano Sharlto Coplay ("District 9", 2009, y ”Elysium”, 2013) es el cruel Rey Stefan.

Robert Stromber, que incursiona por primera vez como realizador, tras su brillante carrera en dirección artística -ganó dos Óscar: "Avatar", 2009, y "Alicia en el país de las maravillas" (2919)- reprodujo el universo del dibujo de Disney con las mismas referencias estéticas e históricas, no psicológicas ni de contenidos. Una escena clave, el bautizo de Aurora, fue reproducida en forma magistral, gestos y palabras, como en el filme animado.

“Maléfica” es un filme de maravillosos efectos especiales en donde el universo infantil es rescatado en el dibujo de un mundo ideal, que posee dos caras: luz y oscuridad. La luminosidad está dada por la bucólica naturaleza, el canto de los pájaros, elfos y gnomos jugando, animales extraños, pero amigables, y la oscuridad por el bosque tenebroso, agresivo y violento con sus gruesos troncos negros, el ataque de los humanos a ese universo naïve y sobretodo a cortar las alas a quien pretende volar, es decir a quien respira libertad.