Maléfica

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Es feo ver cuando un gran filme derrapa en los cinco minutos finales. Es lo que ocurre con Maléfica, la versión revisada y adulta del cuento infantil La Bella Durmiente - llevado al cine por la Disney en 1959 y la cual es considerada todo un clásico -. Durante el 95% de su duración, Maléfica es una película intensa y formidable - un giro innovador y fresco sobre una historia inmortal y harto conocida - pero, al momento de los bifes, la pifia con un final forzado y empapado de una corrección política que no se corresponde con el rumbo de los acontecimientos formados por la trama.

En más de un sentido esta versión revisionista de La Bella Durmiente me hace acordar al Drácula de Francis Ford Coppola, la cual tomaba una historia excesivamente trillada y la daba vuelta como una tortilla, alterando su significado al darle una fuerte motivación lógica a su principal protagonista. Si el Drácula de Coppola era un guerrero feroz y un apasionado patriota, un defensor de la fe que se sintió traicionado por el destino al ver que su amada fallecía de una cruel enfermedad justo al momento de regresar de la guerra - y por lo cual se transformó en una figura oscura que buscó la reencarnación de la joven a lo largo de centurias -, esta Maléfica no es mas un hada defensora del bosque, la cual ha sido traicionada por su primer y único amor - el cual no sólo la ha abandonado, sino que le ha robado sus alas, usándolas como trofeo para ganarse el derecho de sucesión a la corona -. Ya no es mas un villana de cartón pintado sino un ser de luz convertido en una criatura profundamente trágica, de corazón sombrio y deseosa de hacer sufrir a aquellos que la han lastimado. Y al estar encarnada por Angeline Jolie, el carácter se vuelve compulsivamente mirable. Lo de la Jolie me hace acordar al casting de Heath Ledger en Batman: El Caballero de la Noche - una de esas fantásticas y excepcionales ocasiones en donde el intérprete nació para ponerse la piel del personaje -, ya que la actriz se devora la escena como nunca antes en su carrera, y muestra un rango de emociones formidables - desde amenazadora hasta compungida, desde feroz hasta tierna -, actuando con una intensidad que resulta admirable. A mi juicio, yo la pondría en la lista de ternados al Oscar 2014 por mejor perfomance femenina.

Ciertamente el darle humanidad y motivación a Maléfica termina alterando sensiblemente la historia - la malvada termina encariñándose con la chica que maldijo; el principe valiente no es mas que una figura decorativa; el rey se vuelve una figura sombría, retorcida y torturada por su pasado - y lo hace de manera muy innovadora. Donde el filme se deshilacha un poco es en el acto III, cuando tiene que terminar de cocinar todos los cambios que ha hecho y, lo mejor, hacer un nudo para darle un cierre. Es allí donde Maléfica pierde los pies, fundamentalmente porque no respeta el espíritu de la historia (alerta:spoilers). Si la trama clamaba a gritos el perfil trágico del personaje de marras, era necesario clausurar su historia con su muerte (tal como la película de 1959). Era la única manera posible de poner fin a su dolor y su oscuridad; si quieren, que tanto Stefan como Maléfica se maten en el duelo que tienen en las alturas del castillo - dos amantes que se redimen de alguna manera al momento mismo de su propia muerte -. Pero el final que elige Linda Woolverton (que de esto sabe mucho, ya que a final de cuentas escribió las versiones Disney de El Rey León y La Bella y la Bestia) es incómodo: ¿cómo Aurora va a amar y abrazar a quien mató a su padre? ¿en manos de quién queda el reino de los hombres - los cuales no pedirán venganza por la muerte de su lider Stefan -?. Si Maléfica se encariñó con Aurora, ¿por qué irse del reino justo en el momento que no hay ninguna amenaza en el horizonte y pueden disfrutar juntas todo el tiempo del mundo?. Maléfica debía culminar con una tragedia porque el 95% de la historia está construida para perfilarla como tal; y en todo caso hubiera sido mejor unas palabras de consuelo dichas por Aurora a los pies de las tumbas de su oscura madrina y su conflictuado padre; pero el final elegido tiende a ser una amnistía para Maléfica simplemente porque la Jolie está en la piel del personaje. Pongan a otro director menos comprometido y otra actriz en el papel, y verán que el final debia ser forzosamente triste (fin spoilers).

Maléfica es un gran filme. Es una gran espectáculo - pleno de batallas filmadas con competencia, universos plagados de criaturas fantásticas y alucinantes - y posee una gran historia. Y, por encima de todos los efectos especiales, está la inolvidable perfomance de la Jolie. Pero el guión se acobarda a último minuto y no le da la resolución que debiera. Tal como ha pasado con otras obras de culto - léase Watchmen -, los cinco minutos finales arruinan lo que deberia haber sido una obra maestra. En todo caso es un esfuerzo encomiable y brillante, el cual resulta admirable hasta que a los creativos de turno se les terminó la nafta (y la valentía) para atreverse a sacrificar - en el tramo final - a un personaje tan impresionante como memorable.