Maléfica: Dueña del mal

Crítica de Cecilia Della Croce - Ociopatas

La primera parte de Maléfica, rodada en 2014, fue, si se quiere, una necesaria vuelta de tuerca del clásico La Bella Durmiente (1959), donde se jugaba a aggiornar el rol femenino y sobre todo cambiar la mirada sobre la villana, en tiempos de feminismo y empoderamiento. Así, Maléfica era una hada que vivía en el bosque muy contenta hasta que un hombre al que ella amaba le cortó las alas (clarita la metáfora, ¿no?). Desde ese entonces, deja de creer en el amor y se “vuelve mala” hasta que muchos años después descubre el amor maternal hacia su ahijada Aurora que despierta del hechizo y se convierte en Reina del Páramo donde se crió.

Esta segunda entrega arranca 5 años después, cuando el Príncipe Phillip (en esta segunda parte interpretado por Harris Dickinson que reemplaza al actor original en ese rol) le propone casamiento a Aurora (Elle Fanning), lo que implica la unión de dos familias, y por ende de dos reinos. A partir de allí, se teje una trama de lucha de poder entre la Reina Ingrith (la eternamente espléndida Michelle Pfeiffer) y Maléfica (Angelina Jolie, muy efectiva en el rol protagónico) y se entabla la eterna pugna entre la guerra y la paz. El guión parece surgido de una “fórmula de best seller”, donde se agrega un poco de todos los ingredientes políticamente correctos necesarios para no quedar mal con nadie pero el resultado es una mezcla que resulta un tanto enmarañada e insípida, llena de personajes chatos, clichés y filosofía barata.

Disney parece querer disfrazarse de Tolkien y pasar del cuento de hadas a la aventura épica pero este nuevo atuendo (bastante parecido a una armadura) no le sienta muy bien y le hace perder agilidad e identidad. El resultado es que Maléfica II tiene poca magia, y más allá de un par de secuencias con unos simpáticos personajes del bosque (que parecen una cruza entre los personajes de Avatar y la esencia de los Minion), la película no está dirigida a los más chicos, sino que apuesta a la espectacularidad del clímax con las escenas de guerra entre el ejército de los humanos, con la Reina Ingrith a la cabeza y los descendientes del Ave Fénix, es decir Maléfica y los habitantes alados del inframundo, pero se queda a mitad de camino. Hay guiños para una lectura adulta (por ejemplo que la reina ha generado miedo en su pueblo a través de fake news para así manipularlos y lograr que destruyan al enemigo que ha construido) pero son carentes del humor que suelen tener y no alcanzan para compensar una premisa de base estirada hasta lo inverosímil, para llegar de todos modos a la foto final de nuestra dulce Aurora (casada con el príncipe) vestida con un corset rosa y el consabido “comieron perdices y fueron felices para siempre”.