Malas enseñanzas

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

Lecciones de incorrección femenina

Cameron Diaz encarna a una profesora malhablada y grosera que en lo único que piensa es en encontrar a alguien que la mantenga. Pero cuando va por su colega Justin Timberlake, tendrá una competidora de cuidado.

Sobre maestros más o menos irreverentes, excéntricos y alejados de lo que se espera de un educador que está a cargo de un grupo de chicos jóvenes se realizaron centenares de títulos con mejor y menor suerte. El último gran éxito a escala planetaria fue la comedia Escuela de rock (Richard Linklater, 2003), donde el profesor por accidente que interpretaba Jack Black le enseñaba a sus alumnos el valor de la libertad a través de la historia del rock. En el caso de Malas enseñanzas, Elizabeth (Cameron Diaz) también es una profesora, pero por caso y a diferencia de su antecesora, no tiene ninguna lección edificadora que transmitir a los chicos, sino que por el contrario, estar al frente de un aula es un medio para lograr otras cosas. Sus cosas.La película se apoya casi en su totalidad en el trabajo de Diaz, dueña de la energía y el desparpajo cool necesarios para dar con el perfil justo –que aquí tiene casi el  mismo tono de la Christina de La cosa más dulce– para encarnar a Elizabeth, puteadora compulsiva, grosera, mezquina, inescrupulosa, bebedora y consumidora de sustancias non sanctas. La profesora se siente atrapada en un trabajo que no quiere y su única meta, después de ser abandonada por su novio, es seducir a Scott (Justin Timberlake), un millonario profesor suplente que se supone, la va a mantener para que deje de enseñar y le va a permitir que logre acceder a una operación para aumentar el tamaño de sus tetas.El relato muestra a la protagonista desplegando todo un arsenal de incorrección mientras que enfrente, como el rival a vencer se ubica Amy (la extraordinaria Lucy Punch de Conocerás al hombre de tus sueños), otra profesora que a diferencia de Elizabeth, es un modelo de educadora.Inscripto de lleno en la nueva comedia americana, el film de Jake Kasdan tiene grandes momentos, agujeros narrativos, muchos chistes groseros pero efectivos y un compilado de estereotipos bien explotados. En conjunto no es una gran película y tampoco aspira a serlo, más bien es una historia liviana que sin embargo se atreve a algunas cosas, como incluir el tema de las drogas o el infierno que significa la etapa del colegio secundario para muchos adolescentes. No es poco de una película que viene del mismísimo riñón de Hollywood.