Mala

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Una periodista al salir de ver esta película dijo que se la autodefine desde el titulo, pero a mi entender no me resulta demasiado comprensible la elección del mismo una vez que trato de formular algún tipo de análisis sobre el texto fílmico.

Claramente, y ya desde las primeras escenas, el director da cuenta, o nos muestra, que el personaje sufre algún tipo de alteración psíquica, el que podría encuadrarse dentro de lo que se conoce popularmente como psicosis esquizofrénica.

Digo claramente del personaje y no especifico sobre el protagonismo del mismo, ya que Rosario, que es el que más aparece en pantalla, está jugado por varias actrices, y la que ocupa más tiempo en pantalla es Florencia Raggi, pero sobre el final guionistas y realizador hacen un giro sobre el mismo y da por tierra con lo anteriormente estipulado.

Rosario es una asesina a sueldo que sólo se ocupa de matar a hombres que maltratan a las mujeres, pero la primera que lo encarna es Liz Solari y su transformación en Florencia Maggi está jugado por efecto. Luego, todas y cada una de las que ponen el cuerpo para animarlo repite algún detalle de la anterior.

La historia comienza cuando Rosario, en el cuerpo de Raggi, es perseguida por un sinfín de policías tras el asesinato de uno de esos maridos. Finalmente capturada, para luego ser liberada de la cárcel meced a la fianza depositada por una mujer perteneciente a la clase económica dominante, personificado por Ana Celentano, ex campeona de tiro con ballesta, postrada en un sillón de ruedas, quien la contrata para que mate a su ex marido al que culpa de su parálisis. El ex marido esta a punto de ser padre con su joven pareja, interpretada por Juana Viale, pero quien se acerca con el fin de concretar lo encomendado por la ex es otra actriz. Sólo un detalle de actitud demuestra que todas están dentro del mismo personaje.

El problema principal de esta producción no es tanto lo confuso que se determina desde la estructura narrativa, demasiado descuidada en cuanto al montaje, sino lo pretencioso del mismo sin demostrar algún tipo de asesoramiento sobre la construcción de un ser tan complejo como éste.

Hace un tiempo se estreno en Argentina una producción de similares características, “Identidad” (2003), del realizador James Mangold, que si bien no era un dechado de virtudes tenia una apertura que desplegaba la trama de manera coherente y el final no se tornaba abrupto e incomprensible. Situación que si se presenta en la ultima producción de Israel Adrián Caetano, de quien viéramos otras realizaciones mucho mejores, más sencillas pero mejor construidas, como “Pizza, birra, faso” (1998) y “Bolivia”.

En este caso no sólo desde lo narrativo, sino que también la puesta en escena, presenta fallas incomprensibles en un director que ya demostró ampliamente que sabe tratar el audiovisual, igual que en las decisiones de cómo contar la historia, con un manejo de la cámara que en esta oportunidad parece deambular sin un orden ni una progresión definida, en parte debido al hecho de que los personajes no están bien construidos. ¿Será que todos parten del delirio psicótico de uno solo?

No aparece esta idea en el transcurso de la narración, sólo al final y con muy pocos datos, o con detalles mínimos, trata de ponerlo al descubierto, pero ya es tarde para el espectador.

Posiblemente lo mejor de este producto este dado por la actuación de Ana Celentano, quien hace creíble el personaje hasta el final, y de Florencia Raggi, la única de las que la interpreta a Rosario que salva a la asesina de ser una caricatura.

Todo esto no quita que estemos a la espera del próximo proyecto de Caetano.