Mala vida

Crítica de Matias Seoane - Alta Peli

Un delincuente profesional y bastante maniático, dos rateros de poca monta que encuentran más dinero del que pueden imaginar gastar, y otros dos que quieren ascender a secuestradores aprovechando la desaparición de la estrella pop del momento. Todo se cruza de forma caótica en la nueva película de Mad Crampi (Run run Bunny!) y Fernando Díaz.

Hay muchas líneas en Mala Vida, pero tres son los ejes principales que avanzan en paralelo antes del anunciado cruce en el clímax de la trama. Por un lado, un ladrón de autos obsesionado con la chica que cree amar aunque la acaba de conocer, donde ambos parecen ignorar que es idéntica a una estrella pop que lleva varios días desaparecida. Por otro, dos estafadores pretendiendo aprovechar la situación y fingir un secuestro para cobrar rescate. Y finalmente la verdadera estrella apareciendo inconsciente en el living de dos rateros, junto a una valija repleta de dinero y drogas. No tiene sentido buscar al bueno de la historia, ninguno es trigo limpio en esa lista pero, por sobre todo, a ninguno le falta su buena dosis de absurdo.

Con una estética absurda pero cuidada, Mala Vida arranca generando expectativas de ser una película mejor armada de lo que suele ser el estándar del género. Con una paleta de colores intensos remarca los rasgos de las extrañas criaturas que la pueblan; no decepciona visualmente, aunque pronto muestra que no hay mucho más que eso.

La historia no es tan compleja como para que termine siendo contada de forma tan desordenada: no refuerza la narración sino que la diluye, queda perdida bajo una maraña de chistes obvios. Los mejores momentos vienen de la mano de algunos destellos actorales de Maxi Ghione y su trío, pero se contrarrestan con otros que hacen desviar la mirada de la pantalla esperando que pasen.

Conclusión

Desordenada y con un simplón humor adolescente como base fundamental, Mala Vida se queda al borde del absurdo sin saber explotarlo para ser una comedia realmente divertida.