Magalí

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

El precio del abandono

En su ópera prima, Juan Pablo Di Bitonto entrelaza por un lado el relato de un mito o tradición del norte argentino y por otro el vínculo trunco de una madre y su hijo pequeño tras la partida de ella a Buenos Aires por cuestiones laborales. El detonante de la historia es la muerte o en un término algo más conceptual una enorme pérdida, por partida doble, la de la tradición por parte de Magalí (Eva Bianco), sumada a la de su propia madre, quien quedó en la comunidad de Susques (a casi 4000 metros sobre el nivel del mar, en una de las zonas más secas del mundo, con muy poca vegetación), para educar a su hijo Félix.

El regreso de Magalí trae consigo el rechazo de todos los lugareños, dado que pesa sobre ellos la presencia de una entidad, que a veces toma forma de puma o león y mata a los animales. Terminar con esa suerte de “maldición”, de la que en un principio la protagonista ya descree, implica recomponer el lazo con el pasado, con los rituales de ancestros y por supuesto con el recuerdo de su madre y sus sentidas coplas.

El equilibrio en el relato se consigue a base de una sólida actuación de Eva Bianco, actriz de enorme fuste para ponerse en la piel de esta mujer que atraviesa contradicciones internas, necesidades de orden afectivo y económico que eclosionan en un momento de crisis donde su rol de madre, hija y extraña para la comunidad la disocia cuando toma contacto con ese suelo seco, las miradas acusadoras y un paisaje tan desolador como mágico.

Hay dos madres que sufren en esta película, la madre tierra o pacha que necesita alimentarse y la propia Magalí cuando el hijo solamente reclama estar presente y acompañar para que el olvido sólo sea una copla que viaje por el viento.