Madres perfectas

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

Otro film con una historia muy traída de los pelos. No sólo es inverosímil, sería lo de menos, es chata, superficial y monótona. Naomi Watts y Robin Wright son señoras lindas y coquetas, amigas inseparables, gente de buen pasar, con hermosa casona frente al mar y muchos ratos libres para fantasear. Cada una se llevará a la cama al hijo de la otra. Y todo bien. Apenas un reproche suelto que después se convertirá en camaradería apasionada. Incluso los chicos se llevan bien. Hay buena onda en esa placentera casa. Nadie se alarma ni se perturba. ¿Drama, costumbrismo desenfadado, exploración de nuevos vínculos? Idas y vueltas, celos inevitables (cuando los chicos deciden probar suerte con novias de su edad, las mamis tiemblan), pero nada muy trágico ni muy revulsivo. Un film que quiere ser audaz y no se anima, que quiere ser provocador y se queda en el paisajismo en cama grande.