¡Madre!

Crítica de Luly Calbosa - Loco x el Cine

Mother! es el Opus del momento, del director Darren Aronoksky que abandonó la tradición familiar judía y religiosa que pregonaba para dedicarse al arte. Desde entonces, nacieron sus obras maestras Requiem por un sueño, La fuente de la vida, El luchador o Pi (Fe en el caos), Cisne Negro y; su contrapartida más arriesgada: Noé, cuyo tópico bíblico replica en Mother! Esta nueva joyita plagada de significantes y metáforas, protagonizada por Jennifer Lawrence y Javier Bardem que serán los dos ejes de la trama inmersos en la vorágine perturbadora de una mansión donde ocurren sucesos inesperados que los alejan y, al mismo tiempo, unen como pareja. Esta dualidad y el poder simbólico intrínsecos denotan la imposibilidad de encasillar el presente largometraje de Aronoksky en un género específico. Desde el primer minuto, pivotea entre thriller y drama; posicionando al espectador en un rol activo. Lo perturba y a cuentagotas brinda detalles para que a libre albedrío revele el mensaje oculto, arriesgado y polémico detrás de esta madre peculiar.

A grandes rasgos, el guión trasciende en una única locación: la casa victoriana que yace en medio de la nada -A saber, rememora el arca de Noé-. Allí se presenta la intimidad de una pareja: La mujer sin nombre (Lawrence) es ama de casa y dedica su vida a esperar conformar una familia mientras restaura la mansión de su enamorado que está desbordado tras haber perdido todo, o casi todo, post-incendio. Sin embargo, su contrapartida, el reconocido escritor (Bardem) que la duplica en edad, está en otra sintonía: su objetivo es encontrar la inspiración y terminar su nuevo libro en una habitación que logró recauchutar. Así pasan días, meses… hasta que el desencuentro y el vacío de alma/cuerpo cobra vuelo: la ausencia sexual se traduce en psicosis y la aparente tranquilidad deviene en caos. Esto se acentúa cuando una plaga de fanáticos del escritor visita su hogar, sin previo aviso. Los primeros en ingresar son el matrimonio interpretado por Ed Harris y Michelle Pfeiffer; Berdem complacido y conmovido por la llegada de sus fans les brinda hospitalidad sin consultarle a su mujer, como si ya no existiese en esa dimensión. Esta situación se replica ante la llegada de los hijos de aquel matrimonio y, luego, más huéspedes hasta que, un buen día, todo el pueblo esta encerrado en esas cuatro paredes que ella con amor restauró y corrompen el hogar. Hasta aquí vemos el lado A de la historia que apunta a un thriller dramático.

Sin embargo, hay un lado B: Preiffer y Lawrence comenzarán a tener charlas filosóficas sobre el concepto de la ausencia, la muerte en vida, la fe… a punto tal que Lawrence siente la soledad en su mayor expresión y comienza a deambular por los sitios inhóspitos de la mansión, percibiendo cosas que creía imposibles. En estas escenas, propias del cine fantástico, el público observa la casa poseída y percibe alegorías, metáforas, manchas inesperadas que denotan cómo el frenesí de la creación artística obnubila al autor y el sueño de alcanzar la fama pone en peligro su familia (Desván familiar inspirado en Hamlet y Kafka). En este sentido, Aronoksky converge que la inspiración nace del caos, desorden y la multitud; no del estadio de paz. Al mismo tiempo, hace clara denuncia metafórica a la historia bíblica y al Arca de Noé cuando la familia pende de un hilo ya que, metafóricamente, Bardem interpretaría a Dios y Lawrence a la madre naturaleza. Ambos viven en el paraíso hasta que Dios crea a Adán y Eva quienes irrumpen y traen el caos, literalmente: ¡La casa se inunda! Y la naturaleza se adueña de la existencia humana; redireccionando su rumbo. Este clímax permite llevar la trama a su máxima expresión simbólica.

Párrafo aparte para la dupla protagónica Lawrrence-Bardem cuya impecable performance da vida al relato y los complejos universos que representan: él es el plano artístico -la figura del escritor- y ella el biológico -la figura de la madre que espera el nacimiento de un hijo-. Cuando sus universos chocan y se ramifican en el presente mundo capitalista se genera el éxtasis buscado por Aronosky. Nace la angustia de la creación humana. En este sentido, el espectador comprende que los personajes no tienen nombres porque son genéricos, al igual que todo ser humano en medio de tanta corporación y universo abstracto donde prima el silencio. La falta de banda sonora transmite más angustia discursiva. Estos elementos sumados a la artística, DF y cameos in-house en una locación precisa disparan múltiples resultados al espectador en el ritmo lento buscado, de suspenso hasta el minuto final en haras de saber qué está ocurriendo.

Mother! Logra su objetivo: Perturba. Aborda el universo metafórico y metafísico en su máxima expresión y, en consecuencia, consigue multiplicidad de miradas en la civilización actual cinéfila. Habrá quienes digan que, por momentos, rememora La Semilla del Diablo de Román Polanski, otros podrán mimetizarla con Noé. Consigue ponderar la creación del mundo capitalista del ser humano como arma de destrucción, producto del egocentrismo, la adoración por el culto a la fama, la manipulación de los recursos del planeta y principalmente el desamor.