¡Madre!

Crítica de Jessica Blady - Malditos Nerds - Vorterix

HAY UNA SOLA

Llega la película "rara" del año, así que prepárense para la controversia y el WTF?
Darren Aronofsky viene acumulando delirios místicos desde “La Fuente de la Vida” (The Fountain, 2006). Con “Madre!” (Mother!, 2017) lleva la alegoría religiosa hasta el extremo y es ahí donde puede dividir las aguas entre críticos y público.

“Madre!” es muchas cosas, casi imposible definirla. Es un drama doméstico, una historia de terror de “casa tomada”, un thriller de misterio y una metáfora enorme sobre la creación en todos sus aspectos.

Todo arranca (y concluye) en una casita soñada en medio de un páramo alejado del mundo, casi paradisiaco. Ella (Jennifer Lawrence) es una esposa joven y abnegada que apoya incondicionalmente a su marido escritor (Javier Bardem), quien atraviesa un terrible bloqueo creativo. Mientras él intenta salir adelante en su arte, ella se dedica a reconstruir la vivienda (destruida tras un incendio), una conexión casi biológica con cada una de sus paredes, puertas y escalones, que la motiva y la aterroriza al mismo tiempo. Todo cambia con la llegada de un extraño (Ed Harris) que viene a interrumpir la tranquilidad de la pareja. Pronto se suma su esposa (Michelle Pfeiffer), dos hijos y un conflicto que desencadena el caos.

Pero nada de esto es importante. Cuando nos queremos dar cuenta la trama, por momentos absurda e inverosímil, pasa a un segundo plano para descubrir todos los simbolismos que esconde a simple vista. Ahí es donde Aronofsky se descontrola y este pequeño gran escenario (la casa) se convierte en el centro del universo, de la historia de la humanidad, el rol de la mujer, la relación del hombre con la naturaleza, y un sinfín de analogías religiosas que se entremezclan con un argumento demasiado macabro y mórbido.

“Madre!” no pretende generar controversia, pero sí todo tipo de discusiones sobre sus temas. La idea es atestiguarla con cierta incomodidad, sufrirla, de la misma forma que lo hace su turbada protagonista. Imposible entrar en muchos detalles sin “spoilear” cada uno de los significados que se desprenden de la película, para muchos un WTF? incomprensible, para otros un manifiesto ambientalista sobre la creación universal, y por qué no, la artística.

Acá el cómo es tan importante como el qué, y es ahí donde entra en juego la mano maestra del realizador. Los planos, la puesta en escena, la iluminación, incluso el granulado que generan los 16 mm…, todo circunscripto a las paredes de esta vivienda, a veces paradisiaca, otras tantas opresiva. Lawrence puede ser amorosa, dedicada, tierna, desconfiada y paranoica (toda una madre). Su actuación, como casi todo en la película, llega a un extremo y alcanza picos de locura, por momentos un tanto molestos.

Pero eso es lo que quiere Aronofsky, mantener nuestra guardia bien en alto y la incomodidad a toda costa. No se priva de las imágenes más explícitas, aunque todo está pincelado con su particular estilo visual y alegorías, muchas alegorías.

Como gran parte de la filmografía de Aronofsky, “Madre!” es un tómalo o déjalo. Un “lo amo” o “lo odio”, pero nunca pasa ante nosotros desapercibida. Esta película es más interesante como metáfora provocadora y punto de partida para la discusión y el análisis, más que como obra cinematográfica hecha y derecha. No es mala, tampoco es maravillosa; puede volarte la cabeza o agarrarte totalmente desprevenido.