¡Madre!

Crítica de Diego Faraone - Denme celuloide

Quizá el virus de Malick (El árbol de la vida) contagió recientemente a Aronofsky, pero cierto es que la película alcanza un punto en que el director se propone, sin miramientos ni disimulo, levantar vuelo; pero no solamente un vuelo conceptual, metafórico y audiovisual, sino hasta filosófico y trascendental. Había tomado carrera de forma envidiable con ese inicio, había atravesado sin trastabillar un tramo inclemente aunque pulcro y sin fallas, y todo venía preparado para el despegue. Pero desde que la invasión a la privacidad de la protagonista adquiere tintes surrealistas y se propicia una sucesión de secuencias oníricas es justamente cuando ¡Madre! pierde fuerza, precisamente en el momento en que podía haberla redoblado.