¡Madre!

Crítica de Carolina Taffoni - La Capital

“¡Madre!”, el ego insaciable

El cine de Darren Aronofsky nunca fue fácil de digerir. Aún en sus mejores momentos (“Pi”, “Réquiem por un sueño”, “El cisne negro”), el director neoyorquino se mueve en los extremos y genera controversia. “¡Madre!”, su nueva película, viene a confirmar esta regla, pero esta vez el resultado general es desparejo. Aronofsky construye una alegoría desbordada sobre el ego insaciable de los artistas y la gente que termina viviendo a su sombra. El fin es interesante, los medios son cuestionables. En el centro de la historia hay una pareja que vive en una casona en medio del campo. El (Javier Bardem) es un poeta (aparentemente reconocido) que está pasando por un bloqueo creativo. Ella (Jennifer Lawrence) es una ama de casa dedicada y musa inspiradora, que pasa sus horas reconstruyendo el viejo caserón después de un incendio. Un día llegan al lugar visitantes inesperados: un admirador del poeta y su mujer, una extraña dupla que termina resultando una amenaza para la protagonista. “¡Madre!” es, en esencia, un derroche de recursos cinematográficos: la película arranca como un thriller psicológico, suma elementos del cine de terror clásico (hay referencias a “El bebé de Rosemary” y “El resplandor”) y retoma al final su tono alegórico. En el medio el director amaga con una sátira disparatada, tira pistas falsas, se excede, derrapa y por momentos se vuelve a levantar con la invalorable ayuda de los actores (tanto Lawrence como Bardem están fantásticos). Todo esto suena como una montaña rusa, y lo es, aunque no hay tanto delirio surrealista como se anticipaba ni tantas imágenes violentas que generen rechazo. Lo molesto es que Aronofsky intenta todo el tiempo despistar y manipular al espectador, y al final, para colmo, subraya el mensaje.