Madraza

Crítica de Gabriel Piquet - Fancinema

CRUCE DE REGISTROS

La premisa de Madraza es un tanto particular, pero aún así se sostiene: luego de que asesinan a su marido, una mujer comienza a matar, primero accidentalmente, luego por dinero, ocupando el lugar de asesino a sueldo que le quitó a su primera víctima. Un policía que se enamora de la mujer sin saber lo que hace, será el encargado de la investigación, con lo que se entablará un retorcido juego de gato y ratón.

La película escrita y dirigida por Hernán Aguilar tiene dos registros: el primero sigue los lineamientos del cine policial, entrando en el subgénero del hitman o asesino por encargo; el otro registro es el de la comedia, llevando a que muchos de los elementos tradicionales del primer registro sean trastocados en el segundo. En este diálogo -que es también una confrontación- entre las dos vertientes es donde se juega el destino del film, que posee un transitar tan desparejo como atractivo.

Madraza tiene un arranque dubitativo, con algunas actuaciones estereotipadas y diálogos superficiales que parecen anunciar lo peor. Sin embargo, cuando el personaje de Gustavo Garzón comienza a frecuentar a la madraza del título (gran actuación de la paraguaya Lorena Acuña), el relato adquiere fluidez, logrando sus mejores momentos, en los que nos regala grandes pasajes de comedia.

De ahí en más, una vez entendido el juego que Aguilar propone desde la puesta en escena y la narración, la película se vuelve un hallazgo interesante, que incluso supera las expectativas iniciales. Madraza posee unas cuantas fallas, pero no es tímida con su apuesta y termina posicionándose en un lugar distintivo dentro del panorama del cine nacional.