Madagascar 3: Los fugitivos

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

La selva vuelve a la ciudad

En la tercera de Madagascar, los personajes sufren tantos golpes que el espectador termina convencido de que son indestructibles.

Más de mil millones de dólares de recaudación solamente por taquilla de las dos primeras partes hacían impensable que DreamWorks (la compañía de Steven Spielberg y socios) no se tomara el trabajo de hacer la tercera parte. La titularon Madagascar 3: los fugitivos, y cuenta la historia de los cuatro principales animales de la saga, el león, la cebra, el hipopótamo y la jirafa, tratando de regresar desde África hacia el zoológico de Nueva York, donde comenzó toda la historia.

En el camino, harán escala en Montecarlo, la por excelencia de la localidad marítima francesa del juego y el refinamiento, y allí encontrarán a una policía de animales implacable que los perseguirá hasta las últimas consecuencias y los obligará en mitad del viaje a camuflarse dentro de un esperpéntico circo.
Esta Madagascar tiene más polenta, es más vistosa en sus colores y más atrevida en su explotación del slapstick, es decir, en la bufonada, en la utilización de la violencia física de una manera tan exagerada, que resulta absurda y por ello cómica.

Tom McGrath, director de las tres Madagascar y también de Megamente, tiene una teoría al respecto. Opina que en Megamente, que involucra a los típicos superhéroes norteamericanos, y transcurre en Nueva York, fueron sumamente cuidadosos con la utilización de la violencia, para no remitir a los atentados terroristas, y no utilizaron el slapstick para que los espectadores sintieran que el protagonista “realmente” salvaba a alguien.

En Madagascar ocurre directamente todo lo opuesto. Los personajes sufren tantos tipos de golpes que el espectador termina seguramente pensando que son indestructibles o que la violencia no produce consecuencias serias.

La Real Academia Española da tres definiciones de la palabra paroxismo. Una es “exaltación extrema de los afectos y pasiones”. Otra, “exacerbación de una enfermedad”. La tercera: “Accidente peligroso o casi mortal, en el que el paciente pierde el sentido y la acción por largo tiempo”. Un poco de cada una de ellas hay en algunos pasajes de esta película que dos o tres veces se pasa de rosca en su persecución de la acción.