Madagascar 3: Los fugitivos

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Relato ameno, rico en imágenes, efectivo en humor, para disfrute de chicos y adultos

Dentro de la enorme cantidad de películas animadas que se producen alrededor del mundo quizás haya dos sagas fundamentales e insoslayables: “Shrek” (2001) y “Toy Story” (1995). Todas las demás se ubican en una segunda, tercer, y cuarta línea en términos de recaudación y aceptación por parte del público. Allí se instalan “La era del hielo” (2002) y, claro está, la serie de “Madagascar” (2005 y 2008), no sólo con los largometrajes; sino también con la producción de dibujos de los pingüinos sabelotodo que se desprenden de ellos.

Si es por la cantidad de dólares producidos en las boleterías todo indica que tendremos varias más durante los próximos años, esperando que no vayan en desmedro en cuanto a su calidad.

En el caso de “Madagascar 3: Los fugitivos”, los guionistas Eric Darnell y Noah Baumbach, y los realizadores Eric Darnell, Tom McGrath y Conrad Vernon ya conocen de memoria a sus criaturas: Marty (la cebra), Alex (el león), Melman (la jirafa) y Gloria (la hipopótamo). Es saludable porque saben hasta dónde se puede tirar de la cuerda para no caer en la extravagancia, o en la exageración de situaciones forzadas.

Los animales siguen en África (como siempre), quieren regresar a Nueva York (como siempre) y a falta de la propia astucia dependen de la de los pingüinos para lograrlo (como siempre). Pero esta vez se animan a más cuando ven que las aves se las toman por su cuenta, y deciden poner garras y pezuñas a la obra para seguirlos hasta Francia, y allí convencerlos de emprender el ansiado regreso al zoológico de Manhattan. En el ínterin tratarán de escapar de la temible capitán Chantel DuBois (una policía con olfato infalible y coleccionista de cabezas de animales) uniéndose a un circo que compran con las ganancias del casino.

“Madagascar 3: ...” es rica en imágenes deslumbrantes, con un notable diseño de sonido, mucho color y mucha música pop, además de la extraordinaria banda de sonido de Hanz Zimmer, tal vez en su mejor trabajo desde “Gladiator” (2000)

Pero quizás el mayor acierto se lo puede encontrar en haber evitado a toda costa el centrar la historia sólo en los cuatro personajes citados, sino proceder a introducir a DuBois, uno de los mejores villanos de la década en este género, brillantemente pensado y construido, ante el cual el espectador percibe la sensación de querer verla más tiempo en acción (la escena en donde canta un tema de Edith Piaf es memorable). Algo similar sucede con los tres, o cuatro, principales integrantes del circo: una chita, un tigre, y una osa que jamás habla... pero dice mucho.

La característica principal de la tercera parte es el humor. Abundan las situaciones cómicas, muchas de ellas originales y bien mezcladas, con los remates algo más obvios, pero igualmente efectivos.

Como sucede en las dos anteriores, podría hacer algún ruido a los adultos el hecho de instalar si las únicas opciones para los animales son el zoológico o el circo, sin mencionar que, en cualquier caso, el resto de los seres vivientes está destinado a entretener a la raza humana. A lo mejor es hilar muy fino. El punto que a usted puede interesarle más es si vale la pena llevar a los chicos. Pues sí, hágalo tranquilo sabiendo que no serán ellos los únicos en salir del cine con una sonrisa luego de 93 minutos realmente entretenidos.