Mad Max: Furia en el camino

Crítica de Leonardo González - Río Negro

El gran regreso de Mad Max

En 1979 el director George Miller sorprendió al mundo con su película "Mad Max. Este film, que pertenece al Ozploitation (películas de explotación australianas de bajo presupuesto y, claramente, demenciales), contaba la historia de Max Rockatansky (Mel Gibson), un policía de caminos que trabaja en la Patrulla de Fuerza Central. Situada en un futuro preapocalíptico, las pandillas de motociclistas dominan las carreteras australianas.

Max se enfrenta a una de ellas y, como consecuencia, incapacitan a su compañero y le matan a su esposa e hijo. Por supuesto que se vengaba y acababa con todos ellos.

El largometraje fue un éxito, llevo a la fama al bueno de Mel e inició una saga que continuó con dos películas más: "Mad Max II: El Guerrero del Camino" y "Mad Max III: Más Allá de la Cúpula del Trueno".

Treinta años tuvieron que pasar para que podamos ver un nuevo largometraje de esta franquicia. Y el tiempo bien valió la espera.

Max (Tom Hardy) es un hombre solitario, atormentado por su pasado, que vaga por un mundo postapocalíptico en el que el agua, la comida y el combustible son los bienes más preciados y buscados.

Pero es capturado y llevado hasta un hostil y peligroso lugar para servir como donante de sangre (y lo que fuera) de los "chicos de la guerra", hombres dispuestos a sacrificar su vida por su jefe Immortan Joe (Hugh Keays-Byrne), el violento y sanguinario dictador que manda en la ciudadela.

Por otro lado está Furiosa (Charlize Theron), que se dispone a recorrer el páramo en un camión de guerra para ir en busca de combustible y municiones. O eso es lo que creen los demás, ya que su verdadera intención es llevar escondidas a las novias de su tirano jefe y liberarlas en el lugar en el que ella creció para que sean libres.

Así se inicia una persecución encarnizada en el que Maxqueda involucrado.

¿Cómo? Le están sacando sangre para alguien llamado Nux (Nicholas Hoult), y como éste está todavía débil para manejar, no tienen mejor idea que encadenar a Max el auto y que la transfusión se haga mientras conduce.

El ex policía logrará escapar de esta tremenda situación y se unirá al grupo de mujeres para ayudarlas a lograr este peligroso y casi imposible objetivo.

Si bien las remakes, reimaginaciones, reinicios y relanzamientos dejan al desnudo la falta de ideas de la industria, este film se sale de esa mediocridad. Miller reinicia la saga de una manera inteligente, ya que elige utilizar el universo de Mad Max más que su historia. Y esto queda claro porque en esta historia la protagonista es Furiosa.

Hay varios guiños a las películas anteriores pero tampoco es necesario haberlas vistos porque no hacen a la trama.

Son joyitas sólo para el conocedor que serán bienvenidas y le sacarán una sonrisa. Visualmente es fantástica y las escenas de acción son espectaculares, manteniendo al espectador a pleno todo el tiempo. Sí, señores, George Miller está recargado en este film.

Para aquellos viejos fans, uno de los guionistas es Nick Lathouris (Grease Rat en la de 1979) e Immortal Joel es Hugh Keays-Byrne, que hacía del malvado Cortadedos en la original. Hardy firmó para realizar tres largometrajes más (queremos el cameo de Gibson) y se esperan con mucho placer.

Los viejos amantes de la saga no se van a sentir decepcionados y los nuevos tienen un nuevo héroe de acción a quien comenzar a idolatrar. Mad Max comienza a rodar nuevamente por los caminos.

Bienvenido sea.