Mad Max: Furia en el camino

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

Su creador resucita al mejor “Mad Max”

La diferencia entre la mayoría de las remakes, secuelas y demás subproductos del cine fantástico de los 80 y este nuevo "Mad Max" está en que no es una simple explotación de una franquicia, sino el regreso del director George Miller al desolador mundo violento de un futuro postapocalíptico, concebido por él mismo en el film de 1979 que ayudó a convertir a Mel Gibson en un astro internacional.

Y lo que es aún mejor, se podria decir que el estilo elegido por Miller para que Mad Max vuelva a las más peligrosas carreteras que se hayan visto en la historia del cine surge directamente de la mejor película de la trilogía original, "Mad Max 2; The Road Warrior", que en 1981 describió las más desquiciadas persecuciones automovilísticas de todos los tiempos.

Dado que han pasado casi 30 años desde que Miller abandonó a su personaje más famoso con "Mad Max y la cúpula del trueno" (de 1986, con Gibson compartiendo la pantalla con una eufórica Tina Turner), para dedicarse a "Babe, el chanchito valiente", hay varias generaciones de espectadores para los que la idea de una película de autos es "Rápidos y Furiosos". Y lo bueno de este regreso de George Miller es que sirve para explicar que, al lado de Mad Max, cualquier título de la saga de Toretto y su pandilla luce como "Cupido motorizado".

Y esto, por suerte, queda clarísimo con "Mad Max, furia en el camino", que de alguna manera repite a mayor escala, si eso fuera posible, las dementes persecuciones de autos, mitos y, sobre todo, camiones armados como fortalezas de la carretera y el desierto sin modificar en absoluto el espíritu del personaje y su mundo, con énfasis en las particularidades tribales de los distintos bandos, y dándole rienda suelta a la desaforada estética entre punk y heavy metal de los diversos modelos de villanos (es decir, casi todos los personajes del film).

La trama básica sigue siendo la lucha por combustible casi más que por el agua, y sólo se agrega el detalle de un harén que casi retoma el tema de viejos westerns (o, por qué no, de "Pampa bárbara", de Lucas Demare y Hugo Fregonese). Tom Hardy es un eficaz Mad Max que apenas hace extrañar a Mel Gibson, y la que sorprende es una durísima dama del camino interpretada por Charlize Theron.

Pero los que se roban el film, tal como debe ser, son los dementes stunts automovilísticos, que casi superan los de "Mad Max 2", algo que sólo se podría lograr dejando de lado los efectos digitales y apelando a los auténticos rompecoches analógicos, igual que en los buenos viejos tiempos.