Macbeth

Crítica de Iván Gordín - Alta Peli

La más griega de las tragedias Shakespeareanas vuelve a la pantalla grande en una más que interesante adaptación de Justin Kurzel. Estilizada, épica y original, la obra del literato inglés más vigente que nunca.

Lo hermoso es feo y lo feo es hermoso
En más de un siglo de cinematografía, la obra de Shakespeare ha tenido todo tipo de adaptaciones; algunas extremadamente fieles al material original y otras que directamente pueden llegar ha dar vuelta todo el relato original. Tanto de un lado como otro se pueden encontrar films excepcionales y tan diferentes como pueden ser Hamlet de Laurence Olivier o Ran de Akira Kurosawa (Adaptando Rey Lear). Lo llamativo de este film es como su realizador, Justin Kurtzel, ha logrado sublimar estas dos tendencias e incluso incorporarle elementos de géneros impensados como escenas de acción y batallas en slow motion. De alguna forma, todo funciona y se complementa a la perfección (es como si Zack Snyder fuera buen director).

En ningún momento el director opta por otorgar una versión naturalista pero tampoco termina siendo inaccesible para el espectador. Por un lado, los diálogos están directamente extrapolados de la prosa original, no dándole otra alternativa al espectador más que sentarse y prestar atención. Sin embargo, la puesta y la fotografía construyen una rara mezcla de-algo-así como un minimalismo ampuloso; austero y recargado, historicista y contemporáneo al mismo tiempo. Esta particularidad desestima la distancia que puede darse entre la película y el receptor. En un momento puede haber un soliloquio y en otro violencia visceral salida de una de Ridley Scott.

En las montañas de la locura
Con Macbeth podríamos dedicar un buen tiempo a elogiar la extraordinaria belleza de sus imágenes, pero la verdad es que nada funcionaría sin la labor de los actores encargados de interpretar los complejos roles principales que la obra demanda. MIchael Fassbender es la clave para que todo funcione, se pone al hombro la película con sus expresiones, su dicción, su cadencia, básicamente impone el ritmo y teje todo las redes argumentales que engrosan la trama. Si hay un flanco por el cuál se le puede entrar a este largometraje es por el lado del personaje de Lady Macbeth interpretado por Marion Cotillard, un punto clave (oh, you damned spot!) en la historia y catalizador de la ambición desmedida de su marido. En un contexto plenamente escocés, es notorio el acento extranjero de la francesa; desde otro angulo su malicia nunca llega a ser igualmente proporcionada a su arrepentimiento. Pero ésto no parece ser casualidad ya que se hace hincapié en su resentimiento ante su frustración maternal, otorgando fundamento a su conspiración. Lo cual no quiere decir que se tenga que convertir en una villana maquiavélica, sino que por la impronta de Cotillard las escenas más oscuras no funcionan tan bien como aquellas en las que muestra su fragilidad.

Conclusión
Macbeth no sólo captura la esencia de uno de los escritos más importantes de Shakespeare, sino que también aporta innovación y originalidad con su particular enfoque y prodigiosa dirección. El próximo proyecto de Kurzel es Assasin’s Creed, quizás pueda vencer a la profecía y por fin alguien sea capaz de otorgar una buena película basada en un videojuego.