Luz de luna

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

La búsqueda de un lugar en el mundo es el motor de “Luz de luna”. El filme, cuyo título original es “Moonlight”, se nutrió en las historias de infancia y juventud del director Barry Jenkins y del guionista Tarell Alvin McCraney para contar una trama de bulling y elección sexual. Chiron es un niño negro de los suburbios de Miami que es frecuentemente golpeado y ninguneado por sus compañeros de colegio, simplemente por ser diferente. Encima tampoco entra en el corazón de su madre, dado que es drogadicta crónica y es capaz de dejar durmiendo afuera a su hijo para tener una noche de sexo y crack. Chiron, un paso antes de ser adolescente, tendrá un breve romance con un amigo de la escuela que lo marcará para siempre. Ya en la vida adulta, su madre está en rehabilitación y demanda un amor que nunca dio, mientras él tratará de sobrevivir en un submundo de narcos, aunque sin consumir. La vida le ofrecerá una nueva oportunidad de cerrar aquel romance pendiente de niño y quizá esta cita le permitirá reencontrarse con su verdadera esencia. Sin golpes bajos y con actuaciones logradas, el director hecha luz sobre el valor de los vínculos afectivos y aquellos nocivos legados familiares. Para disfrutar y no dejarla pasar.