Luz de luna

Crítica de Luis Zas - Leedor.com

El cine afroamericano no solo fue una expresión estética vinculada a la movilización social, cultural y política de esa parte de la sociedad estadounidense que en el pasado fuera sometida a todos los vejámenes que suponen la esclavitud sino también una reacción a los estereotipos del black people que producía el Hollywood blanco y racista desde su nacimiento como industria.killer_of_sheep_2_1024x1024

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Entre finales de los setenta con Killer of Sheep(Charles Burnett,
1978) y comienzos de los noventa con Haz lo que debas (Do The Right Thing, Spike Lee 1989) toda una generación de directores afroamericanos comenzaron a gestar una mirada realista sobre los conflictos sociales/raciales de su comunidad a las puertas del Imperio.

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Moonlight del director afroamericano Barry Jenkins también escarba en los márgenes de la opulenta y festiva Miami la situación de los afros pero lo hace desde una sensibilidad diferente (algunos han visto en este film destellos del maestro chino Wong Kar Wai) porque Jenkins no solo busca hablarle a su comunidad, su film dialoga con una estética que pretende (con los riegos que eso conlleva) estilizar el drama humano.

Su protagonista, Chiron, es un niño muy vulnerable que no solo es maltratado por los demás niños del barrio sino que debe convivir con una madre drogadicta que no puede entender ni proteger a su pequeño hijo.MOONLIGHT_BlogPost_600x300

John (Mahershala Ali), es un dealer del barrio que no ha sido padre y cuando rescata al pequeño Chiron también encuentra su propia salvación, ambos se necesitan ya que Chiron no sobrevivirá sin una figura paternal como guía. John lo cuida, lo orienta y le ofrece junto a su novia Teresa (Janelle Monáe) algo parecido al hogar que su madre le niega en los hechos.

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El film buscará mostrar esa evolución de niño desvalido a joven endurecido a través de tres actuaciones descomunales de los jóvenes Alex Hibbert, Ashton Sanders y Trevante Rodas que encarnan al niño/adolescente/joven como si realmente fueran uno solo actor, llevando en sus rostros el sentimiento reprimido y ahogado de Chiron por toda la cinta.

Moonlight, con ocho nominaciones a los premios Oscar, se puede dividir claramente en tres con cada actor/estado de Chiron y funciona muy bien en los primeros dos pero no resulta tan bien estructurado dramáticamente en el último ya que el encuentro de su amor homosexual resulta insípido, sin emoción como si el director no supiera como filmar las pasiones.

No parece creíble esa historia de amor que no estructura el film y que solo aparece en el pequeño Chiron como discurso y que luego se manifiesta en su adolescencia con un beso ocasional de su amigo/amor de la infancia. Jenkins saca de la galera esa pasión soterrada y la mete en el freezer estilizado de sus imágenes donde demuestra, queridos lectores, que el romanticismo melancólico y postmoderno de Wong Kar Wai es una materia que aún le falta aprobar al bueno de Jenkins.